Lady
Hester Lucy Stanhope (Chevening, Kent, Inglaterra; 12 de marzo de 1776 - Djoun,
Siria, 23 de junio de 1839) Viajera y exploradora en una época en la que a las
mujeres no se les permitía ser aventureras, viajo por el Oriente. Es recordada
por ser considerada como “la Reina Blanca de Palmira”.
Su
padre Lord Stanhope era un personaje excéntrico muy aficionado a las ciencias,
la política y sobre todo a la literatura. Su madre, Lady Pitt, era hija del
primer conde de Chatham y hermana del Primer Ministro William Pitt.
Lady
Hester fue educada con institutrices, pero desde su niñez demostró ser distinta
al resto de las niñas de su posición social, no le interesaba seguir la senda
de la educación de una aristócrata como la danza, la música y la pintura. Le
aburrían.
Lady
Hester tenía una personalidad fuerte con gran tendencia al liderazgo natural,
sentía atracción por la caza, los caballos y lo relacionado con las aventuras y
exploraciones.
Además
era una mujer de elevada estatura (1,8 m), de complexión amazónica y de gran
desplante y apariencia, dotada de gran ingenio e inteligencia.
Cuando
cumplió 24 años, su padre la envió a vivir con su tío William Pitt y su abuela,
Hester Pitt, condesa de Chatham, en el castillo de Walmer en Burton Pynsent.
La
relación entre Lady Hester y su tío el ministro William Pitt (el Joven) llegó a
ser muy estrecha, al extremo de asumir Lady Hester desde agosto de 1803 el
papel de una pseudo-esposa, ya que Pitt era soltero, profesándole además una
gran admiración.
El
ordenado mundo del cual disfrutaba Lady Hester terminó el día en que William
Pitt falleció. Las influencias sociales desaparecieron y el mundo de Lady
Hester, para la época toda una solterona, se desmoronó.
La
herencia proporcionada por la Corona como pensión vitalicia no le alcanzaba
para mantener el estilo de vida que tenía cuando Pitt estaba en vida. Lady
Hester Stanhope entonces decidió hacer un viaje a uno de los lugares más
exóticos, el Oriente.
En
1810, Lady Hester y un reducido séquito de criados se embarcaron en un barco
griego rumbo a Constantinopla, Turquía, y luego viajó a Egipto, allí conoció a
Mohamed Alí, el bajá de Egipto, quien la invitó durante su estancia en la
ciudad Damasco, a su palacio en Ezbekieh.
Además
la acompañaba su médico de cabecera, Charles Meryon quien fue su biógrafo y
quizás su mejor amigo en esa parte de su vida hasta 1817.
Estando
en Damasco, Lady Hester se sintió muy atraída por las exóticas costumbres y
estilo de vida de los beduinos y comenzó a adoptar su vestuario y maneras, vistiéndose
como un druso. En ese lugar oyó hablar de la gran ciudad romana en ruinas de
Palmira distante a 200 km de Damasco, un lugar retirado en Siria, muy peligroso
de llegar y habitado en el trayecto por beduinos y bandoleros que vivían en un
desierto feroz.
Nunca
había llegado hasta allá europeo alguno hasta entonces. El 14 de abril de 1813,
Lady Hester tomó la decisión de fletar una caravana de 50 camellos, un nutrido
séquito de criados y se vistió con ropas a la manera de un príncipe druso,
además contrató a un grupo de beduinos armados y uniformados como guardia
pretoriana. Lady Hester pretendió imitar a la mítica reina Zenobia que desafió
a los romanos en 270 D.C.
El
29 de marzo de 1813, la comitiva llegaba a la ciudad de Palmira, y fue recibida
con honores por los nómadas árabes que allí habitaban.
Lady
Hester Stanhope se ganó la admiración y el respeto de los árabes del lugar, los
cuales le llamaron la Reina blanca de Palmira.
Lady
Hester volvió unos años más tarde a Damasco y allí encontró un castillo en
ruinas del tiempo de Las Cruzadas, en Djoun, allí como una auténtica princesa
drusa protegiendo a esta etnia con sus influencias en ese lugar, recibiendo a
los visitantes europeos que se aventuraban por esos lugares y se hizo de una
gran fama en las colonias inglesas como mujer exótica y buena anfitriona.
Hasta
que la situación económica de Lady Stanhope empezó a deteriorarse gravemente a
tal extremo que despidió a sus sirvientes, y otros comenzaron a robarle todos
sus bienes personales por lo que comenzó a vivir una vida como eremita en
estado de abandono, rodeada de una docena de gatos, cachivaches y solo
dejándose ver ante sus ocasionales visitantes de noche y envuelta en chales,
para intentar ocultar los estragos de la edad. Finalmente falleció como una
eremita en Djoun, Siria.