Las Mujeres tenemos que tomar las calles en demanda de IGUALDAD REAL en el mundo
laboral y en la sociedad. Porque la discriminación en el trabajo y en los
salarios, consolidada a lo largo de décadas, genera dependencia y subalternidad
social.
Algunos
datos:
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Siendo las mujeres el 51,3% de la población en edad de trabajar, nuestra tasa
de actividad en el mercado laboral se reduce al 46,4% (frente al 53,6% de los
hombres). Somos, asimismo, el 45,5% de la población ocupada, pero somos más del
50% de las personas en paro.
•
Quiere esto decir que, entre “inactivas” -sin demanda de empleo- (3.385.500) y
paradas (2.391.900), casi 5,8 millones de mujeres carecen de un salario que les
permita un proyecto de vida autónomo, doblando el número de hombres que
estarían en esa situación.
•
La BRECHA SALARIAL entre mujeres y hombres sigue siendo una de las
características fundamentales del empleo: las mujeres cobran de media, en
términos anuales, en torno a un 30% menos que los hombres y son aproximadamente
el 70% de quienes cobran una cantidad igual o inferior al Salario Mínimo
Interprofesional, fijado este año en 655,20 €/mes. Sólo el 58,9% percibe
alrededor de 1.000 €.
Estos
datos certifican, por un lado, su subalternidad en el mercado laboral (sectores
feminizados con más bajos salarios, temporalidad, tiempo parcial,…) y, por
otro, su menor incidencia –y presencia- en los centros de decisión y en la
escala social: con datos de 2014, sólo un 16,2% de mujeres accedía los Consejos
de Administración de las empresas.
•
Las “políticas de igualdad y de conciliación de la vida familiar y
profesional”, practicadas por los distintos gobiernos, han derivado, sobre todo
tras las últimas reformas laborales, en una potenciación sin precedentes de los
CONTRATOS A TIEMPO PARCIAL (temporales en la mayoría de los casos), más del 70%
de los cuales tienen nombre de mujer.
Y no es menos significativo, que el 90% de las
excedencias por cuidado de hijas e hijos o familiares sean también de mujeres;
siendo además un hecho que la MATERNIDAD, bajo el abanico de aparente
protección, lo que encubre es una penalización y discriminación directa,
dificultando la permanencia en el empleo remunerado y el ascenso en la carrera
profesional.
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De todo lo anterior podemos concluir que la situación de la mujer en el mercado
laboral no sólo es precaria y subalterna sino que tendrá -tiene- unas
consecuencias devastadoras en su acceso a los Sistemas de Protección Social
(ligados en su mayoría al trabajo en el sistema productivo) y, dentro de él, a
las cuantías y periodos de cotización (en los que las mujeres están en absoluta
desventaja), como son la prestación por desempleo, las pensiones, etc.,
•
Este último caso, el de las PENSIONES, conviene destacarlo, porque es el más
fiel reflejo de la desigualdad en el mercado laboral y afecta de lleno al
derecho a una vejez digna. Empecemos por decir que el 40% de las mujeres
mayores de 65 años no ha logrado cotizar más de 10 años, lo que le impide
acceder a una pensión contributiva, que requieren un mínimo de 15 años
cotizados. Estos “déficits” de cotización tienen como consecuencia que las
Pensiones de Jubilación se compongan de un 30% de mujeres, frente al 70% de
hombres, que han tenido carreras de cotización infinitamente más estables, con
unos salarios y unas bases de cotización también más altas, con lo que la
brecha de ingresos por este tipo de pensión oscila entre el 39% que cobran
menos que los hombres las mujeres de entre 65 y 69 años, y el 41% menos de las
de 70-74 años.
Las mujeres, sin embargo, superan con mucho a
los hombres en la de viudedad (93%), que son de menor cuantía (el 52% de la
base reguladora de la pareja fallecida), y representan el 81% de las no
contributivas (fijada este año en 367,90 €/mes), último recurso de aquellas que
han dedicado toda su vida “sólo” al trabajo reproductivo y de cuidados
Por
otro lado, la situación de las mujeres en el mercado laboral y su expresión en
el estatus económico y social, seguirá lastrada por el desigual reparto de las
cargas familiares.
Asimismo,
los enormes recortes que han sufrido, con la excusa de la crisis, servicios
públicos tan importantes para aliviar la carga de cuidados como la educación
infantil de 0-3 años y la Ley de Dependencia, y las regresivas reformas
laborales de los últimos años, han traído como consecuencia que la pretendida
corresponsabilidad no sea más que una falacia, ya que lo que está ocurriendo es
que los roles patriarcales están encontrando aún más sustento.
Si,
como dicen, los fieles valedores del sistema capitalista: la OCDE y el Fondo
Monetario Internacional (FMI), que de saldarse la brecha de participación
femenina en el mercado laboral, el PIB de Europa crecería entre un 12% y un 15%
adicional en los próximos 15 años; tenemos que deducir que no son “razones
económicas” las que mantienen medidas que tienen como consecuencia perpetuar la
desigualdad.
Pero,
sin duda, es el mantenimiento de este sistema capitalista y patriarcal, en el
que se sustentan las razones, las medidas y las políticas, que siguen situando
a las mujeres en una posición subalterna y desigual en la sociedad, en la
economía, en la cultura y de forma muy especial en el mercado laboral.
Porque entendemos que ningún proceso
revolucionario y de transformación podrá darse sin contar con el 51% de la
población.
Porque somos conscientes de que para alcanzar
la igualdad real entre mujeres y hombres la sociedad debe cambiar radicalmente.
Porque, como primeras interesadas, hacemos
nuestra la lucha para que el trabajo, tanto productivo como reproductivo, esté al
servicio del bienestar de las personas y no de los mercados.
Es imprescindible avanzar en una perspectiva
de género y feminista en nuestra sociedad, que erradique la violencia y el
confinamiento patriarcal de las mujeres.
Manifiesto
1 de Mayo del Área de la Mujer de IU