María
Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda (Madrid, 31 de octubre de 1768 -
Córdoba, 3 de febrero de 1803), conocida como la doctora de Alcalá fue
la primera mujer que obtuvo en España el título de doctor y la dignidad de
académica “honoraria” de la lengua.
Su
nombre es habitualmente citado como María
de Guzmán, como Isidra de Guzmán
o con el apelativo de doctora de
Alcalá.
En un tiempo en el que los estudios estaban vedados a las mujeres, incluso para las de
clases más favorecidas, María Isidra recibió una esmerada educación de su
preceptor Don Antonio de Almara, quien apreció su “penetración de ingenio”
según sus palabras; educación que fue alentada por sus padres.
Así fue como cursó estudios en la Universidad de
Alcalá, doctorándose en Filosofía y Letras Humanas, el día 6 de junio de 1785.
María Isidra es un caso único, no sólo por lo
insólito de su doctorado en pleno siglo XVIII, sino también porque todo apunta
a que se trata de una mente superdotada, aunque oscurecida por las trabas y
prejuicios sociales de la época en que nació, así como por la poca justicia que después le han hecho la
investigación y la historia, al igual que ha sucedido con tantas otras mujeres
inteligentes, cultas y comprometidas.
Fue
nombrada socia "honoraria" de la Real Academia Española, donde pronunció un
magnífico discurso, conservado hasta hoy en los archivos de dicha institución (Oración
del género eucarístico que hizo a la Real Academia Española la Exc.ma Señora...
en el día 28 de diciembre del año de 1784 en que fue incorporada por socia de
dicha Real Academia Madrid, Joaquín Ibarra, 1785), así como de la Real Academia de la Historia.
Con
autorización del rey Carlos III de España, el 6 de junio de 1785,
contando 16 años, recibió en la Universidad de Alcalá,
el grado de doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, además
de ser investida con los títulos de Catedrática de Filosofía conciliadora y
Examinadora. Disertó sobre un punto de Menandro, glosando su frase: “No hay
patrimonio más precioso que la sabiduría”, y la defensa de su tesis fue muy
aplaudida, aunque hubo tres doctores en Teología que manifestaron su protesta
por escrito.
En
1786 logró entrar en la Sociedad Económica Matritense, en la
que con el apoyo de Jovellanos y la oposición de Cabarrús,
hizo una versión parcial del agricultor latino Columela en
1787.
Igualmente
perteneció desde 1794 a la Junta de Damas de Honor y Mérito
obteniendo la banda de la Orden de damas nobles de María
Luisa.
Tuvo
que pasar un siglo hasta que Martina Castells Ballespí recibiera en
Madrid el grado de doctora en Medicina, en 1882.(Ver: Las
Pioneras de la Medicina en España.)