Rosario
de Acuña y Villanueva (Madrid, 1 de noviembre de 1850 - Gijón, 5 de mayo de
1923) Escritora, dramaturga, masona, feminista, montañera, poeta,
regeneracionista, librepensadora, iberista, avicultora, articulista, puritana,
filo-socialista, autodidacta, deísta, republicana, melómana pensadora y
periodista española.
Considerada
ya en su época como una de las más avanzadas vanguardistas en el proceso
español de igualdad social de la mujer y el hombre —y los derechos de los más
débiles en general. Hubo quien la convirtió en la Flora Tristán española,
"en la vanguardia de la lucha social y en la línea de la unidad de los
trabajadores".
Nacida
en una familia emparentada con la aristocracia, se mostró desde muy pronto como
una mujer íntegra, creativa e indomable.
Su
talante librepensador de ideología republicana
y su corta pero valiente y provocadora producción teatral, la convirtieron en
una figura polémica y en objetivo de las iras de los sectores más conservadores
de la España de la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX.
Abordó
todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía
lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño
poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda
revolucionaria
El ilustrado ambiente familiar y una grave
afección ocular fomentaron una personalidad culta, sensible y con una fuerte
base intelectual (intensificada por la tutela paterna).
Con apenas
diecisiete años, viajó al extranjero, visitando la Exposición Universal de París
(1867) y más tarde residió una temporada en Roma, donde su tío, Antonio Benavides,
era embajador español.
En 1874 se
documenta su primera colaboración periodística en La Ilustración Española y Americana
En 1875 se estrenó en el Teatro del Circo, en
Madrid, su primera obra de teatro, Rienzi el tribuno —un alegato contra
la tiranía—, cuando la autora todavía no había cumplido los veinticinco años de
edad.
Críticos como Clarín o venerables dramaturgos como José de Echegaray o Núñez de Arce, le dieron su aplauso y bendición; no
en vano, la obra era una llamada a la libertad, y la nueva autora -¡una mujer¡-
cerraba filas en el grupo de la intelectualidad liberal española del momento
En 1878 estrenó su
segundo drama Amor a la patria (firmado con el seudónimo "Remigio
Andrés Delafón"). Y dos años después, el 6 de abril de 1880, estrenó en el
Teatro Español de Madrid Tribunales de venganza.
En ese periodo, su
matrimonio se había ido descomponiendo, hasta que la reiterada infidelidad de
su esposo la llevó a tomar la decisión de abandonarlo, algo inconcebible en
España en aquel momento histórico. Otro golpe importante fue la muerte de su
padre en enero de 1883.
Como periodista,
Rosario desarrolló todo un programa de denuncia contra la desigualdad social
entre la mujer y el hombre y contra la institución que "no solo lo
permitía sino que lo alimentaba", tarea en la que destacaron desde 1884
sus colaboraciones con Las Dominicales del Libre Pensamiento, semanario
madrileño fundado y dirigido por Ramón
Chíes, y formando frente con Ángeles López de Ayala. Ese espíritu
beligerante (o inconcebible, o lúcido, o valiente, o endemoniado, en función de
quién pusiera el adjetivo) la acercó a la intelectualidad progresista española
masculina, convirtiéndose en la primera mujer a la que el Ateneo
de Madrid dedicó una velada poética.
En ese periodo
central de su vida son muy habituales las colaboraciones en los principales
diarios (El Imparcial, El Liberal) y revistas españolas (Revista Contemporánea, Revista de España).
Autora conocida y
reconocida participó en los sectores sociales y culturales afines al libre
pensamiento que apoyaban los republicanos, con proposiciones tan conflictivas
como la separación de la Iglesia y el Estado. En esa misma línea, con 35 años,
Rosario ingresó en una logia de adopción masónica, la Constante
Alona de Alicante, con el nombre simbólico de «Hipatia», que
aparecerá desde entonces en muchos de sus escritos.
Su drama más
valiente y desde luego el más famoso por atrevido y escandaloso fue El padre
Juan . Obra anticlerical por antonomasia, acusando a la Iglesia católica de
institución "manipuladora y moldeadora de conciencias" y echando por
tierra buena parte de los intocables pilares de la sociedad burguesa.
El gobernador de
Madrid ordenó la clausura del teatro y la interrupción de las funciones.
Rosario decide entonces abandonar la capital.
Amante del campo y de la naturaleza, llegó a convertirse en una experta en avicultura y una auténtica innovadora en su época. Habiendo acudido a la primera Exposición de Avicultura, celebrada en Madrid en 1902, y publicado en el diario El Cantábrico de Santander una colección de artículos técnicos sobre este primitivo recurso agrario, llegó a recibir una medalla por sus estudios prácticos, investigaciones y labor de difusión de la industria avícola, como un planteamiento de alternativa para la mujer rural.
Amante del campo y de la naturaleza, llegó a convertirse en una experta en avicultura y una auténtica innovadora en su época. Habiendo acudido a la primera Exposición de Avicultura, celebrada en Madrid en 1902, y publicado en el diario El Cantábrico de Santander una colección de artículos técnicos sobre este primitivo recurso agrario, llegó a recibir una medalla por sus estudios prácticos, investigaciones y labor de difusión de la industria avícola, como un planteamiento de alternativa para la mujer rural.
Más tarde,
traslada, definitivamente, su residencia en Gijón donde mandó construir sobre un
acantilado una casa que se la conocería como “La providencia”.
Rosario volvió a
escandalizar a la sociedad de su tiempo cuando denunció abiertamente los
insultos que las estudiantes universitarias habían recibido en Madrid. Corría
el año 1911 y las mujeres aún no eran aceptadas plenamente en las universidades
españolas. Tal fue el revuelo que se organizó que Rosario de Acuña se vio
amenazada con su detención. Para evitar ingresar en prisión, se vio obligada a
exiliarse a Portugal donde permaneció hasta 1913 cuando fue indultada.
La última bofetada
a los prejuicios sociales y las imposiciones de la tradición española, quedó
escrita en el testamento de Rosario:
"Habiéndome
separado de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados
de múltiples estudios y observaciones, quiero que conste así, después de mi
muerte, en la única forma posible de hacerlo constar, que es no consintiendo
que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de
este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras,
que es mi desprecio completo y profundo del dogma infantil y sanguinario, cruel
y ridículo, que sirve de mayor rémora para la racionalización de la especie
humana".
Rosario de Acuña
fue enterrada en el Cementerio Civil de Gijón.
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