Hace
unos meses publiqué en mi blog un artículo sobre sexualidad femenina, con el
título ni-putas-ni-ninfomanas-ni-enfermas
casi el mismo que el que tenía el artículo “Ni putas, ni ninfómanas, ni
enfermas: sexualidad y mujer” al que acompañaba una foto que tenía más de
anuncio de compresas que de escándalo puritano. Si ya habéis entrado en el
enlace lo habéis podido comprobar.
Pues
bien, me han dicho que Facebook lo ha censurado y no deja abrir el enlace. No
sé si por el título del post, por la foto o por j***r, que de eso facebook sabe
mucho, censurando cosas nimias y permitiendo violencia o grupos machistas
aberrantes.
Pero
una está ya curtida en frustraciones, reprobaciones, represiones, prohibiciones
y demás “nones”…así que, como a tozuda no me gana nadie, lo vuelvo a publicar,
eso sí, con una foto angelical y con un título distinto:”El sexo de las
Ángelas” a ver que pasa…
El
texto es el siguiente:
¿Qué
se espera de las Mujeres en el sexo? Decidme si no es para volverse loca del
todo:
Debemos
de ser señoras y castas para afuera, pero putas en la cama.
Debemos
tener deseo, pero ser pasivas y complacientes.
Con
mucho deseo; somos ninfómanas
Con
poco deseo; estamos enfermas
Con
muchas parejas: unas putas
Con
pocas parejas: unas estrechas
Con
orgasmos clitoridianos: inmaduras
Sin
orgasmos múltiples: defectuosas
Sin
eyaculación durante el orgasmo: incompletas (no estamos a la moda, claro)
Somos
lentas, complicadas, enigmáticas.
¿¿Algo
más??
Con
este panorama, señoras, una no tiene más remedio que mandar el sexo a freír
espárragos. Una mujer no puede tener una sexualidad normal, libre, placentera
con todo lo que le cae encima.
Y
luego me preguntan por qué las mujeres tienen menos deseo que los hombres. No
sé si las mujeres tenemos menos deseo, pero lo que es seguro es que el que
tenemos, lo tenemos reprimido, juzgado, comparado y patologizado.
Porque
nuestro deseo siempre es más o menos que otro: el masculino. No nos dejan tener
el que sea. Siempre comparándonos y estando a expensas de un modelo masculino
de sexualidad que no nos representa. Donde el coito es el imperativo, donde los
orgasmos no son para nosotras, sino para que el otro se sienta capaz y
competente. Donde estamos enfermas o eso nos hacen creer. Y donde es urgente
que nos mediquemos.
No
me gusta escuchar a compañeras sexólogas decir que cuando una mujer tiene poco
deseo y la sexualidad de una pareja se va al traste, intenten activar su vida
sexual yendo a un hotel. Porque la vida sexual de una mujer no se soluciona con
una escapada romántica cada vez que la puedan pagar. El problema es bastante
más recóndito, insondable y abismal. Y a grandes problemas, grandes soluciones.
Y
este no es un artículo sobre el patriarcado, pero la realidad es que el
patriarcado siempre lo impregna todo de una manera transversal. ¡Dejen a
nuestro deseo en paz! Y os diré una cosa, chicas, o hacemos algo para salir de
esta o andamos listas. Porque no podemos seguir sintiéndonos frustradas,
reprimidas, agobiadas, o hasta las narices de vivir la sexualidad a través de
los ojos de otro.
Laura Cámara. Sexóloga. “Ni putas, ni ninfómanas, ni
enfermas: sexualidad y mujer”