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Podría
buscar mil textos inteligentes, reflexivos, rigurosos sobre el papel de la
mujer en la Revolución mexicana, pero creo que el texto de Eduardo Galeano en
un puñado de palabras lo dice todo:
"Las
invisibles"
Mandaba
la tradición que los ombligos de las recién nacidas fueran enterrados bajo la
ceniza de la cocina, para que temprano aprendieran cuál es el lugar de la
mujer, y que de allí no se sale.
Cuando
estalló la revolución mexicana, muchas salieron, pero llevando la cocina a
cuestas. Por las buenas o por las malas, por secuestro o por ganas, siguieron a
los hombres de batalla en batalla. Llevaban el bebé prendido a la teta y a la
espalda las ollas y las cazuelas. Y las municiones: ellas se ocupaban de que no
faltaran tortillas en las bocas ni balas en los fusiles. Y cuando el hombre
caía, empuñaban el arma. En los trenes, los hombres y los caballos ocupaban los
vagones. Ellas viajaban en los techos, rogando a Dios que no lloviera. Sin
ellas, soldaderas, cucarachas, adelitas, vivanderas, galletas, juanas, pelonas,
guachas, esa revolución no hubiera existido. A ninguna se le pagó pensión.
Es
bien sabido el importante papel que las mujeres desempeñaron en la Revolución
Mexicana. Sin la colaboración de las mujeres no hubiera sido posible ninguna revolución. Es más, sin ellas no hubiera
habido Historia
(con mayúsculas).
En
la imagen de arriba: La Adelita.
En
la imagen de abajo: Las soldaderas
Las
soldaderas solían viajar encima o debajo de los trenes, las prostitutas iban en
el interior.
Más información en
"Encargadas
de las tareas domésticas, como siempre, pero en tiempos de guerra en medio de
condiciones más adversas, peregrinando de un lugar a otro, pernoctando en los
campamentos improvisados, se ocuparon no sólo de alimentar a la tropa, lavar la
ropa y cuidar a los hijos, sino también de atender a los heridos, servir de
correos y de espías en los pueblos, abastecer de armas y brindar compañía
sexual a sus hombres".
La
gran mayoría de mujeres campesinas se incorporan a los distintos ejércitos en
función de su lugar de origen, acompañando al padre, esposo o hermano, por
propia voluntad o bajo el viejo sistema de leva.
El
rapto y la violación fueron actos de agresión que las mujeres padecieron en
este periodo de ilegalidad y en nombre de las distintas facciones. Diversos
relatos hablan de esos abusos sexuales. Algunas de ellas fueron, La Cucaracha,
La Generala, y María Pistolas entre otras.
“Sin las soldaderas no hubiera habido Revolución Mexicana Las soldaderas
tenían muchas tareas como simples mujercitas con menos merito que una yegua. Ellas cuidaban, vestían y alimentaban, a sus soldados, cargaban
metates, trincheras, pólvora, y a sus hijos si es qué tenían. Y muy a pesar de
todas esas labores. “La pérdida de una yegua era irreparable para el soldado,
pero la perdida de una soldadera, pues ni modo,” dijo ella.
Los
soldados de la revolución arrasaban con ellas. Fueron bonitas, feas, viejas o
jóvenes. Se las robaban, violaban y las ponían como escudos cuando se
enfrentaban contra otros ejércitos. Ellas caminaban todo el día, porque
lógicamente, los caballos eran para los hombres "Estas mujeres durante el
día no tienen más hogar que la calle; y la cuadra del cuartel en la noche.
Sentadas en la banqueta, con el perro a sus pies, y el muchacho recostado
contra el canasto, forman frente á los cuarteles, grupos que ocupan media
calle; acompañan al marido o amacio en sus marchas militares, llevando a
cuestas al niño de brazos, al canasto lleno con ropa y los trastos de guisar
[...] La mayor parte son concubinas de los soldados pero fieles, y jamás tienen
dos amacios a la vez [...] Son celosas y valientes, habiendo, muchas veces,
saqueado las poblaciones pequeñas; pues se encargan de procurar alimentos á la
tropa; y los consiguen por la fuerza, cuando los rehusan los dueños de tiendas,
corrales ó rancherías".