jueves, 28 de enero de 2016

"Revolucionar lo Cotidiano. Cotidianizar la Revolución"




El feminismo del siglo XXI debe cumplir dos condiciones para salir fortalecido en este momento histórico excepcional, marcado por la reacción patriarcal y neoliberal. El primero de ellos es que ha llegado la hora de que su mirada se dirija más hacia fuera que hacia dentro. Los debates intrafeministas no pueden ser la actividad fundamental del feminismo, mientras el capitalismo intenta borrarnos de la historia. La obligación de las feministas es ofrecer análisis y respuestas. Y eso pasa necesariamente por vincular el movimiento feminista y la sociedad.

La segunda condición está relacionada con el hecho de que las políticas económicas neoliberales se han convertido en el dispositivo de mayor opresión para las mujeres. Cuanto más abdica el Estado de sus funciones sociales, más aumenta el trabajo gratuito de las mujeres. Y a medida que se transforma el mercado laboral global, empeora el estatus de las mujeres en el interior de ese inhumano espacio. Sin embargo, hay que precisar que el objetivo político feminista no debe ser la crítica de las políticas económicas neoliberales sin más; el feminismo debe ir más allá e identificar la política patriarcal del neoliberalismo.

El feminismo del siglo XXI no debe agotar su crítica política en la brecha salarial o en el mejoramiento de las condiciones de empleo de las mujeres, que son importantes, sin duda alguna. La política feminista debe entender que el capitalismo neoliberal, en alianza con los patriarcados locales, está privando de derechos conquistados a las mujeres que los habían conseguido, está articulando nuevos espacios de subordinación e incrementando la explotación y feminizando la pobreza. Y todo esto en medio de un creciente e instrumental aumento de la violencia contra las mujeres. Si el feminismo no busca respuestas en la crítica radical a las dimensiones patriarcales de la economía política neoliberal y se centra en la sociedad civil, en alianza con otros movimientos sociales, corre el riesgo de quedarse fuera de la historia.

Fuente: Rosa Cobo - Profesora de Sociología del Género y Directora del Centro de Estudios de Género y Feministas de la Universidad de A Coruña