miércoles, 27 de enero de 2016

Victoria Ocampo



Victoria Ocampo (Buenos Aires, 7 de abril de 1890 –27 de enero de 1979) Escritora, intelectual, ensayista, traductora, editora y mecenas argentina.

Participó desde su juventud en las primeras manifestaciones de los movimientos feministas, intelectuales y antifascistas argentinos, lo que la llevó a fundar en 1936 la Unión Argentina de Mujeres.

Fue la primera mujer en obtener una licencia de conducir en Argentina. La única latinoamericana en asistir a los Juicios de Núremberg. La primera mujer en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras y una de las principales figuras en la lucha por las causas de la mujer al impedir la reforma de la ley 11 357. Como directora de Sur, difundió a los más importantes escritores del mundo y promovió a talentos locales, como los casos de Borges o Julio Cortázar, a quienes dio a conocer entre los lectores de habla hispana.




Nacida en el seno de una familia aristocrática, fue educada con institutrices y su primer idioma fue el francés.

En 1924 publicó su primera obra, De Francesca a Beatrice, editada por la Revista de Occidente con la ayuda de José Ortega y Gasset.

En 1931 fundó la revista y editorial Sur, que promovió las obras literarias de importantes autores nacionales e internacionales como Federico García Lorca o Virginia Woolf hasta el cese parcial de su publicación en 1971


Sus viajes a lo largo del mundo le permitieron entrar en contacto con los principales exponentes de la literatura y el ámbito intelectual.

 En 1941, se instaló definitivamente en su residencia Villa Ocampo —actualmente perteneciente a la UNESCO—, que se convirtió en lugar de recepción de figuras extranjeras como Rabindranath Tagore, Roger Caillois, Ernest Ansermet o Indira Gandhi, entre otros.

Única latinoamericana presente en una de las sesiones de los Juicios de Núremberg, militó activamente en la oposición al peronismo, motivo por el cual fue arrestada durante 26 días en 1953.

Fue presidenta del Fondo Nacional de las Artes desde 1958 a 1973 y recibió diversas distinciones así como doctorados honoris causa por varias universidades y la Orden del Imperio Británico concedida por la reina Isabel II.

En 1977, se convirtió en la primera mujer en ser elegida miembro de la Academia Argentina de Letras.

Publicó diversos libros como La laguna de los nenúfares (1926), diez tomos de Testimonios y Tagore en las barrancas de San Isidro (1961).





Conoció y trabajó con varias personalidades como Waldo Frank,  Jacques Lacan, Ramón Gómez de la Serna, Leo Ferrero, Sergéi Eisenstein y Le Corbusier Keyserling,  Tagore,  Drieu La Rochelle, Jorge Luis Borges, Waldo Frank, Eugenio d'Ors, Walter Gropius, Ernest Ansermet y Alberto Prebisch, Adolfo Bioy Casares, José Bianco, Waldo Frank, Walter Gropius, Alfonso Reyes Ochoa, Thomas Mann, Thomas Stearns Eliot, André Malraux, Henry Miller, Octavio Paz, Guillermo de Torre, Raimundo Lida, Ernesto Sabato, María Luisa Bastos, Peregrina Pastorino, Nicolás Barrios Lynch, Enrique Pezzoni Gabriela Mistral, entre muchos otros.





La Unión Argentina de Mujeres


En marzo de 1936, fundó la Unión Argentina de Mujeres con ayuda de sus amigas Susana Larguía y María Rosa Oliver, al mismo tiempo que se llevaba a cabo la Guerra Civil Española.


Poco después, le escribió a María de Maeztu: «Si el fascismo triunfa en España, estamos perdidos en América». A medida que el régimen fascista avanzaba en la Argentina, apareció la propuesta de reformar la ley 11 357 para que la mujer casada no gozara de los derechos civiles que le habían sido otorgados en 1926. De ese modo, no podrían disponer de su persona ni de sus bienes y dependerían para todo del género masculino. La finalidad de la Unión Argentina de Mujeres era impedir la promulgación de esa ley mediante la fuerza de presión ejercida por las mujeres de todas las clases sociales agrupadas en la UMA. Ocampo, conocida por su lucha como defensora por los derechos de la mujer, fue elegida presidenta de la UAM.

