Zenobia
Camprubí (Malgrat de Mar, 31 de agosto
de 1887-San Juan de Puerto Rico, 28 de octubre de 1956) Escritora y lingüista
española.
Zenobia
Camprubí está considerada como una de las primeras grandes feministas de España,
miembro destacado del Lyceum Club Femenino junto a Victoria
Kent, desde el que reivindicó constantemente una mayor presencia de la
mujer en todos los ámbitos de la sociedad.
Entre
sus muchas iniciativas de carácter humanitario, destacaron varias campañas a
favor de los niños españoles víctimas de la Guerra
Civil, realizadas desde su residencia en Nueva York.
Contrajo
matrimonio con Juan Ramón Jiménez en 1916, y desde ese momento y hasta su
fallecimiento, 40 años más tarde, se convirtió en compañera inseparable y
decisiva colaboradora del poeta en todos sus proyectos literarios.
Era
una intelectual y una mujer avanzada a su tiempo, que ya antes de conocer a
Juan Ramón Jiménez se mostraba interesada por todas las manifestaciones del
espíritu.
Era
una mujer fuerte que sabía lo que quería para ella y para él. Lo revela ella
misma en unos inéditos de sus diarios de juventud y en poemas, relatos y
artículos de diferentes épocas que aclaran aspectos de su vida personal,
sentimental y literaria, hasta crear un autorretrato desconocido, lejos del que
normalmente le han asignado como “sombra de Juan Ramón Jiménez”
“La
vida es vana, / Un poco de amor, / Un poco de odio, / Y luego buenos días…”,
dice en uno de sus poemas, escritos al principio con su letra cuidada, aunque
ese trazo se haría más rápido con los años y se esparciría de palabras casi
indescifrables.
Zenobia
era la mayor de cuatro hermanos, todos educados en Harvard. Fue instruida por
tutores particulares en Barcelona y a los nueve años la madre, recién
divorciada de un marido vicioso del juego y arruinado en la Bolsa, se llevó a
su hija a Nueva York.
Zenobia
vivió a expensas de la familia materna. Estudió en Columbia, fue inscrita en el
Club de Mujeres Feministas, comenzó a escribir cuentos, participó en
actividades culturales y filantrópicas según el más riguroso estilo de las
élites neoyorquinas.
En
1909 regresó a España y con ese mismo espíritu liberal se instaló con su madre
en Madrid donde en compañía de matrimonios americanos asistía a conferencias en
la Residencia de Estudiantes, en el Instituto Internacional de Señoritas
fundado por Susan Huntington, en el Lyceum Club junto con Victoria Kent y se
dejaba ver en las fiestas que daban los Byne en su piso de la calle de Gravina.
En
una pensión con pared contigua a esa casa vivía Juan Ramón Jiménez, y una noche
a través del tabique de su habitación el joven poeta oyó al otro lado una risa
femenina que le subyugó, de la cual no lograría evadirse en mucho tiempo.
A
partir de 1911 Juan Ramón ya era un poeta admirado. Vivía en la Residencia de
Estudiantes y allí acudió la paloma una tarde de primavera. El poeta la abordó
al final de una conferencia y la risa de la muchacha ante sus requiebros le
recordó a la que había sonado aquella lejana noche de fiesta a través del
tabique de la pensión. Cuando el poeta supo que aquella carcajada procedía de
la misma mujer quedó rendidamente enamorado, pero ella se mostró esquiva a sus
requerimientos, un poco antiguos y formales.
Juan
Ramón comenzó a acosarla con versos cada vez más puros, más encendidos, más
directos, que la obligaron a huir a Nueva York como última resistencia y hasta
allí la siguió el poeta. La obsesión llegó hasta el punto de tener que casarse
con él, hecho que sucedió en la iglesia católica de St. Stephen en marzo de
1916.
