Los
hombres en lo público, las mujeres en lo privado. Un reparto que empieza a
romperse cuando, por la fuerza de la democracia y el tesón del movimiento
feminista, las mujeres dan el salto a la ciudadanía y entonces el contrato se
desmorona por eso hay que buscar otro modelo de masculinidad.
Masculinidades
alternativas, disidentes, que sean capaces además de ofrecer otros referentes a
los chicos más jóvenes para que sea posible avanzar hacia un modelo de sociedad
en el que al fin compartamos equilibradamente poder y cuidados, autoridad y
empatía, razones y emociones. Y en el que seamos capaces de avanzar en la
gestión pacífica de conflictos, en la urdimbre de relaciones afectivas basadas
en la igualdad
Para
eso hay que modificar los privilegios que la cultura les ha concedido a los hombres,
es decir, los privilegios que los hombres se han dado a sí mismos.
La
Plataforma por permisos iguales e intransferibles de nacimiento y adopción
(Ppiina), argumenta que la introducción de medidas para permitir una más fácil
conjunción entre las responsabilidades familiares y laborales, “aun cuando
formalmente se presenten como neutras”, si no están convenientemente diseñadas
para asegurar que cada persona tenga su propio derecho individual e
intransferible, van a ser utilizadas principalmente por las mujeres: “En 2015
la transferibilidad al otro progenitor de las 10 semanas del permiso de
maternidad sólo se ejerció en alguna medida por hombres en el 1,8 % de los
casos. Los permisos laborales y las reducciones de jornada para el cuidado sólo
se ejercieron en un 4,48% de los casos por los hombres en 2011. En cambio, los
permisos de paternidad sí se utilizaron masivamente por parte de los hombres: en
2015 se solicitaron 238.806 permisos, lo que asciende a un 87% en comparación
con el número de permisos de maternidad”.
Ángeles
Briñón, una de las portavoces de la plataforma, incide en ese aspecto: “Todo lo
que es transferible va a las madres. Por eso es fundamental que sea
intransferible y pagado al 100%. Lo importante es que se apruebe una ley que
recoja el derecho de los padres y que pongamos un plazo para hacerlo. No
importa si es un poco más tarde, pero sí que tanto hombres como mujeres tengan
el mismo derecho”.