Marie
Anne Pierrette Paulze (Montbrison, Francia, 20 de enero de 1758 - 10 de febrero
de 1836), conocida como Marie Lavoisier está considerada como "la madre de
la química moderna".
Marie
Lavoisier ha sido frecuentemente mencionada en su papel de esposa del
científico Antoine Lavoisier, aunque son menos difundidos sus logros científicos
en la química.
Hija
de aristócratas, Marie fue la única mujer entre los cuatro hijos que tuvieron
Jacques y Claudine Paulze. La madre murió cuando ella tenía tres años y por tal
motivo Marie fue traslada a un convento. Este triste acontecimiento es el que, paradójicamente,
contribuyó a su buena educación, pues eran los conventos del siglo XVIII los
lugares más apropiados para acceder a una educación sobresaliente.
Dadas
sus dotes y habilidades intelectuales,
su formación fue consolidándose de tal modo que adquirió fama de mujer culta y
erudita. Sabemos que dominaba varios idiomas –entre ellos el latín y el
inglés–, que estudió pintura y que se convirtió en una diestra dibujante y
grabadora.
Marie-Anne tenía 14 años cuando se casó con
Antoine, de 28, en aunque arreglada también a la usanza de esos tiempos. Tras
ella, la joven pareja entabló un efectivo encuentro emocional en el que ambos
terminaron realmente enamorados un matrimonio feliz y armonioso en el que
reinaron la confianza, el aprecio y la fidelidad
Marie-Anne
asistía a Lavoisier en el laboratorio durante el día, anotando observaciones en
el libro de notas y dibujando diagramas de sus diseños experimentales.
Los
estudios que realizó con el pintor Jacques-Louis David le permitieron dibujar
con precisión los aparatos del laboratorio, algo que finalmente resultó de gran
utilidad cuando se buscó entender los métodos y resultados de Lavoisier.
Madame
Lavoisier fue también la organizadora y editora de los informes.
Juntos,
los esposos Lavoisier rehicieron el campo de la química que, habiendo tenido
sus raíces en la alquimia se había convertido en un saber dominado por la
noción de flogisto difundida por Georg Stahl.
En
el siglo XVIII la idea del flogisto (un elemento similar al fuego que se libera
durante la combustión) fue usada para describir las propiedades aparentes de
los cambios que la materia experimentaba cuando se quemaba.
Debido
a su dominio del inglés, latín y francés, Marie-Anne, realizó traducciones de
varios trabajos sobre flogisto para que su esposo los leyera.
Probablemente
su traducción más importante haya sido el Ensayo sobre Flogisto de Richard
Kirwan, traducido y a la vez criticado por Madame Lavoisier, con notas al pie
en la que puntualizaba los errores químicos del trabajo.
También
tradujo obras de Joseph Priestley, Henry Cavendish y otros investigadores, que
resultaron un aporte invalorable para Lavoisier.
En
el caso del flogisto, fue la traducción de Marie-Anne la que lo llevó a la
convicción de que la hipótesis era incorrecta, lo que a su vez lo orientó en
sus estudios sobre la combustión y su descubrimiento del gas oxígeno.
Se
puede entender así la razón de que hoy muchas historiadoras no dudan en
otorgarle a Marie-Anne el título de “Madre de la Química”.