Leonora
Carrington (Lancashire, Inglaterra, 6 de abril de 1917 – Ciudad de México, 25
de mayo de 2011) Escritora, novelista, escultora y pintora surrealista mexicana
nacida en Inglaterra.
Carrington
se adentró en la pintura, la escultura, el interiorismo, la cerámica, el diseño
textil, el diseño escenográfico y el diseño de joyería.
Era «la novia del viento» para el artista Max Ernst, «una mujer
indomable, un espíritu rebelde, una leyenda» para la escritora Elena
Poniatowska, y «la que nos libera de la miserable realidad de nuestros días»
para Luis Buñuel. Ella, sin embargo, se definió como «una persona como
cualquier otra que ha descubierto en la vida simplemente lo que ha podido».
Leonora
Carrington creció en una gran mansión y a los cuatro años comenzó a dibujar,
fascinada por las historias de su niñera irlandesa sobre la naturaleza y las
criaturas fantásticas. Carrington al no sentir que pertenecía a la sociedad en
la que su familia se desenvolvía, creo su propia realidad.
Durante
su infancia fue de colegio en colegio católico. No era mala estudiante; era su
rebeldía la que provocaba que la expulsaran de las diferentes escuelas en las
que recalaba ya que tenía una aversión innata hacía las autoridades y las
instituciones de todo tipo, no solo religiosas. No le debió de extrañar a nadie
que cuando cumplió los 19 años se escapase, al no contar con el visto bueno
paterno, a Londres para ingresar en la prestigiosa academia de arte de Amédée
Ozefant
A
los 20 años, Leonora se enamora del artista Max Ernst, con quien huye a París,
donde se vio inmersa en el movimiento surrealista.
Al comenzar la segunda guerra
mundial, Ernst es tomado como prisionero y Leonora tuvo un colapso nervioso y
fue llevada a Madrid donde eventualmente terminó en un hospital psiquiátrico. Por
esta razón, en
su libro Memorias de abajo, llegó a escribir: «España fue como
una prisión para mí».
Más
tarde, Carrington logró escapar y encontró refugio en la embajada mexicana,
donde conoce a Renato Leduc, quien le ofrece un matrimonio por conveniencia
para poder traerla a México.
Desde
su llegada a México en 1943, Leonora Carrington se enamoró profundamente de su
cultura y de su gente, sentimiento que fue recíproco.
Su
primera exhibición individual en 1950 fue aclamada por la crítica y por el
público. Leonora fusionó sus ideas sobre la alquimia con la posición de la
mujer en el mundo, y con las tradiciones espirituales y culturales de México.
Ella misma se consideraba mexicana
Un
par de años más tarde se volvió a casar con el fotógrafo Emericko Weisz, el
compañero de Robert Capa, con quien tendrá dos hijos. Durante esta etapa, la
también escritora restablece sus lazos con varios de sus colegas: André Breton,
Benjamin Péret, Alice Rahon, Wolfgang Paalen y la pintora Remedios Varo.
Esta
trayectoria de huidas tiene su mejor reflejo en su obra. Sus pinturas y
esculturas cabalgan a medio camino entre la fantasía, la elegancia y la
mitología personal.Su universo pictórico y también literario está
repleto de estos fantasmas, los de la guerra y la locura, el amor y el miedo.
Utilizó la imaginería celta heredada de sus orígenes irlandeses, el mundo
mágico de los mayas y la naturaleza de la que se rodeó. Su habilidad para el
dibujo y su enorme imaginación fueron los elementos del juego surrealista con
los que desarrolló su carrera artística.
Pero Leonora Carrington está lejos de ser solo una pintora o escultora surrealista, para muchos la última superviviente de esta corriente artística. Las etiquetas no fueron nunca con ella, y quizás por eso se lanzó a la escritura, tanto de ficción como la más próxima a la realidad relatando episodios de su vida. Entre sus obras podemos destacar: "El mundo mágico de los mayas" (1964), "La trompeta acústica#The Hearing Trumpet" (1976), "La puerta de piedra" (1977) y "El séptimo caballo y otros cuentos" (1988).
