lunes, 10 de octubre de 2016

Charlotte Salomón. Pintora



Charlotte Salomón (Berlín  16 de abril de 1917- Auschwitz,  10 de octubre de 1943) Pintora judía de origen alemán, asesinada por gas en el campo de concentración de Auschwitz,  a la edad de 26 años.




Su familia pertenecía a la alta burguesía y tenían una acomodada vida en el barrio berlinés Charlottenbourg. Cuando Charlotte tiene 9 años, su madre, Franziska Grunwald, se suicida tirándose desde una ventana de su casa. A Charlotte, que tiene el nombre de la hermana de su madre que se suicidó a los 18 años, le dicen que su mamá ha muerto debido al agravamiento de una gripe. 




Fue educada por institutrices hasta que 4 años más tarde su padre se casa con Paula Lindberg, una importante cantante lírica. Será ella la que inicie a Charlotte en la belleza de la música y del arte mientras el nacional socialismo crece en Alemania.




En 1933 cuando Hitler llega al poder, su familia es catalogada como “100% judía”; como muchas otras familias judías intentan adaptarse y su padre continúa ejerciendo su profesión.




Víctima del antisemitismo del ambiente, Charlotte abandona el liceo para seguir estudios artísticos siendo la única estudiante “100% judía” que es aceptada en la Escuela Nacional de la Academia de Bellas Artes.






Allí aprende las técnicas tradicionales oficiales pero sus trabajos de esa época muestran la influencia de las obras modernas, milagrosamente salvaguardadas, en la biblioteca de la Academia.




Cuando el 9 de noviembre de 1938 tiene lugar la Noche de los cristales rotos, Charlotte ya no está en la Academia: un premio que acababa de ganar se lo han dado a otra alumna por miedo de llamar la atención sobre su origen judío; la situación se volvía insoportable para ella y después de una corta detención de su padre, ella deberá optar por abandonar Berlín y reunirse con sus abuelos en Francia, mientas que su padre y su esposa parten hacia Holanda.




Cuando se declara la guerra, en septiembre de 1939, ella descubre a su abuela que acaba de suicidarse y, mientras su abuelo reanima a su mujer, le confiesa el gran secreto familiar: su madre no ha muerto de una gripe sino que se suicidó, al igual que su tía Charlotte de 18 años, una tía y una prima: las mujeres de la familia se suicidan.






Esta verdad fue un verdadero cataclismo para la joven Charlotte. Para conjurar esta fatalidad, urgentemente, se pone a pintar con la decisión de “crear algo verdaderamente loco y singular”.







En menos de dos años (1940 –1942) crea una obra compleja que mezcla teatro, pintura y música. Un camino fulgurante de 1325 gouaches, desde la primera imagen, la del suicidio de su tía en 1913, a quién no conoció y de la que lleva el nombre hasta la última, donde se pinta a sí misma cuando en 1940 elige vivir y convertirse en pintora: se representa pintando frente al mar y escribe sobre su espalda el nombre de la obra “¿Vida? o ¿Teatro?” (https://www.youtube.com/watch?v=Yrp44upuZOg)



Esta dedicación al trabajo le permitió lograr el equilibrio mental y salvar su vida, al menos por un tiempo, en ese mundo hundido en la locura de la guerra.

Para “¿Vida? o ¿Teatro?” Charlotte ha seleccionado 769 aguadas, diversos textos y piezas musicales.



 


Está dividida en tres partes: Preludio, Parte Principal y Epílogo. El Preludio muestra escenas admirablemente detalladas de su infancia en Berlín.

En la Parte Principal, dedicada a Alfred Wolfsohn, el profesor de canto de su madrastra y probablemente el primer amor de Charlotte, anota sus ideas respecto del arte y del alma.

El Epílogo está centrado en su vida en la Costa Azul.



El estilo varía considerablemente de un periodo a otro. Las primeras pinturas son muy coloreadas y muestran una excepcional memoria de los espacios y lugares donde pasó su infancia.

Después, la pintura se va volviendo cada vez más abstracta en la medida que los temas dejan de ser recuerdos materiales para convertirse en impresiones y vivencias más complejas.

La diferencia entre las pinturas del suicidio de su madre (imaginada) y aquella de su abuela (vivida) van desde la sensación de pérdida de una niña a la pena de una adulta herida. La primera, delicadamente pintada, es bella a pesar del tema, la última, rezuma sólo dolor.