A
partir de ese momento el gozoso tormento de Zenobia consistiría en atemperar su
admiración por el poeta al carácter melancólico, enfermizo y atravesado del
hombre que no hacía sino cortarle las alas. Juan Ramón no hallaba inspiración
sino en la quietud y el silencio. El poeta hilaba los versos de oro en una
habitación acolchada sin poder soportar a su alrededor ni siquiera las risas de
Zenobia con sus amigas y para mantenerlo incontaminado e inmune a las
adherencias de la vida vulgar la mujer se impuso la obligación, como un
destino, de buscarle la subsistencia.
Montó
una tienda de objetos populares conseguidos de anticuarios de los pueblos de
Castilla, se dedicó a decorar apartamentos para alquilarlos a diplomáticos
extranjeros y ella misma fregaba las escaleras.
Después
de traducir a Tagore al inglés Zenobia había dejado de escribir. Había
sacrificado el propio talento literario al de su marido, sin duda más elevado,
y en adelante se limitó a enmascarar la amargura que le producían sus continuas
depresiones con la propia alegría innata, siempre dispuesta a levantar el ánimo
de aquel ser misántropo que le había tocado en suerte.
A
partir del exilio de la Guerra Civil Zenobia comenzó a escribir sus diarios,
que inició en La Habana en 1937 y que ya no dejó hasta pocos días antes de su
muerte. Zenobia
Camprubí. Diario de Juventud. Escritos. Traducciones, En sus páginas
escritas en inglés y en castellano da cuenta de sus quehaceres cotidianos, zurcir
la ropa, recibir clases de cocina, ahorrar hasta el último centavo, salir de
compras, visitar las cárceles, enseñar a leer y a escribir a las presas
mientras Juan Ramón se pasaba el día tirado en la cama.
"A
Juan Ramón no se le puede dejar solo en absoluto. ¡Él es queridísimo aunque me
vuelva loca!". Un día tiene que comprar un hornillo eléctrico porque J. R.
tiene frío por la noche y le dura hasta la mañana, otro día ya no puede más y
está dispuesta a abandonarlo. Reconoce que haber nacido con la disposición de
J. R. ante la vida es un serio problema para su vitalismo porque él solo
encuentra alivio parcial en el aislamiento.
De
La Habana a Nueva York, luego a Miami, hasta recalar en Puerto Rico solo para
que se sintiera a gusto al oír el sonido de su idioma.
Zenobia
se había llevado al exilio un cáncer contraído en 1931. Fue operada en Boston.
En las sucesivas recaídas ya no pudo ser atendida por los médicos amigos.
Prefirió seguir a Juan Ramón, vencida su última rebeldía.
Murió
en San Juan de Puerto, el 28 de octubre de 1956, tres días después de enterarse
de que le habían concedido el Premio Nobel a su marido. Antes, en el lecho de
muerte, con una rosa blanca en la mano había dado las instrucciones oportunas
para el bienestar futuro de su poeta.
Obra:
De
su actividad en el mundo de las letras, sobresalen las primeras traducciones al
castellano de la obra de Rabindranath Tagore como, por ejemplo, el libro
inicialmente escrito por W.W. Pearson Shantiniketan, traducido al castellano
con el nombre Morada de paz (1919).
También
es digna de mención su constante difusión de la cultura y la lengua españolas,
especialmente en los ambientes literarios de Estados Unidos, desde su puesto de
profesora en la Universidad de Maryland.
Sus
diarios poseen un importante valor ya que fue, junto a Rosa Chacel, la única mujer
que dejó un diario escrito de la vida y la literatura de mitad del siglo XX.
Entre
sus escritos, se cuentan:
Traducción
al castellano de los escritos de Rabindranath Tagore, algunas junto a Juan
Ramón. Juan Ramón y yo (1954). Diario
I. Cuba (1937-1939). Diario II.
Estados Unidos (1939-1950).Diario III. Puerto Rico (1951-1956).
Fuentes:El
País y Wikipedia