domingo, 29 de junio de 2014

Hay que tener Amigas en todas partes. Incluso en el Paraíso.



Reconozcámoslo, la pobre Eva ha sido tratada mal por todos y todas. Yo misma me considero una hija de Lilith y me horroriza Eva, pero contrariamente a lo que se piensa Eva supo elegir muy bien a sus amigas. La Serpiente sin ir más lejos. Las buenas amigas siempre incitan al Conocimiento. Y la Serpiente incito a Eva a comer del fruto del "Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal”. ¿Quién hace eso por una?: Sólo las buenas amigas. También le enseñó otra cosa muy importante que sólo hacen, también, las buenas amigas: a Desobedecer. Porque ese es el camino que lleva a la Libertad. Y como esas amigas son peligrosas, pasa lo que pasa. Los hombres tiemblan ante ellas. Así que después del desahucio del Paraíso por no haber podido pagar la cuota de obediencia exigida por parte de Eva. Después de que Adán negara su autonomía moral y acusara a Eva diciendo aquello de: ”Señor la mujer que me diste por compañera, me tentó”.Después de saber que estaban desnudos porque tras el desahucio les habían dejado con una mano delante y otra detrás.Inmediatamente después de que decidieran que ya no podían ser compañeros y que tenían que casarse. Justo en ese momento, y con el derecho sacrosanto que le otorga ser marido, Adán habló tajantemente a Eva: “A partir de ahora nada de amigas. Te prohíbo que vuelvas a ver a la Serpiente. Ya sabes que  lo hago por tu bien. Tampoco quiero que salgas con Lilith. Es una mala influencia. Ni con Pili ni con Mili. Nada de amigas.”

Afortunadamente para Eva, la Serpiente es tozuda y nunca se rinde. Está preparando un comando femenino para rescatarla e inundarla de conocimientos.Y no precisamente de conocimientos "para andar por casa".
Texto Ana & Heterónimas
Nota: La imagen ha sido convenientemente manipulada para corroborar la teoría expuesta
Y ha sido desplaza de su sitio original porque el Facebook la censura y no permite publicarla....




sábado, 28 de junio de 2014

Desde Lesbos con Amor. Escritoras lesbianas




La isla de Lesbos es la patria de la poeta de la antigüedad Safo, cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras y que dio origen al moderno término lesbianismo. Son muchas las escritoras que hablaron abiertamente de sus amores con otras mujeres, y que no solo los escribieron, sino que los vivieron libremente en una época donde la homosexualidad era un escándalo castigado, a veces, con la cárcel.





Natalie Clifford Barney (1876 - 1972) Escritora, poeta y novelista estadounidense que vivió como expatriada en París. Anfitriona de las reuniones literarias del llamado salón de Barney, y que  congregaba a escritores y artistas de todo el mundo, incluyendo a muchas figuras importantes de la literatura francesa, junto con modernistas estadounidenses y británicos de la llamada «generación perdida». Trabajó para promover la literatura escrita por mujeres y creó la «Academia de las mujeres», en respuesta a la Academia francesa, compuesta exclusivamente por hombres. Al mismo tiempo brindó apoyo e inspiración a escritores masculinos como Remy de Gourmont y Truman Capote. Era abiertamente lesbiana y comenzó a publicar poemas de amor dedicados a la mujer bajo su propio nombre desde 1900, ya que consideraba que el escándalo era «la mejor manera de librarse de las molestias. Apoyó en su obra el feminismo y el pacifismo. Se opuso a la monogamia y mantuvo al mismo tiempo relaciones de corta y larga duración, que incluyeron romances intermitentes con la poeta Renée Vivien y la bailarina Armen Ohanian y una relación de cincuenta años con la pintora Romaine Brooks. Su vida y sus amores sirvieron de inspiración para muchas novelas, como el libro francés “Idilio sáfico” o “El pozo de la soledad”, sin duda la novela lesbiana más famosa del siglo XX. 

Mi rareza» —dijo—, «no es un vicio, no es deliberada y no perjudica a nadie».

Liane de Pougy (La Flèche, Sarthe 1869 - Lausana, 1950) Bailarina de la Belle Époque, cortesana y escritora francesa. También fue princesa y monja. En la cúspide de su carrera artística como bailarina del Folies Bergère de París decidió escribir algunas novelas que se convertirán en grandes éxitos de venta para la época y en las cuales mostraba abiertamente sus inclinaciones bisexuales, cultivando a la vez su ya incipiente leyenda. Inició una seria relación con la escritora Natalie Clifford Barney, de la que habló en su novela “Idilio Sáfico”. Posteriormente decidió casarse en 1910 con un príncipe rumano, Georges Ghika, convirtiéndose así en una auténtica princesa. El matrimonio conoció algunos altibajos como resultado de la infidelidad de su marido. Más tarde, Liane de Pougy tuvo un  profundo acercamiento con la obra religiosa del asilo francés de Santa Inés, Liane decidió tomar los hábitos de la Orden Terciaria de las Dominicas consagrando el resto de su vida a la oración y a la reflexión, bajo el nombre religioso de Ana María de la Penitencia.