Pero Leonora Carrington está lejos de ser solo una pintora o escultora surrealista, para muchos la última superviviente de esta corriente artística. Las etiquetas no fueron nunca con ella, y quizás por eso se lanzó a la escritura, tanto de ficción como la más próxima a la realidad relatando episodios de su vida. Entre sus obras podemos destacar: "El mundo mágico de los mayas" (1964), "La trompeta acústica#The Hearing Trumpet" (1976), "La puerta de piedra" (1977) y "El séptimo caballo y otros cuentos" (1988).
Pero
de su biografía más fiel se encargó Elena Poniatowska:
la escritora mexicana
realizó en Leonora un completo retrato después de años de entrevistas.
Tras
una vida de huidas, durante sus últimos años, vivía prácticamente recluida,
como si la fama le diese alergia. La propia Elena Poniatowska aseguró que cada
vez que le hacían un homenaje la mataban.
En el documental de Javier
Martín-Domínguez, ante tal despliegue de medios, Leonora Carrington llegó incluso a decir que había tenido «una
vida aburridamente normal».
Citas
de Leonora Carrington
“No
tuve tiempo de ser la musa de nadie… Estaba demasiado ocupada rebelándome
contra mi familia y aprendiendo a ser una artista”.
Si
el arte necesita una explicación, ¿Dónde está lo visual?
La
razón debe conocer la razón del corazón y todas las demás razones.
No
hay que poner la palabra antes de la realidad, hay que poner primero la
realidad.
Una
vez un perro le ladró a una máscara que hice, ha sido el comentario más
honorable que he recibido.
Dar
explicaciones de la pintura es un poco gratuito; se intelectualiza algo que
realmente no es del mundo del intelecto.
¿Cómo
define usted la magia? Primero dígame. Para mí todo es magia. El hecho de que
usted puede hacer así dijo, con su rostro dando vueltas, o yo puedo hacer así con
la mano derecha de arriba a abajo, como si sostuviera uno de sus pinceles. Todo
es totalmente mágico. Mire la gata, ¿No le parece mágica?
Me
gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de
acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y
la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me
gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa,
dentro de la poca libertad que logré.
Sólo
porque las mujeres han estado oprimidas, y creo que muchas mujeres no
desarrollan todo el potencial que tienen porque las consideran seres
inferiores. Pero eso no significa que piense que las mujeres son mejores que
los hombres, ni tampoco que los hombres son mejores que las mujeres. Lo que
está claro es que la principal preocupación de los oprimidos es dejar de
estarlo.
“Ese
endiosamiento en la mujer es puro cuento, las llaman musas, pero terminan por limpiar
el excusado y hacer las camas”.
“La
idea de musa es algo que yo nunca comprendí muy bien. Está basada en la
divinidad griega, pero yo entiendo a las musas como señoras que se dedican a
zurzir calcetines o a limpiar la cocina. ¿Quién fue la musa de Dostoievski? ¿Su
epilepsia, acaso? Prefiero que me traten como lo que soy: una artista”.
”
(…) conocí entonces a Octavio Paz, a Diego Rivera, a Fridha Kahlo y a José
Clemente Orozco. La verdad es que no me interesaron ni Orozco ni Rivera, que
eran muralistas políticos. Sí, en cambio, Frida, que empezaba a ser ya una
mujer cargada de sufrimientos. Yo había estado en su segunda boda con Diego y
mi última secuencia de ella fue verla ya enferma en la cama”.
“El
mundo que pinto no sé si lo invento, yo creo que más bien es ese mundo el que
me inventó a mí”.
“No
me gustaría morir de ninguna manera, pero si llego a hacerlo algún día, que sea
a los 500 años de edad y por evaporación lenta”.