Katherine
Mansfield (Wellington, Nueva Zelanda, 14 de octubre de 1888 - Fontainebleau,
Francia, 9 de enero de 1923) Escritora modernista de origen neozelandés. Dejó
una impronta indeleble en la literatura de habla inglesa como uno de los
pilares del modernismo y legó una huella considerable en sus muchxs y devotxs
seguidorxs.
Katherine
Mansfield es el pseudónimo que usó Kathleen Beauchamp
La
rebeldía femenina ha sido una constante del pasado siglo XX. Muchas activistas
sociales, escritoras y sociólogas dieron el grito de alarma y convocaron a la
emancipación; la última minoría oprimida, la de las esposas relegadas, se
declaró en estado de insubordinación. Una de las escritoras que representó esa
transgresión del orden establecido fue Katherine Mansfield.
Katherine
Mansfield representa la transgresión del orden establecido en una época de
rígidas reglas, las cuales consideró inútiles y superficiales.
Nació
en una familia socialmente destacada, de origen colonial de Nueva Zelanda.
Vivió
con sus padres, dos hermanas, una abuela y dos tías adolescentes. Kathleen fue
criada por su abuela porque su madre quería tener un hijo, por lo que no
mostraba interés por ella. Lo que provocó que ella le estuviera constantemente
indicando que era un "accidente".
En
1898, publica su primera historia en la revista del colegio.
Su
vida fue una constante negación de su entorno, un rechazo de su ubicación
social, una impugnación de su tiempo.
Por
sus presiones la familia la envió a estudiar a Londres, al Queen´s College,
donde su vocación literaria maduró. En las clases de estudios bíblicos
Katherine se distraía estudiando las venas en el rostro de su profesor.
Su
familia la reclamó y ahí comenzó la gran sublevación. Su disgusto es evidente
en cada paso que da. Organiza una expedición a través de la selva virgen
neozelandesa. Mantiene numerosas relaciones eróticas, tanto homosexuales como
heterosexuales. Concibe un hijo de un cantante y para legitimarlo se casa con
un patriarcal profesor de música, mucho más viejo que ella, a quien abandona la
misma noche de la boda.
La
familia decide recluirla en un convento de Baviera. De ahí se escapa para vivir
en una pensión donde comienza a vivir con un traductor polaco que le trasmite
una enfermedad venérea que padecerá durante mucho tiempo. Pero el polaco hace
algo más que eso. Le enseña a leer a Chejov, la convierte en una entusiasta del
ruso. La huella se verá más tarde en su propia literatura. Ese episodio es su
último vínculo con sus raíces: su madre la deshereda. Se aficiona a tocar el
violonchelo.
Regresa
a Londres y se inicia la etapa más productiva de su vida. Escribe
incesantemente y lleva sus relatos a todas las revistas, a todos los cenáculos
literarios.
En
1911 publica su primer libro “En una pensión alemana”, basado en su experiencia
en Baviera: una protesta contra la irracional ferocidad de la vida cotidiana.
Su obra comienza a ser acogida y respetada.
Y
entonces se produce el gran encuentro: conoce al editor John Middleton Murry
que será su ángel custodio, su maestro y su amante. No pueden casarse porque el
viejo profesor de música se niega a concederle el divorcio.
Finalmente
Katherine había encontrado la paz y la armonía en el amor compartido con un ser
semejante.
Cuando
publica “La fiesta en el jardín” parece haber llegado a la plenitud de sus
fuerzas creativas, libro escrito en Suiza a donde ha ido a curarse de una
dolencia fatal. Virginia
Woolf la distingue con su amistad. Frecuenta el Bloomsbury Group y Virginia
Wolf escribe de ella: "La mujer inescrutable permanece inescrutable. Diría
que es una especie de gato, extraño, reservado, siempre solitario,
observador". Ya es aceptada como una fuerza mayor en las letras inglesas
pero se debilita por días: la tragedia asoma en su vida.
De
una relación con D.
H. Lawrence había contraído
tuberculosis, que le fue diagnosticada en 1918. Middleton la interna en un
albergue en Fontainebleau, cerca de París.
Tras
una ausencia Middleton la visita. Para demostrarle su supuesta recuperación
sube precipitadamente una escalera y experimenta una súbita hemoptisis.