 
Marguerite Radclyffe Hall (1880 –1943), Poeta y escritora de origen inglés que en el año 1927 cobró fama por su libro Adam’s Breed, por el que ganó los premios Prix Femina y James Tait Black. Su siguiente obra, escrita en 1928 y titulada “El pozo de la soledad”, causó un terrible escándalo por su temática lésbica. La novela retrata la homosexualidad como algo natural, una condición otorgada por Dios, y hace una súplica explícita:“Concédenos también [a nosotras] el derecho a existir”. Esta novela fue, durante décadas, la más conocida de temática lésbica en inglés y, a menudo, la principal fuente de información sobre homosexualidad femenina que las lesbianas jóvenes podían encontrar. Las opiniones de las lectoras homosexuales estuvieron divididas: algunas han valorado positivamente esta obra, mientras que otras la han criticado debido a las expresiones de autorrechazo por parte de Stephen, expresiones que podían interpretarse como una forma de mostrar que la homosexualidad era algo vergonzoso. El papel de la novela al promover imágenes de lesbianas masculinas o travestidas ha sido controvertido. Incluso actualmente algunos críticos discuten si debe verse a Stephen como a una mujer transexual. La forma en la que la novela aborda el tratamiento de la sexualidad y el género continúa inspirando análisis y debates. En los años setenta y a principios de los ochenta, cuando las feministas homosexuales rechazaban las identidades de lesbianas femeninas y masculinas (denominadas comúnmente como femme y butch) que la novela de Hall había ayudado a definir, escritoras como Jane Rule y Blanche Wiesen Cook criticaron El pozo por definir al lesbianismo en términos de masculinidad, así como por la presentación que hacía de la vida de las lesbianas como “carente de felicidad”.


Romaine Brooks (1874-1970) Tuvo pequeños romances con famosos hombres y mujeres, como Gabriele d’Annunzio, Ida Rubinstein, la Princesa Edmind de Polignac y Lord Alfred Douglas. Sin embargo su más famosa amante fue Natalie Clifford Barney, con quien tuvo una relación de cincuenta años. Fue una famosa pintora. Pintó a muchas de las famosas lesbianas que iban al salón de Barney, incluyendo a la propia Natalie Barney como Amazona y a Lady Una Trowbridge, amante de Radclyffe Hall. Se la llamó “ladrona de almas“, sobrenombre que aún se utiliza al hablar de sus pinturas.
 
Renée Vivien, nacida con el nombre de Pauline Mary Tarn (1877- 1909) Poeta británica. Sus composiciones incluyen sonetos, versos endecasílabos y prosa poética. Vivió profusamente y como lesbiana reconocida. Mantuvo un importante idilio con la escritora y heredera estadounidense Natalie Clifford Barney. También desarrolló una obsesión que perdudaría el resto de su vida con su amiga de la infancia y vecina, Violet Shillito, una relación que nunca se consumó. Tuvo otros amores como Hélène de Zuylen, y la esposa de un diplomático turco llamada Kérimé Turkham Pasha.


LA CARICIA

Los árboles se han guardado algunos rayos entre sus ramas

Velados como una mujer, evocando otros tiempos

El crepúsculo pasa llorando. Mis dedos saltan,

Temblando, provocativos, sobre la línea de tus caderas

Mis dedos ingeniosos se demoran en las convulsiones

De tu carne bajo el vestido, las dulzuras de tu pétalo...

El arte de tocar, complejo y curioso, iguala

Los soporíferos perfumes, el milagro de los sonidos

Delineo lentamente el gracioso contorno de tus caderas,

Tus hombros, tu cuello, tus insatisfechos pechos

Mi delicado deseo se rehúsa a besar



Brota y se esfuma en tus blancas voluptuosidades.

Otras tres novelas de temática lésbica fueron publicadas en Inglaterra en 1928: “The Hotel” de Elizabeth Bowen, “Orlando” de Virginia Woolf, y la novela satírica “Extraordinary Women” escrita por Compton Mackenzie. 
Una cuarta novela publicada ese mismo año, "El almanaque de las mujeres" de la escritora americana Djuna Barnes .(Nueva York ,1892 – 1982). Mujer  rebelde, deseosa de probar cualquier experiencia nueva y transgresora de la moral burguesa, de la política y de las convenciones artísticas, plasmó su vida en sus obras, en las que aparecen el inconsciente, el onirismo, el lesbianismo, la transgresión y la fascinación. “El almanaque de las mujeres" no sólo contenía un personaje basado en Radclyffe Hall, sino también pasajes que podrían ser interpretados como una respuesta a algunos de El pozo. Es una novela basada en hechos reales sobre un círculo lésbico artístico y literario en París; está escrito en un estilo arcaico cercano al de François Rabelais, y su protagonista, basada en Natalie Barney, es la dama Evangeline Musset. Cuando, el padre se enfrenta a su hija, ella responde confiada: "Vos, mi buen guardián, esperábais un hijo cuando yacisteis sobre vuestra elegida... ¿Acaso no estoy cumpliendo vuestro deseo? ¿Y no es esto lo más encomiable, ver que lo hago sin las herramientas para el intercambio, y sin quejarme siquiera?". El libro de Barnes es mucho más explícito en el trato de la sexualidad que el de Radclyffe Hall; su estilo críptico, lleno de bromas con doble sentido y un lenguaje muy ornamentado, podrían haber sido premeditados para disfrazar su contenido y evitar atraer la atención de los censores.
Paradójicamente, el poemario “Canciones de Bilitis” (1894), escrito por un hombre, el francés Pierre Louÿs, es uno de los textos más famosos de la literatura lésbica
“Los pechos de Mnasidika”
Ella abrió escrupulosamente, con una mano su túnica y me ofreció sus suaves y tibios pechos,tal como se ofrecen a una diosa un par de palomas vivientes. "Ámalos bien", me dijo "¡Yo los amo!". Ellos son venerados, son como chiquillos pequeños. Yo me deleito con ellos cuando estoy sola. Me recreo y les brindo placer. Los riego con leche. Los visto con flores. Sus minúsculos vértices se enamoran del fino cabello con el que los acaricio.Los halago con un estremecimiento. En lana reposan ellos en su sueño. Ya que nunca tendré niños.Y ya que están tan lejos de mi boca. Bésalos por mí.


http://amediavoz.com/louys.htm#BILITIS



jueves, 26 de junio de 2014

Hola, ¿estás sola?




