La caballerosidad, también conocida como sexismo
benevolente, es parte de nuestras costumbres. Una cosa es que un hombre te abra
la puerta y no le importe si tú haces lo mismo por él; y otra es que se niegue
categóricamente a aceptar tu oferta. El sexismo benevolente, que se considera
protector y caballeroso, responde a cómo la masculinidad (y, por contraste
binario, la feminidad) están construidas en torno a culturas conservadoras. El
sexismo benevolente se define como "las consecuencias negativas de la
actitud que idealiza a las mujeres como puras, morales, objetos dignos de la
adoración, la protección y la provisión de los hombres". Mucho de esto
comienza en la infancia y continúa bajo el manto que cubre la educación en la que
se enseña a las niñas a ser señoritas y a los niños a ser caballeros, en lugar
de seres humanos buenos y cívicos que se preocupan por los demás de igual
manera. En otras palabras, es aquello a lo que muchos llaman caballerosidad o
lo que implica ser un hombre de verdad. Los efectos negativos sobre las mujeres
están bien documentados, especialmente en el entorno laboral.
Existen investigaciones que muestran la correlación entre el
sexismo benevolente y la aceptación de las mujeres de los roles
predeterminados. Por ejemplo, ten en cuenta las expresiones que se emplean para
negar la diferencia de salarios. Hace poco, Phyllis Schlafly anunció que
eliminar la diferencia de salarios (al menos admitió que era real) impediría a
las mujeres encontrar marido. Este tipo de ideas está muy relacionado con la
concepción sistémica del trabajador ideal: un hombre que es el principal
sustento de su familia. Resulta un tema muy recurrente en las políticas
conservadoras sobre el trabajo y los géneros.
Lo de no ver el sexismo aunque sea evidente hace que la
gente con poder especule con que "el dinero es más importante para los
hombres". Quiero que os imaginéis a un político diciendo que el dinero es
más importante para los judíos. O para los negros. O para las personas altas.
La diferencia entre el dinero que gana un hombre y una mujer a lo largo de su
vida es enorme. Los sexistas
benevolentes son hostiles al éxito de las mujeres en su puesto de trabajo.
Deberíamos cuestionar esta forma de sexismo. Al fin y al cabo, podemos
esforzarnos por abrir las puertas por nosotras mismas, ya que, por desgracia,
no podemos concedernos un ascenso en el trabajo.(*)
Texto:Soraya Chemaly
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(*)Este artículo habla de EEUU pero en mi opinión puede ser válido para muchos países