martes, 1 de noviembre de 2016

Rosario de Acuña y Villanueva .Librepensadora




Rosario de Acuña y Villanueva (Madrid, 1 de noviembre de 1850 - Gijón, 5 de mayo de 1923) Escritora, dramaturga, masona, feminista, montañera, poeta, regeneracionista, librepensadora, iberista, avicultora, articulista, puritana, filo-socialista, autodidacta, deísta, republicana, melómana pensadora y periodista española.

Considerada ya en su época como una de las más avanzadas vanguardistas en el proceso español de igualdad social de la mujer y el hombre —y los derechos de los más débiles en general. Hubo quien la convirtió en la Flora Tristán española, "en la vanguardia de la lucha social y en la línea de la unidad de los trabajadores".
Nacida en una familia emparentada con la aristocracia, se mostró desde muy pronto como una mujer íntegra, creativa e indomable.

Su talante librepensador de ideología republicana y su corta pero valiente y provocadora producción teatral, la convirtieron en una figura polémica y en objetivo de las iras de los sectores más conservadores de la España de la segunda mitad del siglo XIX y primer cuarto del siglo XX.




Abordó todos los géneros de la literatura, la tragedia, el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria

El ilustrado ambiente familiar y una grave afección ocular fomentaron una personalidad culta, sensible y con una fuerte base intelectual (intensificada por la tutela paterna).

Con apenas diecisiete años, viajó al extranjero, visitando la Exposición Universal de París (1867) y más tarde residió una temporada en Roma, donde su tío, Antonio Benavides, era embajador español.
En 1874 se documenta su primera colaboración periodística en La Ilustración Española y Americana

En  1875 se estrenó en el Teatro del Circo, en Madrid, su primera obra de teatro, Rienzi el tribuno —un alegato contra la tiranía—, cuando la autora todavía no había cumplido los veinticinco años de edad.


Críticos como Clarín o venerables dramaturgos como José de Echegaray o Núñez de Arce, le dieron su aplauso y bendición; no en vano, la obra era una llamada a la libertad, y la nueva autora -¡una mujer¡- cerraba filas en el grupo de la intelectualidad liberal española del momento

En 1878 estrenó su segundo drama Amor a la patria (firmado con el seudónimo "Remigio Andrés Delafón"). Y dos años después, el 6 de abril de 1880, estrenó en el Teatro Español de Madrid Tribunales de venganza





En ese periodo, su matrimonio se había ido descomponiendo, hasta que la reiterada infidelidad de su esposo la llevó a tomar la decisión de abandonarlo, algo inconcebible en España en aquel momento histórico. Otro golpe importante fue la muerte de su padre en enero de 1883.

Como periodista, Rosario desarrolló todo un programa de denuncia contra la desigualdad social entre la mujer y el hombre y contra la institución que "no solo lo permitía sino que lo alimentaba", tarea en la que destacaron desde 1884 sus colaboraciones con Las Dominicales del Libre Pensamiento, semanario madrileño fundado y dirigido por Ramón Chíes, y formando frente con Ángeles López de Ayala. Ese espíritu beligerante (o inconcebible, o lúcido, o valiente, o endemoniado, en función de quién pusiera el adjetivo) la acercó a la intelectualidad progresista española masculina, convirtiéndose en la primera mujer a la que el Ateneo de Madrid dedicó una velada poética. 

En ese periodo central de su vida son muy habituales las colaboraciones en los principales diarios (El Imparcial, El Liberal) y revistas españolas (Revista Contemporánea, Revista de España).
Autora conocida y reconocida participó en los sectores sociales y culturales afines al libre pensamiento que apoyaban los republicanos, con proposiciones tan conflictivas como la separación de la Iglesia y el Estado. En esa misma línea, con 35 años, Rosario ingresó en una logia de adopción masónica, la Constante Alona de Alicante, con el nombre simbólico de «Hipatia», que aparecerá desde entonces en muchos de sus escritos.




Su drama más valiente y desde luego el más famoso por atrevido y escandaloso fue El padre Juan . Obra anticlerical por antonomasia, acusando a la Iglesia católica de institución "manipuladora y moldeadora de conciencias" y echando por tierra buena parte de los intocables pilares de la sociedad burguesa.
 
El gobernador de Madrid ordenó la clausura del teatro y la interrupción de las funciones. Rosario decide entonces abandonar la capital. 

Amante del campo y de la naturaleza, llegó a convertirse en una experta en avicultura y una auténtica innovadora en su época. Habiendo acudido a la primera Exposición de Avicultura, celebrada en Madrid en 1902, y publicado en el diario El Cantábrico de Santander una colección de artículos técnicos sobre este primitivo recurso agrario, llegó a recibir una medalla por sus estudios prácticos, investigaciones y labor de difusión de la industria avícola, como un planteamiento de alternativa para la mujer rural.
 
Más tarde, traslada,  definitivamente, su residencia en Gijón donde mandó construir sobre un acantilado una casa que se la conocería como “La providencia”.

Rosario volvió a escandalizar a la sociedad de su tiempo cuando denunció abiertamente los insultos que las estudiantes universitarias habían recibido en Madrid. Corría el año 1911 y las mujeres aún no eran aceptadas plenamente en las universidades españolas. Tal fue el revuelo que se organizó que Rosario de Acuña se vio amenazada con su detención. Para evitar ingresar en prisión, se vio obligada a exiliarse a Portugal donde permaneció hasta 1913 cuando fue indultada.




La última bofetada a los prejuicios sociales y las imposiciones de la tradición española, quedó escrita en el testamento de Rosario:
"Habiéndome separado de la religión católica por una larga serie de razonamientos derivados de múltiples estudios y observaciones, quiero que conste así, después de mi muerte, en la única forma posible de hacerlo constar, que es no consintiendo que mi cadáver sea entregado a la jurisdicción eclesiástica testificando de este modo, hasta después de muerta, lo que afirmé en vida con palabras y obras, que es mi desprecio completo y profundo del dogma infantil y sanguinario, cruel y ridículo, que sirve de mayor rémora para la racionalización de la especie humana".
Rosario de Acuña fue enterrada en el Cementerio Civil de Gijón. 

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