Nos han enseñado a tener miedo a la libertad; miedo a tomar decisiones, miedo a la soledad. El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y toda la vida se nos ha formado en el sentimiento de orfandad; porque se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y se nos ha hecho sentir que la soledad es negativa, alrededor de la cual hay toda clase de mitos. Esta construcción se refuerza con expresiones como las siguientes “¿Te vas a quedar solita?”, “¿Por qué tan solitas muchachas?”,  hasta cuando vamos muchas mujeres juntas.

La construcción de la relación entre los géneros tiene muchas implicaciones y una de ellas es que las mujeres no estamos hechas para estar solas de los hombres, sino que el sosiego de las mujeres depende de la presencia de los hombres, aún cuando sea como recuerdo.

Esa capacidad construida en las mujeres de crearnos fetiches, guardando recuerdos materiales de los hombres para no sentirnos solas, es parte de lo que tiene que desmontarse. Una clave para hacer este proceso es diferenciar entre soledad y desolación. Estar desoladas es el resultado de sentir una pérdida irreparable. Y en el caso de muchas mujeres, la desolación sobreviene cada vez que nos quedamos solas, cuando alguien no llegó, o cuando llegó más tarde. Podemos sentir la desolación a cada instante.

Otro componente de la desolación y que es parte de la cultura de género de las mujeres es la educación fantástica par la esperanza. A la desolación la acompaña la esperanza: la esperanza de encontrar a alguien que nos quite el sentimiento de desolación.

La soledad puede definirse como el tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas. La soledad es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas.

Para enfrentar el miedo a la soledad tenemos que reparar la desolación en las mujeres y la única reparación posible es poner nuestro yo en el centro y convertir la soledad en un estado de bienestar de la persona.

Para construir la autonomía necesitamos soledad y requerimos eliminar en la práctica concreta, los múltiples mecanismos que tenemos las mujeres para no estar solas. Demanda mucha disciplina no salir corriendo a ver a la amiga en el momento que nos quedamos solas. La necesidad de contacto personal en estado de dependencia vital es una necesidad de apego. En el caso de las mujeres, para establecer una conexión de fusión con los otros, necesitamos entrar en contacto real, material, simbólico, visual, auditivo o de cualquier otro tipo.

La autonomía pasa por cortar esos cordones umbilicales y para lograrlo se requiere desarrollar la disciplina de no levantar el teléfono cuando se tiene angustia, miedo o una gran alegría porque no se sabe qué hacer con esos sentimientos, porque nos han enseñado que vivir la alegría es contársela a alguien, antes que gozarla. Para las mujeres, el placer existe sólo cuando es compartido porque el yo no legitima la experiencia; porque el yo no existe.

Es por todo esto que necesitamos hacer un conjunto de cambios prácticos en la vida cotidiana. Construimos autonomía cuando dejamos de mantener vínculos de fusión con los otros; cuando la soledad es ese espacio donde pueden pasarnos cosas tan interesantes que nos ponen a pensar. Pensar en soledad es una actividad intelectual distinta que pensar frente a otros.

Uno de los procesos más interesantes del pensamiento es hacer conexiones; conectar lo fragmentario y esto no es posible hacerlo si no es en soledad.

Otra cosa que se hace en soledad y que funda la modernidad, es dudar. Cuando pensamos frente a los otros el pensamiento está comprometido con la defensa de nuestras ideas, cuando lo hacemos en soledad, podemos dudar.

Si no dudamos no podemos ser autónomas porque lo que tenemos es pensamiento dogmático. Para ser autónomas necesitamos desarrollar pensamiento crítico, abierto, flexible, en movimiento, que no aspira a construir verdades y esto significa hacer una revolución intelectual en las mujeres.

No hay autonomía sin revolucionar la manera de pensar y el contenido de los pensamientos. Si nos quedamos solas únicamente para pensar en los otros, haremos lo que sabemos hacer muy bien: evocar, rememorar, entrar en estados de nostalgia. El gran cineasta soviético Andrei Tarkovski, en su película “Nostalgia” habla del dolor de lo perdido, de lo pasado, aquello que ya no se tiene.

Las mujeres somos expertas en nostalgia y como parte de la cultura romántica se vuelve un atributo del género de las mujeres.

El recordar es una experiencia de la vida, el problema es cuando en soledad usamos ese espacio para traer a los otros a nuestro presente, a nuestro centro, nostálgicamente. Se trata entonces de hacer de la soledad un espacio de desarrollo del pensamiento propio, de la afectividad, del erotismo y sexualidad propias.

En la subjetividad de las mujeres, la omnipotencia, la impotencia y el miedo actúan como diques que impiden desarrollar la autonomía, subjetiva y prácticamente.

La autonomía requiere convertir la soledad en un estado placentero, de goce, de creatividad, con posiblidad de pensamiento, de duda, de meditación, de reflexión. Se trata de hacer de la soledad un espacio donde es posible romper el diálogo subjetivo interior con los otros y en el que realizamos fantasías de autonomía, de protagonismo pero de una gran dependencia y donde se dice todo lo que no se hace en la realidad, porque es un diálogo discursivo.

Necesitamos romper ese diálogo interior porque se vuelve sustitutivo de la acción ; porque es una fuga donde no hay realización vicaria de la persona porque lo que hace en la fantasía no lo hace en la práctica, y la persona queda contenta pensando que ya resolvió todo, pero no tiene los recursos reales, ni los desarrolla para salir de la vida subjetiva intrapsíquica al mundo de las relaciones sociales, que es donde se vive la autonomía.

Tenemos que deshacer el monólogo interior. Tenemos que dejar de funcionar con fantasías del tipo: “le digo, me dice, le hago”. Se trata más bien de pensar “aquí estoy, qué pienso, qué quiero, hacia dónde, cómo, cuándo y por qué” que son preguntas vitales de la existencia.

