La casta kadugolla está formada por unas 15.000 personas
repartidas sobre todo en los Estados de Andhra Pradesh, Maharashtra y Karnataka
en la India. Son pastores de cabras y ovejas, seminómadas. Están en un escalón
económico y social muy bajo. Viven apartados de núcleos urbanos y siguen
fielmente las tradiciones y los mandatos de su religión. Esta dice que las mujeres que
tienen la menstruación y las que acaban de parir deben vivir apartadas del
resto durante un tiempo porque contaminan. Deben vivir en una cabaña porque es
lo que quieren los dioses. Las mujeres son impuras a ojos de su familia, de su comunidad
y de sus dioses porque han dado a luz.
Por eso las madres recientes deben vivir hasta dos meses en
diminutas chozas de paja. No pueden entrar en esta porque ofenderían a los
dioses, sus paseos están restringidos a cuatro o cinco metros a la redonda y
nadie puede tocarlas porque, según la superstición kadugolla, también serían
contaminados.
Los bebés no tienen nombre, y no se los pondrán hasta que
cumpla los nueve meses, una costumbre extendida debido a la alta mortalidad
infantil en India. La causa de muerte más frecuente entre los bebés kadugolla
son las neumonías que sufren por vivir a la intemperie. A las niñas se les
pinta manchas negras dibujadas sobre su cara para afearla y así ahuyentar a los
malos espíritus.
A muchas mujeres no les gusta la tradición que la encierra
en una cabaña dos meses cada vez que da a luz. Quieren que esta norma
desaparezca, pero no tienen voz ni voto en su familia. Sin embargo, las mujeres
más mayores sostienen que los kadugolla cumplen con su tradición desde hace
generaciones y afirman que no le gusta que las madres recién dadas a luz entren
en sus casas
Para librarse de esta incomodidad, muchas mujeres recurren a
una medida extrema: someterse a una histerectomía, es decir, extirpar el útero
total o parcialmente. Pero, solo la educación y la sensibilización son las
claves para acabar con estas prácticas machistas
Texto resumido de un original de Lola Hierro