Hoy es el aniversario del nacimiento de mi admirado Albert
Camus .Hoy sigo viva y, parafraseando a Camus, contenta de estar y de estar en
la luz, angustiada frente a la noche y a la muerte. Hoy miles de mujeres y
hombres venidos de todos los rincones marcharán por las calles de Madrid en
recuerdo de las que ya no están. Se llamaban como yo, como mis familiares, como
mis amigas. No podría nombrarlas a todas aunque quisiera.
Duele reducir vidas a cifras: han sido 1.378 muertas en los
últimos 10 años, 70 feminicidios en 2015. Este verano pasado, 37 mujeres y 8
menores murieron a manos de sus parejas, padres o parejas de sus madres. Estos
crímenes son sólo la punta del iceberg.
Todas ellas eran vulnerables, como los hombres que las
mataron. La vulnerabilidad es parte de la condición humana y no hace víctima a
nadie.
Hace víctimas un sistema que precariza la vulnerabilidad y
la diferencia, que fomenta la desigualdad y la dominación.
Un sistema que nos enseña a dominar o a callarnos ante los
abusos, a competir salvajemente o a cobrar menos, a tomar riesgos innecesarios
o a cuidar de los demás, a demostrar una erección permanente o la sumisión
esencial, a creerte “el puto amo” o un perdedor.
Hoy se pide que estos modos de entender la identidad y la
vida, que son palabras, que son prácticas, que son violencias, sean una
cuestión de Estado.
Sus consecuencias afectan de un modo directo a más de la
mitad de la población del país, es decir, a las mujeres. Su erradicación
debería motivar, y mucho, al resto. No es un asunto privado. Es un asunto
social grave y es posible solucionarlo.
Patrícia Soley-Beltran
7 NOV 2015(Resumen)