La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad no sólo nos quedaremos en la precocidad sino que no desarrollamos las habilidades del yo. La soledad puede ser vivida como metodología, como proceso de vida. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental. y se requiere disciplina para aislarse sistemáticamente en un proceso de búsqueda del estado de soledad.

Mirada como un estado del ser –la soledad ontológica–  la soledad es un hecho presente en nuestra vida desde que nacemos. En el hecho de nacer hay un proceso de autonomía que al mismo tiempo, de inmediato se constituye en un proceso de dependencia. Es posible comprender entonces, que la construcción de género en la mujeres anula algo que al nacer es parte del proceso de vivir.

Al crecer en dependencia, por ese proceso de orfandad que se construye en las mujeres, se nos crea una necesidad irremediable de apego a los otros.

El trato social en la vida cotidiana de las mujeres está construido para impedir la soledad. El trato que ideológicamente se da a la soledad y la construcción de género anulan la experiencia positiva de la soledad como parte de la experiencia humana de las mujeres. Convertirnos en sujetas significa asumir que de veras estamos solas: solas en la vida, solas en la existencia. Y asumir esto significa dejar de exigir a los demás que sean nuestros acompañantes en la existencia; dejar de conminar a los demás para que estén y vivan con nosotras.

Una demanda típicamente femenina es que nos “acompañen” pero es un pedido de acompañamiento de alguien que es débil, infantil, carenciada, incapaz de asumir su soledad. En la construcción de la autonomía se trata de reconocer que estamos solas y de construir la separación y distancia entre el yo y los otros.

La Soledad y la Desolación,  Marcela Lagarde

miércoles, 25 de junio de 2014

Ana María Matute :"El que no inventa, no vive"



Ana María Matute  (Barcelona, 1925 –25 de junio de 2014) Novelista española miembra de la Real Academia Española. Una de las mejores novelistas de la posguerra española, recibió el Premio Cervantes en 2010. Su papel fue relevante en la posguerra desde el punto de vista sociológico, por su condición de mujer que jugó un papel importante al abrirse paso en un mundo machista, y literario al reflejar la realidad de su mundo a través de líneas duras y poéticas con dosis de ironía. Matute incorpora técnicas literarias asociadas con la novela modernista o surrealista pero  es considerada «una escritora esencialmente realista». Muchos de sus libros tratan del periodo de la vida que abarcan desde la niñez y la adolescencia hasta la vida adulta. La literatura realista, fantástica e infantil fueron las tres vertientes que caracterizaron su obra con un estilo de aparente sencillez que escondía la complejidad del ser humano .Sus temas  preferidos fueron el pesimismo, la enajenación, la hipocresía, la desmoralización y la malicia. Muchos críticos consideran que su mejor obra es la trilogía Los Mercaderes, conformada por Primera memoria, Los soldados lloran de noche y La trampa. Otras obras son: Los Abel (1948), Pequeño teatro (1954, premio Planeta), El río (1973), Olvidado Rey Gudú (1996) y Paraíso inhabitado, su última novela. Con Primera memoria había ganado en 1959 el prestigioso Premio Nadal. La última novela de Matute, Demonios familiares (prevista para septiembre), transcurre en el año 1936, inicio de la Guerra Civil, y es protagonizada por una joven en un mundo de amor, traición y sentimientos confusos






….”Desde aquel día en que oí por vez primera la mágica frase: «Érase una vez...» y conmovió toda mi pequeña vida. Érase una vez un hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e inventaba la vida. San Juan dijo: «el que no ama está muerto» y yo me atrevo a decir: «el que no inventa, no vive».

Y llega a mi memoria algo que me contó hace años Isabel Blancafort, hija del compositor catalán Jordi Blancafort. Una de ellas, cuando eran niñas, le confesó a su hermanita: «La música de papá, no te la creas: se la inventa». Con alivio, he comprobado que toda la música del mundo, la audible y la interna -esa que llevamos dentro, como un secreto - nos la inventamos. Igual que aquel soñador convertía en gigantes las aspas de un molino, igual que convertía en la delicada Dulcinea a una cerril Aldonza. Inventó sensibilidad, inteligencia y acaso bondad - el don más raro de este mundo- en una criatura carente de todos esos atributos, (¿Y quién no ha convertido alguna vez a un Aldonzo o Aldonza de mucho cuidado, en Dulcineo o Dulcinea...?).

«El tiempo en el que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil»
El tiempo en el que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil, en el que yo me sentía distinta: era tartamuda, más por miedo que por un defecto físico. La prueba de ello es que esa tartamudez desapareció durante los bombardeos. O así lo creo. Pero el caso es que, salvo excepciones, las niñas de aquel tiempo, mujeres recortadas, poco o nada tenían que ver conmigo. Y traigo esto a cuento para explicar - y quizá explicarme de algún modo – mi extrañeza, mi entrega total absoluta, a esto que luego supe se llamaba Literatura. Y que ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas.
Sí, este galardón que tanta felicidad y optimismo me causa – y no olvidemos que el optimismo y los planes de futuro, a los ochenta y cinco años, son cuestiones a meditar o poner en tela de juicio puede ser el colofón a la entrega de toda una vida que, en mis tiempos mozos, consideré en su mayor parte una vida de papel". Y recuerdo. Recuerdo. Sólo tenía un amigo, mi muñeco Gorogó, que, naturalmente, más tarde incorporé a una de las novelas con las que me siento más identificada, «Primera memoria». Aunque no haya escrito nunca una novela autobiográfica, estoy en sus páginas. Todo eran inventos, hasta que supe que en la Literatura - en grande -, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas. Gorogó lo sabía, lo sabe y no me ha abandonado desde el día en que mi padre, teniendo yo cinco años, me lo trajo de Londres, donde lo llaman algo así como Golligow.

