No
importa quién soy. No importa cómo me llamo. Pueden llamarme Bruja. Porque de
todas formas mi naturaleza es esta.
Desde
siempre, a partir del primer vagido, del primer respiro de vida, de la primera
patada que tiré en el mundo.
Soy
una de aquellas mujeres que tienen el fuego en el alma, soy una de aquellas
mujeres que tienen la vista y el oído de un gato, soy una de aquellas mujeres
que hablan con los árboles y con las hormigas, soy una de aquellas mujeres que
tienen el cerebro de Hypatia, de Artemisia, de Madame Curie. Y soy bella.
Tengo
la belleza de la luz, tengo la belleza de la armonía, tengo la belleza del mar
en tormenta, tengo la belleza de un tigre, tengo la belleza de los girasoles,
de la lavanda y también de la hierba grama. Por esto soy Bruja.
Soy
Bruja porqué soy diferente, soy única, soy otra, soy yo misma, estoy fuera de
las filas, estoy fuera de los esquemas, soy a-normal… ¡soy yo!
Soy
Bruja porqué estoy orgullosa de mi ser animal-mujer-gitana-artista y… ingeniera
loca de mi vida. Soy Bruja porqué sé utilizar la cabeza, porqué digo siempre lo
que pienso, porqué no tengo miedo de la palabra peligrosa y pruriginosa, de la
palabra poderosa y potente.
Soy
Bruja porqué a menudo fastidio a las Santas Inquisiciones de este extraño
milenio, de esta Edad Media de tribunales mediáticos y apáticos.
Soy Bruja porqué las hogueras todavía existen
y yo – antes o después – podría acabar dentro.
Monólogo “Llamadme
Bruja”, escrito por Barbara Giorgi para Franca Rame, gran
actriz y feminista italiana
Imagen:
Anna Silivonchik