Esa
noche muere. Tenía treinta y dos años. Unos días antes había escrito en su
Diario: “Quiero la tierra y sus maravillas: el mar, el sol. Quiero penetrar en
él, ser parte de él, vivir en él, aprender de él, perder todo lo que es
superficial y adquirido en mí, volverme un ser humano conciente y sincero. Al
comprenderme a mí misma quiero comprender a los demás. Quiero realizar todo lo
que soy capaz de hacer… trabajar con mis manos, mi corazón y mi cerebro.
Quisiera tener un jardín, una casita, hierba, animales, libros, cuadros,
música. Y sacar de todo esto lo que quiero escribir; expresar todas estas
cosas… Quiero vivir la vida cálida, anhelante, viva, tener raíces en la vida,
aprender, desear, saber, sentir, pensar, actuar, eso es lo que quiero, a donde
debo tratar de llegar”.
Fuente: Wikipedia y rebelion.org
Frases
de Katherine Mansfield
La
vida nunca se vuelve un hábito para mí. Siempre es una maravilla.
¡Oh,
cuán rápidamente mudaba todo! ¿Por qué no había de durar siempre la felicidad?
Aunque siempre quizá fuese un poco demasiado largo.
Esto
no es una carta, sino mis brazos a tu alrededor durante un breve momento.
Cada
vez que me preparo para un viaje me preparo como para la muerte. Si no volviera
nunca, todo está en orden.
El
placer de leer todo se duplica cuando uno vive con alguien que comparte los
mismos libros.
Primero
soy escritora y después mujer.
Te
trato como a mi amigo pidiéndote que compartas mis menos del presente en la
esperanza de poder pedirte que compartas mis más del futuro.
Al
comprenderme a mí misma quiero comprender a los demás. Quiero realizar todo lo
que soy capaz de hacer.
¿Por
qué? ¿Por qué tenía que pasarme a mí? ¿Qué he hecho? ¿Por qué toda mi vida ha
sido marcada? Es una conspiración. "En una pensión alemana" (1911)
Me
encanta sentir la lluvia mojándome la cara.
La
civilización es una estupidez. ¿Para qué se nos ha dado un cuerpo, si hemos de
mantenerlo encerrado en un estuche como si fuera algún valioso Stradivarius? "Felicidad
y otros cuentos" (1921)
Lamentarse
es una pérdida abrumadora de energía, no se puede construir nada sobre eso,
sólo sirve para revolcarse.
¡A
trabajar! Provoca una infinita alegría saber que todavía tenemos las mejores
cosas por hacer.
No
es culpa tuya. No lo creas. Es el destino."Fiesta en el jardín"
(1922)
Cuando
podemos empezar a tomar nuestros fracasos sin seriedad, quiere decir que
estamos dejando de temerles. Es de enorme importancia aprender a reírnos de
nosotros mismos.
¡Arriesga!
¡Arriesga lo que sea! , despreocúpate por las opiniones de los demás, por esas
voces. Haz lo más difícil del mundo para ti.
A
pesar de todo, querida -dijo inesperadamente-, ¡Lo mejor es la libertad! -Y
soltó una risita dulce, gruesa, que parecía un ronroneo-. ¡Lo mejor es la
libertad! -replicó.
(...)
Su último descubrimiento era dormir. -Es maravilloso. No hay más que cerrar los
ojos y..., ya está. Es lo más delicioso del mundo.
Es
algo terrible estar solo, sí que lo es, claro que sí, pero no bajes tu máscara
hasta que tengas otra máscara preparada debajo, todo lo terrible que quieras,
pero máscara.
¡Ah,
qué felicidad hallarse con gente que rebosa felicidad, estrechar la mano, rozar
las mejillas, sonreír a los ojos!
Siempre
sentí que el gran privilegio, el alivio y la comodidad de la amistad era que uno
no tenía que explicar nada.
Y
aquella tarde perfecta fue avanzando lentamente, difuminándose lentamente,
cerrando lentamente sus pétalos.
Así
era como había que vivir -despreocupadamente, temerariamente, entregándose del
todo.
¿Qué
es lo que más quiero hacer? Esto es lo que no debo dejar de preguntarme ante
las dificultades.