Mi padre sabía que a mí no me gustaban las muñecas, ni los juegos de las niñas de aquel tiempo: mujeres recortadas, las llamé yo. Imitar a mamá y a las amigas de mamá era todo su futuro. Gorogó, como entonces, sigue conmigo ahora, lo llevo a todos mis viajes, y le sigo contando lo que no puedo contar a nadie. (Hoy también me espera en el hotel.)

Y sigo haciéndole partícipe, por ejemplo, del miedo que siento por tener que pronunciar estas palabras, y, sobre todo, ante quienes debo hacerlo. Gorogó, estás aquí - mi mejor invento -, estás a mi lado, viejo amigo, en este día inolvidable, con tu ojo derecho ya nublado, como el mío, aunque ya no luzcas aquellos cabellos negros, hirsutos, de limpiachimeneas dickensiano, aunque falten los botones de tu frac azul... ¡Cómo nos parecemos, Gorogó!

¿Te acuerdas de aquel día, que hoy me devuelves con toda la añoranza y el encanto-desencanto que compone una vida tan larga...? ¿Y recuerdas la timidez, el asombro y la audacia de mis casi veinte años, cuando por primera vez me asomé al mundo editorial, del que lo ignoraba todo? La osadía que impulsa a los adolescentes y a los ignorantes y a los fabricantes de inventos y de sueños - ¿acaso no son, a veces, una misma cosa? Todo eso me empujó a llevar mi primera novela -escrita años antes, a los diecisiete- a probar fortuna en una de las más prestigiosas editoriales. 

«San Juan dijo: "el que no ama está muerto" y yo me atrevo a decir: "el que no inventa, no vive"»
Pero mi mayor osadía era no sólo llevar una novela casi adolescente a una importante editorial, sino que, encima, la llevaba escrita a mano, en un cuaderno escolar, cuadriculado, con las tapas de hule negro. (Si alguien de mi edad me está escuchando, sabrá de qué tipo de libreta hablo. Eran las libretas de la posguerra.) Yo iba a Destino cada día, con mi libretita bajo el brazo, diecinueve años y calcetines -que entonces estaban de moda a esa edad - y mi aspecto aún más aniñado del normal. Un empleado que se había fijado en mí (debía de resultar patética) se conmovió con mis pretensiones y mi libreta y me consiguió una entrevista con el director. Se trataba del novelista Ignacio Agustí, que acababa de tener un enorme éxito con su novela «Mariona Rebull».
Cuando vio mi cuadernito lleno de letras e «inventos, tuvo la delicadeza de no manifestar ni burla ni extrañeza. Debo agradecérselo, era un verdadero señor. Con infinita paciencia, me explicó que debía pasarlo a máquina y que ellos la leerían, y que ya me dirían algo. Aún hoy me sonrojo recordándolo. Era la criatura más ignorante y despistada de cuanto el mundo editorial se refería. Nadie de mi entorno, ni familiares, ni amistades, conocidos o saludados (como diría Josep Pla) había tenido nada que ver con el mundo editorial. Eran lectores, eso sí, pero de la confección de un libro lo ignoraban todo. Afortunadamente, la lectura y los libros no escasearon en mi casa ni en mi familia. Cosa que he de agradecerles, porque no era muy frecuente en la España de entonces.

Pocos días después, tuve la enorme alegría - y, por qué no decirlo, el vago temor- de que la editorial Destino me contratase el libro. Eso sí, con la sorpresa de mi estupefacto padre, a quien yo no había anticipado nada de aquellos afanes, y que fue requerido para dar validez a mi contrato con su firma, pues yo era menor de edad. Animada por el éxito de aquellos primeros pasos, y enterada de la existencia del Premio Nadal -que había ganado otra mujer joven, Carmen Laforet, aunque ella era algo mayor que yo -, envié mi segunda novela, escrita a los diecinueve, con la esperanza de obtenerlo yo también. No fue así, pero tengo aún la satisfacción y acaso orgullo de constatar que quedó en tercer lugar, cuando se llevó el premio el gran Miguel Delibes. La novela citada, llamada «Los AbeI», y escrita, que no publicada, a los diecinueve años, suplantó en el contrato a Pequeño teatro (que, once años más tarde, obtuvo el Premio Planeta).

Y ese fue mi verdadero bautizo de entrada en el mundo editorial. Empecé a conocer a escritores y todo tipo de gentes de «invenciones», puesto que me aparté totalmente del que había sido hasta aquel momento mi entorno natural. Conocí y viví un clima distinto, muy distinto del que había sido el mío habitual hasta aquel momento, y que, paradójicamente, resultaba mucho más afín a mi naturaleza. Y continué inventando invenciones, y viene a mi memoria un día en que inventé el «arzadú»... Brotaba esporádica, espontáneamente, cuando buscaba el nombre de una flor. Si existía, vivía sólo en la memoria de su delicadeza, su color, su perfume, aunque no constara en ningún libro nicatálogo de botánica. Y, así, llegó un día en que estudiosos y minuciosos profesores y escolares americanos se interesaron por el arzadú, y me brearon a preguntas: no lo encontraban por ninguna parte. Y yo, cobarde, me presté a seguir inventando el arzadú. Tuve que continuar inventándolo durante años, incluso me vi obligada a dibujarlo en las pizarras, y variaba su color, del rojo al blanco, según me pareciera pertinente...