La UAM comenzó a expandirse y se formaron subcomisiones y filiales en ciudades del interior, a la vez que se ofrecían conferencias, reuniones públicas y se repartían panfletos donde se divulgaba la necesidad de obtener:

1. Los derechos civiles y políticos de la mujer.
2. El incremento de leyes protectoras de mujeres en la industria, la agricultura o el servicio doméstico.
3. Amparo a la maternidad.
4. Protección del menor.
5. Desarrollo cultural y espiritual de la mujer.
6. La paz mundial.
7. Disminución y prevención de la prostitución.

Los panfletos, algunos redactados por Ocampo, se vendían en las esquinas por dos centavos; uno de los más populares fue La mujer, sus derechos y sus responsabilidades.

En agosto de 1936, pronunció un discurso radial transmitido simultáneamente en España sobre La mujer y su expresión con el fin de fomentar la solidaridad entre las mujeres de todo el mundo. Finalmente, la UMA logró su objetivo y el proyecto de la reforma fue anulado.

En su ensayo de 1936 titulado La mujer y su expresión, la escritora reflexionó acerca de la marginación de las mujeres en el contexto patriarcal y sobre su difícil relación con la cultura moderna, aspectos que de algún modo sintetizaban el problema de la búsqueda de una expresión femenina autónoma.


En una entrevista para la revista Plural, Ocampo, que jamás estuvo afiliada a un partido político, le dijo: «No me hablen de nuestro deber como mujeres de ayudar al triunfo del marxismo o de lo que fuere con la promesa de que su éxito nos proporcione el goce de todos nuestros derechos. No, no, no. Primero tiene que cambiar la situación de la mujer en el mundo. Después vendrán otros cambios que surgirán de ese y no viceversa».

En 1938, renunció como presidenta de la UMA




Frases de   Victoria  Ocampo

 
“Los hombres han hablado enormemente de -la mujer-, pero desde luego y fatalmente a través de sí mismos. A través de la gratitud o de la decepción (...). Se los puede elogiar por muchas cosas, pero nunca por una profunda imparcialidad acerca de este tema.”


“Mi única ambición es llegar a escribir un día más o menos bien, más o menos mal, pero como una mujer”.



"El monólogo del hombre no me alivia ni de mis sufrimientos ni de mis pensamientos. ¿Por qué he resignarme a repetirlo?"



"Te escribo como siempre para quejarme y decirte que la vida es estúpida, el mundo injusto, el destino ciego, la sociedad idiota, y nada más... tengo casi todo lo que se puede tener; una cosa me molesta: la inteligencia."



“Creo que, desde hace siglos, toda conversación entre el hombre y la mujer, empieza por un no me interrumpas de parte del hombre. Hasta ahora el monólogo parece haber sido la manera predilecta de expresión adoptada por él (La conversación entre hombres no es sino una forma dialogada de este monólogo). Se diría que el hombre no siente o siente muy débilmente la necesidad de intercambio que es la conversación con ese otro ser semejante y sin embargo distinto a él: la mujer”.




“El solo sujeto de que realmente puedo hablar y en nombre del cual me permito hablar con algún derecho de causa soy yo misma”.

“La vida social es un continuado concurso abierto entre los hombres para medir sus aptitudes con ánimo de ser preferidos por la mujer."
 
"Nacerá una unión, entre el hombre y la mujer, mucho más verdadera, mucho más fuerte, mucho más digna de respeto. La unión magnífica de dos seres iguales que se enriquecerán mutuamente puesto que poseen riquezas distintas"


"En la cárcel uno tenía la sensación de que tocaba fondo, vivía en la realidad."


"Hay libros cuya belleza formal es tan apretada, tan concluida, tan severa, que nada nuestro puede insertarse en ellos. Su superficie compacta y lisa no nos ofrece resquicio alguno. Nos queda sólo la posibilidad de aquiescencia o de rechazo."


"Lo que desde ya sabemos afirmar de América es que estamos enamorados extrañamente de ella. Y ese amor, como todo gran amor, es una prueba. Prueba que arroja sobre nuestras incapacidades e imperfecciones una luz resplandeciente y cruel."