lunes, 16 de mayo de 2016

Eloísa :La figura mítica de la pasión amorosa


Eloísa (1101- 16 de mayo de 1164) Intelectual francesa de la Edad Media.

Es considerada la primera mujer de letras de Occidente cuyo nombre ha llegado hasta nuestros días.

La vida de Eloísa representa la figura mítica de la pasión amorosa que sobrepasa el amor cortés, muy popular en aquella época gracias en parte, al éxito de Tristán e Isolda

Debe sobre todo su fama a la relación amorosa que mantuvo con el gran escolástico  Pedro Abelardo (1079-1142). Y a que fue la primera abadesa de Paraclet.

 





Se educó en la abadía de 'Argenteuil, donde aprendió griego, latín y hebreo y posiblemente retórica. Según cuenta de ella Abelardo, «hermosa de cara, la distinguía aún más la amplitud de sus conocimientos de las letras».

A sus diecisiete años, y hacia 1117, su tío la envía a recibir las enseñanzas de Abelardo, famoso magister entonces de la escuela catedralicia de Notre Dame de París; la relación que se estableció entre ellos no es sólo de carácter intelectual, sino -lo cuenta claramente Pedro Abelardo-Historia de mis Desventuras también corporal.





Fruto de estos amores es Astrolabio, su hijo, a quien da a luz Eloísa en Bretaña, en casa de una hermana de Abelardo, y el matrimonio secreto entre Abelardo y Eloísa, que tiene lugar en París, y por causa del cual, el despechado Fulbert manda castrar a Abelardo.

Como condena, los amantes deben ingresar en un monasterio, Eloísa en el de Argenteuil y Abelardo en el de Saint-Denis. Posteriormente, Eloísa, junto con otras monjas (1129), ingresa en el monasterio del Paráclito, fundado años antes por Abelardo (1123), cerca de Troyes, y donde Eloísa fue abadesa hasta su muerte.




De ella sólo nos ha llegado una oración fúnebre de uno de sus poemas pero nada de su música.

Lo que sabemos de su escritura es la relación epistolar que mantuvo con Abelardo. Apasionada y erudita  más que erótica, esta correspondencia es considerada como precursora de obras epistolares posteriores como las de Madame de La Fayette, Laclos o Rousseau.

Las tres famosas cartas que Eloísa escribió a Abelardo datan  de la década de 1130. Las dos primeras son obras maestras de la literatura epistolar, y en ellas Eloísa demostró sus amplios conocimientos literarios y su maestría en el empleo de los recursos formales que la retórica epistolar ponía a su alcance para expresar su experiencia en forma desgarradora.

Eloísa mostraba en ellas su resentimiento hacia los acontecimientos que habían truncado trágicamente su experiencia amorosa, que recordaba como el único espacio de libertad al que había tenido acceso. Su íntima rebelión se expresó asimismo en la obstinación con la que declaró en su correspondencia que su entrega a la vida religiosa no había sido una elección sino una imposición del propio Abelardo, a pesar de que los monasterios femeninos eran lugares donde la libertad y la independencia de las mujeres podían expresarse en términos originales.





La definición que da Eloísa del amor en sus cartas es triplemente revolucionaria: primero porque es una mujer la que expresa su opinión sobre este tema, después porque habla desde su experiencia personal y, finalmente, porque la diferencia de sexos se traduce en diferentes formas de amar.

De Eloísa conservamos también sus Problemata, una serie de preguntas acerca de la Escritura que dirigió a Abelardo encabezada por una carta de introducción. La autoría de Eloísa sobre este texto nunca ha sido cuestionada, pero en cambio a menudo se ha dudado de que llegara a escribir su epistolario.

Como mujer del siglo XII, Eloísa estuvo sujeta a las rígidas codificaciones de la feminidad, por lo que a muchos autores ha sorprendido su independencia de juicio y la fuerza con que expresó una experiencia que se rebelaba contra dichas codificaciones.


La fuerza expresiva de estas cartas fue apreciada posteriormente por muchos autores como Jean de Meung o Petrarca , y Eloísa se convirtió en los siglos modernos en la heroína romántica de una tragedia amorosa.

Más allá de esta visión estereotipada, el epistolario de Eloísa puede contemplarse como la expresión vigorosa de la extrañeza de su ser mujer hacia las codificaciones patriarcales del sentir femenino.

Eloísa sobrevivió veinte años a Abelardo, y murió como abadesa del Paraclet en 1164.