«Por fin en España se empieza a reconocer en el cuento, en el relato corto»
Desde aquí les pido perdón a aquellas gentes de buena voluntad. Tómenlo como lo que era: una invención más. La había introducido no sólo en algunos de mis cuentos, sino también en alguna novela; y, al fin, yo me lo creía, y me lo creo: el arzadú brota cada primavera, o cada otoño, en las vastas y ahora ya remotas colinas de los sueños. De los sueños que convierten Aldonzas en Dulcineas, y quién sabe cuántas flores más. Tantas como soñadores, o poetas existan.
Y cuando por fin vi publicado por vez primera mi primer libro,Los Abel, dormí toda la noche con el ejemplar bajo la almohada. Y el gran honor con el que hoy se me ha distinguido reúne para mí tanto una trayectoria literaria como vital: no puedo separar la una de la otra. Desde que tengo uso de razón, he leído, he escrito, he escuchado ... Desde aquel primer cuento inventado a los cinco años hasta este último libro, que los recoge casi todos, compruebo con satisfacción que por fin el cuento ha ingresado entre los géneros respetados de nuestra literatura. Aun cuando contemos con entre sus cultivadores desde el inmenso Cervantes, que honra con su nombre este premio, hasta los más recientes de nuestros escritores, jóvenes y no tan jóvenes, hasta hace poco aún se lo ha considerado literatura «menor». 

Pero por fin en España se empieza a reconocer en el cuento, en el relato corto, el valor y la importancia que merece. Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas -que, por cierto, no fueron escritos para niños, sino que obedecen a una tradición oral, afortunadamente recogida por los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, y en España, donde tanta falta hacía, por el gran Antonio Almodóvar, llamado «el tercer hermano Grimm» -, me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal vez que ser niño significa ser idiota, convierten verdaderas joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios. ¿ Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego - como está mandado -, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: «Érase una vez ...» y habían dejado la televisión para escucharlas.

Yo no había cumplido los once años cuando estalló la guerra civil española. Unos niños acostumbrados a no salir de casa si no era acompañados por sus padres o la niñera nos vimos haciendo interminables colas para conseguir pan o patatas. No es raro, pues, que yo me permitiera, años más tarde, definir esa generación a la que pertenezco como la de "los niños asombrados". Porque nadie nos había . consultado en qué lado debíamos situarnos. Nadie nos había informado de nada y nos encontramos formando parte de un lado o de otro, tal y como me confesó un día Jaime Salinas. Yo, ahora, sólo recuerdo que el mundo se había vuelto del revés, que por primera vez vi la muerte, cara a cara, en toda su devastadora magnitud; no condensada, como hasta aquel momento, en unas palabras -«el abuelito se ha ido y no volverá ...» - , sino a través de la visión, en un descampado, de un hombre asesinado. Y conocimos el terror más indefenso: el de los bombardeos. Y aquellos cuentos, aquellas historias «impropias para niños», añadieron en su ruta interna de niña asombrada un aprendizaje. Atroz. Mucho más atroz que los cuentos de hadas.

«Si en algún momento tropiezan con una historia, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado»
En lugar de cuentos aislados, empecé a escribir entonces una revista, de la que era editora, escritora y repartidora, una revista «a mano» que se pasaban unos a otros mis hermanos y mis primos, algún amigo ... Había de todo: desde cuentos, por supuesto (que siempre acababan con un «continuará» del que yo aún no tenía clara noticia), hasta crítica de cine, con sus correspondientes fotografías recortadas de alguna revista. Y recuerdo ahora como, en medio de todo aquel horror, qué encanto, qué maravilloso invento de la vida era para mí aquella llamada revistilla ... y todo lo que yo ignoraba, que sería lo que continuaría mañana ... Entonces escribí mi primera novela. Se llamaba Juanito, y ocurría durante la Revolución Francesa. Pero pueden imaginar qué extraña Revolución Francesa relataba ... Claro está: me la inventé, pero algo tienen los inventos-sueños, porque, cuando durante la noche, toda la casa dormida, acudía al cuarto de mis dos hermanos, José Antonio y José Luis, y, ayudada por una linternilla de pilas, se la leía, protestaban cuando yo decía «continuará». (Y eso quería decir hasta la noche siguiente.)
Entonces parecía llenarse de magia la habitación a oscuras de los niños. Niños asombrados – como cuando, en cierta ocasión, vi surgir, al partir un terrón de azúcar en la oscuridad, una chispita azul-, algo que me reveló que yo sería escritora, o que ya lo era. Con ello sólo quiero decir que aquella lucecita azul, aquel virus, no me abandonó nunca. Cuando Alicia, por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. Se lo inventó, como la música de papá. Ahora, tras estas deshilvanadas palabras, ojalá haya logrado trasmitirles algo de mi alegría, mi gratitud por la distinción que aquí me trae. Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que trasmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.”
(Discurso del Premio Cervantes)

domingo, 22 de junio de 2014

La Belleza como Tortura: La Vulva





La vulva es el conjunto de los órganos sexuales primarios externos de las mujeres. Está constituida por el monte de Venus, los labios y el clítoris.

En la tradición de diversas culturas africanas como los khoisan, los baganda, bagishu, los venta o los makua, entre otros, las mujeres se alargan de manera considerable los labios menores de la vagina. Para conseguir este estiramiento cuando son jóvenes se hacen friegas con el jugo de determinadas plantas y se atan pequeñas piedras en forma de plomada. Entre algunos de los grupos también se alargan el clítoris.

