domingo, 27 de marzo de 2016

Zenobia Camprubí .Escritora, lingüista y feminista española.



Zenobia Camprubí  (Malgrat de Mar, 31 de agosto de 1887-San Juan de Puerto Rico, 28 de octubre de 1956) Escritora y lingüista española.

Zenobia Camprubí está considerada como una de las primeras grandes feministas de España, miembro destacado del Lyceum Club Femenino junto a Victoria Kent, desde el que reivindicó constantemente una mayor presencia de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad.

Entre sus muchas iniciativas de carácter humanitario, destacaron varias campañas a favor de los niños españoles víctimas de la Guerra Civil, realizadas desde su residencia en Nueva York.



Contrajo matrimonio con Juan Ramón Jiménez en 1916, y desde ese momento y hasta su fallecimiento, 40 años más tarde, se convirtió en compañera inseparable y decisiva colaboradora del poeta en todos sus proyectos literarios.

Era una intelectual y una mujer avanzada a su tiempo, que ya antes de conocer a Juan Ramón Jiménez se mostraba interesada por todas las manifestaciones del espíritu.

Era una mujer fuerte que sabía lo que quería para ella y para él. Lo revela ella misma en unos inéditos de sus diarios de juventud y en poemas, relatos y artículos de diferentes épocas que aclaran aspectos de su vida personal, sentimental y literaria, hasta crear un autorretrato desconocido, lejos del que normalmente le han asignado como “sombra de Juan Ramón Jiménez”

“La vida es vana, / Un poco de amor, / Un poco de odio, / Y luego buenos días…”, dice en uno de sus poemas, escritos al principio con su letra cuidada, aunque ese trazo se haría más rápido con los años y se esparciría de palabras casi indescifrables.







Zenobia era la mayor de cuatro hermanos, todos educados en Harvard. Fue instruida por tutores particulares en Barcelona y a los nueve años la madre, recién divorciada de un marido vicioso del juego y arruinado en la Bolsa, se llevó a su hija a Nueva York.

Zenobia vivió a expensas de la familia materna. Estudió en Columbia, fue inscrita en el Club de Mujeres Feministas, comenzó a escribir cuentos, participó en actividades culturales y filantrópicas según el más riguroso estilo de las élites neoyorquinas.

En 1909 regresó a España y con ese mismo espíritu liberal se instaló con su madre en Madrid donde en compañía de matrimonios americanos asistía a conferencias en la Residencia de Estudiantes, en el Instituto Internacional de Señoritas fundado por Susan Huntington, en el Lyceum Club junto con Victoria Kent y se dejaba ver en las fiestas que daban los Byne en su piso de la calle de Gravina.


En una pensión con pared contigua a esa casa vivía Juan Ramón Jiménez, y una noche a través del tabique de su habitación el joven poeta oyó al otro lado una risa femenina que le subyugó, de la cual no lograría evadirse en mucho tiempo.


A partir de 1911 Juan Ramón ya era un poeta admirado. Vivía en la Residencia de Estudiantes y allí acudió la paloma una tarde de primavera. El poeta la abordó al final de una conferencia y la risa de la muchacha ante sus requiebros le recordó a la que había sonado aquella lejana noche de fiesta a través del tabique de la pensión. Cuando el poeta supo que aquella carcajada procedía de la misma mujer quedó rendidamente enamorado, pero ella se mostró esquiva a sus requerimientos, un poco antiguos y formales.


Juan Ramón comenzó a acosarla con versos cada vez más puros, más encendidos, más directos, que la obligaron a huir a Nueva York como última resistencia y hasta allí la siguió el poeta. La obsesión llegó hasta el punto de tener que casarse con él, hecho que sucedió en la iglesia católica de St. Stephen en marzo de 1916. 




A partir de ese momento el gozoso tormento de Zenobia consistiría en atemperar su admiración por el poeta al carácter melancólico, enfermizo y atravesado del hombre que no hacía sino cortarle las alas. Juan Ramón no hallaba inspiración sino en la quietud y el silencio. El poeta hilaba los versos de oro en una habitación acolchada sin poder soportar a su alrededor ni siquiera las risas de Zenobia con sus amigas y para mantenerlo incontaminado e inmune a las adherencias de la vida vulgar la mujer se impuso la obligación, como un destino, de buscarle la subsistencia.

Montó una tienda de objetos populares conseguidos de anticuarios de los pueblos de Castilla, se dedicó a decorar apartamentos para alquilarlos a diplomáticos extranjeros y ella misma fregaba las escaleras.

Después de traducir a Tagore al inglés Zenobia había dejado de escribir. Había sacrificado el propio talento literario al de su marido, sin duda más elevado, y en adelante se limitó a enmascarar la amargura que le producían sus continuas depresiones con la propia alegría innata, siempre dispuesta a levantar el ánimo de aquel ser misántropo que le había tocado en suerte.

A partir del exilio de la Guerra Civil Zenobia comenzó a escribir sus diarios, que inició en La Habana en 1937 y que ya no dejó hasta pocos días antes de su muerte. Zenobia Camprubí. Diario de Juventud. Escritos. Traducciones, En sus páginas escritas en inglés y en castellano da cuenta de sus quehaceres cotidianos, zurcir la ropa, recibir clases de cocina, ahorrar hasta el último centavo, salir de compras, visitar las cárceles, enseñar a leer y a escribir a las presas mientras Juan Ramón se pasaba el día tirado en la cama.






"A Juan Ramón no se le puede dejar solo en absoluto. ¡Él es queridísimo aunque me vuelva loca!". Un día tiene que comprar un hornillo eléctrico porque J. R. tiene frío por la noche y le dura hasta la mañana, otro día ya no puede más y está dispuesta a abandonarlo. Reconoce que haber nacido con la disposición de J. R. ante la vida es un serio problema para su vitalismo porque él solo encuentra alivio parcial en el aislamiento.

De La Habana a Nueva York, luego a Miami, hasta recalar en Puerto Rico solo para que se sintiera a gusto al oír el sonido de su idioma.

Zenobia se había llevado al exilio un cáncer contraído en 1931. Fue operada en Boston. En las sucesivas recaídas ya no pudo ser atendida por los médicos amigos. Prefirió seguir a Juan Ramón, vencida su última rebeldía.

Murió en San Juan de Puerto, el 28 de octubre de 1956, tres días después de enterarse de que le habían concedido el Premio Nobel a su marido. Antes, en el lecho de muerte, con una rosa blanca en la mano había dado las instrucciones oportunas para el bienestar futuro de su poeta.





Obra:

De su actividad en el mundo de las letras, sobresalen las primeras traducciones al castellano de la obra de Rabindranath Tagore como, por ejemplo, el libro inicialmente escrito por W.W. Pearson Shantiniketan, traducido al castellano con el nombre Morada de paz (1919).

También es digna de mención su constante difusión de la cultura y la lengua españolas, especialmente en los ambientes literarios de Estados Unidos, desde su puesto de profesora en la Universidad de Maryland.

Sus diarios poseen un importante valor ya que fue, junto a Rosa Chacel, la única mujer que dejó un diario escrito de la vida y la literatura de mitad del siglo XX.

Entre sus escritos, se cuentan:
Traducción al castellano de los escritos de Rabindranath Tagore, algunas junto a Juan Ramón. Juan Ramón y yo (1954).    Diario I. Cuba (1937-1939). Diario II. Estados Unidos (1939-1950).Diario III. Puerto Rico (1951-1956).

Fuentes:El País y Wikipedia