Mariana
Pineda (Granada, 1 de septiembre de 1804-Granada, 26 de mayo de 1831). Símbolo
de la lucha por defender la libertad y la igualdad.
Mariana
Pineda fue una liberal española
ejecutada durante la restauración de Fernando
VII. Una heroína que murió en el
cadalso «por no declarar», como rezaba la copla que narró su ejecución.
A
los quince años se casó con el liberal Manuel de Peralta y Valte, y a los
dieciocho quedaba viuda, con dos hijos de corta edad. La joven mujer abrazaba
entonces la causa liberal en la que militaba el marido.
En
1831, Granada era una ciudad de 65.300 habitantes. Una población un tanto
recoleta, de acusado espíritu religioso, en la que se levantaban veintitrés
parroquias, tres monasterios y dieciséis conventos de frailes, diecinueve conventos
de monjas, una importante colegiata y media docena de ermitas. Una población de
contrastes, ya que al mismo tiempo era extremadamente librepensadora.
En
esta Granada llena de inquietudes, de temores y conspiraciones, de feroz
persecución a los liberales que se mantienen fieles a los principios de la
derogada Constitución, va a culminar en 1831 la contumaz militancia de Mariana
de Pineda contra el gran aparato represivo del sistema absolutista, con
cárceles hacinadas de presos políticos durante largos años o, por el contrario,
sometidos a juicios sumarísimos.
Mariana
se sabe vigilada de cerca por Ramón Pedrosa, subdelegado principal de Policía y
alcalde del Crimen de la Real Chancillería, figura principal de la política
granadina. A pesar del estrecho círculo en que se la va encerrando a partir de
1823, en que queda abolida la Constitución y se inicia la llamada «década
ominosa», son suprimidas las libertades y atropellados los legítimos derechos
del pueblo, entablándose una sorda lucha entre los dos partidos, blancos y
negros, liberales y absolutistas, Mariana visita a los presos llevándoles
auxilios, sirve de enlace con los exiliados de Gibraltar, esconde en su casa a
gente comprometida y prepara la fuga de la cárcel de un condenado a muerte.
Mientras
tanto, en Granada se vivían jornadas cruciales. Ante el fracaso de Manzanares y
el clima de terror reinante en la ciudad, Mariana de Pineda creyó oportuno
suspender el bordado de una bandera que había mandado bordar a dos hermanas del
Albaicín. Una de ellas mantenía relaciones con un sacerdote, y por una
inconsciente confidencia del religioso a su padre sería denunciado por éste a
Ramón Pedrosa, revelándosela existencia de una bandera para el proyectado
alzamiento, destinada a plasmar los sueños constitucionales de los liberales
granadinos.
La
policía obliga a las bordadoras a llevar la bandera a casa de Mariana, y
seguidamente se presenta a hacer un registro. Mariana adivina la maniobra y
esconde precipitadamente la bandera en el hueco de una hornilla, donde la
encuentra la policía. Era un tafetán de seda morado, con un triángulo verde en
media, en el que estaban a medio bordar las palabras: «Libertad, igualdad y
ley»; esta prueba inconclusa iba a ser el pretexto legal que la conduciría al
cadalso.
Mariana
de Pineda queda arrestada en su casa, de la que a los pocos días intenta
fugarse bajo un disfraz de anciana, pero su ausencia es descubierta y
reconocida en plena calle por la guardia que vigilaba la casa, siendo detenida
y encarcelada en el beaterio de Santa María Egipciaca.
El
decreto de 1 de octubre de 1830 sirvió de base para la aplicación de la pena
capital impuesta a Mariana «...por conspiración contra la seguridad del Estado
y los legítimos derechos del trono». La causa se vio a puerta cerrada, «sin
citación ni audiencia de la interesada». Fernando VII estimó la condena «justa
y arreglada a la ley» y firmó la sentencia de muerte. Su cumplimiento sería en
la forma ordinaria de «garrote vil». Al conocer la sentencia, la mujer replicó:
«El recuerdo de mi suplicio hará más por nuestra causa que todas las banderas
del mundo».
Si
Mariana accedía a dar los nombres de sus correligionarios sería indultada. Al
oír su proposición reaccionó vivamente: «Nunca una palabra indiscreta escapará
de mis labios para comprometer a nadie. Me sobra firmeza de ánimo para
arrostrar el trance final. Prefiero sin vacilar una muerte gloriosa a cubrirme
de oprobio delatando a persona viviente». La lealtad iba a ser su gesto
legendario.
En medio de las protestas de la población, fue
juzgada y condenada a morir a garrote vil. La sentencia se ejecutó en el Campo
del Triunfo de Granada, mientras la bandera que había bordado era quemada.
Mariana Pineda se convirtió en símbolo de las libertades y protagonista de
romances de ciego.
En
la mañana del jueves 26 de mayo de 1831 era ajusticiada Mariana de Pineda en
Granada, donde había nacido, en el seno de una familia noble.
En
torno a su figura y partiendo del mito popular, Federico
García Lorca escribió el drama Mariana
Pineda, que se estrenó el 24 de junio 1927 en Barcelona, con decorados y
vestuario de Salvador Dalí y con Margarita
Xirgu en el papel protagonista
Fuentes: Wikipedia, El País y www.biografiasyvidas