En la tradición de estas tribus étnicas una mujer difícilmente se podía casar sin mostrar esta hipertrofia, que se consideraba importante tanto para el coito como para la imagen femenina.(*)
(*)Josep Martí Ferran Cabrero, “La cultura del cuerpo y Los pueblos indígenas




En la “presión” que hace “la Industria de la Belleza” en  diversas culturas occidentales para parecer siempre joven se oferta un tratamiento Láser de Blanqueamiento Vulvar. Para vender este tratamiento se anuncia de la siguiente manera: “Mejora la estética vulvar y luce más joven, aumentando así la sensación de bienestar y la autoestima de la mujer, en particular durante sus relaciones sexuales”

¿Os asusta que las mujeres khoisan,  baganda, bagishu,  venta o  makua,  se alargen los labios menores de la vagina atándose pequeñas piedras? Preguntadles qué opinan del blanqueamiento de la vulva.

A todo esto hay que añadir, la tortura de la depilación. Hasta hace poco el vello púbico no se solía depilar, aunque a veces se recortaba o se depilaba parcialmente, en función del bañador, pero a medida que el tamaño de los biquinis se reduce, la depilación se dispara.  ¿Quién no ha oído hablar de las famosas ingles brasileñas? Y lo que es peor, con la influencia de las actrices  de cine porno, empieza a estar de moda depilar, completamente, el vello de esta zona.

La tortura de la depilación no solo “la padecen” las mujeres de  los países occidentales, también las mujeres árabes conocen su tiranía.

Lo Natural es Hermoso. Ese debería ser el lema de la Mujer Libre. Y a quien  no le guste que no mire. La aceptación de los/as demás no debe basarse en criterios ésticos,sino éticos. La verdadera autoestima es quererse como uno/a es.

jueves, 19 de junio de 2014

La República es como el Feminismo, no tolera los privilegios






La República es como el Feminismo, no tolera los privilegios. Las Mujeres que hemos emprendido el camino de la Igualdad no podemos tolerar los privilegios que lleva añadidos la corona. En la República existe igualdad de oportunidades para acceder a cualquier cargo. La monarquía es un régimen en el que no se contempla la igualdad. No hay elecciones a Rey, oposiciones a Rey ni ninguna otra forma de que un ciudadano/a pueda llegar a la corona. Es pues una institución antidemocrática, que no se elige. Se hereda de padre a hijo y cuando digo de padre a hijo y no a hija estoy hablando con conocimiento de causa. Estoy hablando de la Ley Sádica. Ay! .Perdón quería decir la Ley Sálica esa que dice en :



Nulla portio hæreditatis de terra salica mullieri venial, sed ad virilem sexum tota hæredita.

Algunos la llaman la ley semi-sálica. Es decir, prevé que una mujer pueda reinar en ausencia de varones con derecho según el sistema compuesto de las reglas siguiente:
-Primogenitura: prima el hijo mayor sobre el menor.
-Representación: los nietos ocupan la posición de su padre (príncipe heredero) en la línea sucesoria si dicho padre muere, primando sobre cualquier hermano del padre (los sobrinos, hijos del príncipe, priman sobre los tíos, hermanos del príncipe).
-Primacía de la línea anterior (hijo) sobre la posterior (nieto) en la misma línea de sangre.
-Primacía del grado próximo (hijo) sobre el remoto (sobrino).
-Varonía: a igualdad de grado (entre hermanos), prima el varón sobre la mujer.
-Mayor edad: a igualdad de herederos del mismo sexo, prima el mayor sobre el menor.







Y encima se es rey por la gracia de Dios. Las ateas sabemos en que consisten “las gracias” divinas. Lo mismo te saca una mujer de una costilla que un rey de la manga. Unas bromas muy pesadas para ser un señor tan mayor y con una barba tan blanca.

Ahora que las Mujeres ya no quieren ser Princesas ,¿nos van a imponer de nuevo los Reyes?.No, por favor. Los Reyes sólo en los cuentos. Las Princesas también. Solo en los reinos de la fantasía y no en la vida real se pueden tolerar los privilegios. Sobre todo si los cuentos son de ciencia-ficción

miércoles, 18 de junio de 2014

La Belleza como Tortura: Las fosas nasales de las Mujeres Apatani



Los/as Apatani o Tanii, son un grupo tribal  que viven en el valle Ziro, en Arunachal Pradesh, en la India. La población total es de aproximadamente 60.000 en todo el estado. Su lengua pertenece a la familia sino-tibetana. No existen registros escritos conocidos de la historia de las tribus apatanis. La leyenda sostiene que la joyería de la nariz de las mujeres tiene una historia oscura. Se decía que las mujeres apatanis eran las más bellas de la región, y como resultado  sus aldeas eran constantemente invadidas por las tribus vecinas para  secuestrar a las mujeres. Para defenderse, las mujeres comenzaron a estirar las joyas en sus fosas nasales y  a tatuarse una línea por el centro de su cara y  cinco líneas en su barbilla. Querían, según cuenta la leyenda, parecer poco atractivas para los hombres de las tribus vecinas.




Sin embargo, según algunos antropólogos, no está tan claro si realmente la razón era estar feas. Si fuera así, no se entendería que el tatuaje y sus marcas en la nariz hayan sido tan populares entre las mujeres a lo largo de tantas décadas.

En la actualidad esta práctica se está perdiendo gradualmente. Las mujeres más jóvenes de esta comunidad han dejado estas prácticas tradicionales. La última mujer con las fosas nasales deformadas tiene 42 años






Más fotografías de las mujeres apatani en :

domingo, 15 de junio de 2014

La Belleza como Tortura: Los Tacones Altos






Si a nuestro cuerpo le sentara bien los tacones, la Naturaleza nos hubiera hecho con pezuñas. Esa es mi opinión. Claro que yo defiendo con uñas y dientes que cada uno/a se vista como le dé la gana. Cada una puede llevar lo que quiera. Estaría bueno que yo dictara leyes sobre si llevar tacones altos o planos. Pero estaréis de acuerdo que son una tortura.







Los expertos alertan de que más de cuatro centímetros de altura atentan contra la salud. Lo primero que se debe tener en cuenta es que el uso del tacón cambia el punto de eje natural que tiene el pie. Con esto hace que el balance sea más inestable y por lo tanto puede afectar las rodillas, caderas y la columna. Además, los zapatos con tacón alto  tienden a ser mas estrechos en la punta con esto daña el hueso del talón al forzarlo.  El 70% del peso corporal debe reposar en el talón y el 30% en el antepié. Asimismo, con los tacones altos la curva lumbar se acentúa. El uso de tacones  provoca :     dolor en los pies ,artrosis en las rodillas, dolor de espalda, acortamiento y dolor en los músculos de la pantorrilla, Neuroma de Morton, juanetes, callosidades en los dedos y la planta de los pies y dedos de martillo, predisposición a caídas y lesiones de los tobillo



Pero están de moda y realzan la figura. La publicidad nos dice que los tacones nos hacen “¡tan femeninas!”.Y las mujeres desde pequeñas han interiorizado el mantra que,  machaconamente, les inculcan “Para presumir hay que sufrir”. Ellas mismas. Hasta aquí nada que objetar. Salvo que reflexionemos sobre el concepto de “Feminidad”, un concepto muy voluble que cambia cada año con la moda impuesta por las multinacionales de la “belleza”. Insito, mientras las mujeres lleven los tacones altos porque quieran, a pesar de que no resulten cómodos, no puedan correr, saltar, o moverse con facilidad, o creen problemas de salud por mi parte nada que rebatir .

Sin embargo,me gustaría denunciar el sexismo que existe en el trabajo con respecto a la vestimenta de las mujeres. En la mayoría de los trabajos cara al público a las mujeres se las exige que lleven tacones.Un ejemplo: una amiga mía trabajaba como azafata de congresos. Ellos llevaban corbata,ellas trajes ajustados y tacones altos. Ellos se movían con facilidad. Ellas no tanto. A mi amiga a la media hora ya le torturaban los tacones. Se sentía cansadísima. Habló con el jefe para decirle que si podía ir con tacones más bajos.El jefe le respondió:”O los tacones o nada”.Mi amiga no tuvo más remedio que elegir  la Nada. Yo hubiera hecho lo mismo. Eso es lo que quiero denunciar: la obligación que tienen las Mujeres de llevar tacones para poder conseguir algunos trabajos
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“Camina una milla en sus zapatos” es una iniciativa antimachista para promover "una masculinidad comprometida con la igualdad". La idea  nació en Toronto, Canadá, y  se desarrolla en distintas ciudades del mundo para concienciar sobre la violencia sexual. Cada 27 de septiembre hay hombres de todas las edades que salen a la calle a caminar con tacones. “No se puede entender a nadie –dice uno de los participantes- hasta que no haces un esfuerzo por sentirte como esa persona durante un rato”. “No es fácil caminar en sus zapatos, pero es divertido”.

Una milla son 1,6 kilómetros. Me pregunto que harían estos hombres solidarios si tuvieran que caminar más, o estar 8 horas de pie, trabajando, con los zapatos de tacón alto.  Sé lo que haría yo: no  soportaría tanta tortura.

sábado, 14 de junio de 2014

La Belleza como Tortura: Los "Pies de Loto" de las Mujeres Chinas




En China, con la dinastía Sung, surgió la costumbre de vendar los pies de las niñas, llamados "los pies de loto dorado", por la similitud con esta flor. Los pies pequeños eran considerados como la máxima expresión  de sensualidad en el cuerpo femenino. Esta práctica ha estado vigente, al menos, durante 2.000 años. La práctica se popularizo primero entre damas de la alta cortesía y luego, se extendió a todos los estratos sociales. Al principio era un capricho, un canon de belleza a seguir, pero después la tradición se convirtió en obligación y sufrimiento, y todas las jóvenes, incluso en contra de su voluntad se veían obligadas a sufrir esta cruel tortura. 





El vendaje de los pies, comenzaba a edades muy tempranas, entre los 4 y 8 años. Los pies se ponían en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel, en ese momento su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Se esperaba hasta los 4 años de edad mínimos, para evitar que, de hacerlo antes, la niña pudiera perder por completo la facultad de andar.




Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias y durante 10 años. Esto provocaba, obviamente, una deformación en la estructura ósea del pie.






Como el encanto de  una mujer residía en sus minúsculos pies, toda muchacha con los pies pequeños tenía las mejores perspectivas de casamiento.  Estar lista para casarse, en aquella época, tenía mucho que ver con poseer pies perfectamente vendados. Para que los pies se convirtiesen en loto dorado –obra de arte y objeto de deseo– debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos. El vendaje era una manera de rehacer el cuerpo para esconder la naturaleza y despertar la imaginación erótica de lo oculto.







Para los hombres el principal efecto erótico era el "andar de loto": los pequeños pasos, el oscilante y frágil caminar de una mujer cuyos pies habían sido vendados. Las Mujeres evitaban poner el peso del cuerpo en la punta del pie y tendían a caminar predominantemente en sus talones. Como resultado, las mujeres que habían pasado por el proceso del vendaje caminaban cuidadosamente y con paso vacilante. El hecho de que el pie vendado estuviese oculto a los ojos de los hombres era sexualmente estimulante.





Otro atributo de las mujeres con los pies vendados era la limitación en su movilidad y, por lo tanto, su impedimento para tomar parte en la vida política y social. Los pies vendados volvían a las mujeres dependientes de sus familias, particularmente de sus esposos. Se convertían en un apreciado símbolo de castidad y propiedad del hombre ya que la mujer quedaba restringida a su hogar y no podía aventurarse lejos sin escolta o la ayuda de sirvientes.

Muchas de las mujeres que se sometieron a esta dolorosa práctica quedaron con incapacidad permanente.

 




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