Josefina Aldecoa (La Robla, León, 8 de marzo de 1926 – Mazcuerras, Cantabria, 16 de marzo de 2011) Escritora y pedagoga española, directora del Colegio Estilo.
Estuvo
casada con el escritor Ignacio Aldecoa, de quien adoptó tras su muerte en
1969 su apellido para su carrera literaria.
La
vida de Josefina Aldecoa es una de estas existencias que ya podemos resumir
como ejemplar y representativa de lo que fue su tiempo y su espacio, y al que
ella misma, en uno de sus primeros libros, etiquetó como nadie en 1983:
"Los niños de la guerra", una breve pero muy representativa antología
de aquella generación de intelectuales y escritores que heredó lo imposible, lo
que era inconcebible heredar: la nada de un país autodestruido y arruinado después
de la guerra civil. Una vida vertebrada en dos columnas fundamentales, la
pedagogía y la literatura, que la han mantenido viva y fértil.
Nacida
en una familia liberal de la burguesía rural, hija de negociante y de una
estirpe de maestras que al parecer también la marcó genéticamente, cursó
estudios superiores en León y Madrid, y tuvo la suerte de caer en el interior
de un grupo surgido en la Facultad de Letras de Madrid que la reunió nada menos
que con el citado Ignacio Aldecoa, Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández
Santos, Alfonso Sastre, Medardo Fraile, Carmen Martín Gaite, Rafael Azcona o
gente más alejada como Ana María Matute, Juan Benet y Luis Martín Santos.
Tras
sus estudios de pedagogía y un viaje a Londres, se casó con Aldecoa, tuvo una
hija, viajó por Europa y Estados Unidos, publicó un libro de relatos, A ninguna
parte, y acompañó a su marido en su corta e intensa carrera como novelista y
cuentista que marcará para siempre la evolución de nuestra literatura del siglo
XX.
En
1959 fundó en Madrid el Colegio Estilo, la que fue para ella su gran obra ,
situado en la zona de El Viso, Madrid, inspirándose en las ideas vertidas en su
tesis de pedagogía, en los colegios que había visto en Inglaterra y Estados
Unidos y en las ideas educativas del Krausismo, base ideológica de la
Institución Libre de Enseñanza: "Quería algo muy humanista, dando mucha
importancia a la literatura, las letras, el arte; un colegio que fuera muy
refinado culturalmente, muy libre y que no se hablara de religión, cosas que
entonces eran impensables en la mayor parte de los centros del país"
La
muerte repentina de Ignacio Aldecoa en 1969 supuso un terrible mazazo en la
vida difícil, aventurada y aventurera de aquella joven madre y aprendiza de
escritora, que tardó bastante en reponerse de la tragedia.
Su
intenso y profundo trabajo del colegio, sus viajes y experiencias en el mundo
de la formación, y el apoyo de sus amigos le ayudaron a salir del bache, merced
también a la herencia de su marido, de la que empezó a ocuparse también, y de
donde salió aquel primer libro antológico de 1983 (Los hijos de la guerra) y
una gran edición que reunió, tras su gran introducción personal, los Cuentos
completos de Aldecoa en 1995.
En
la segunda mitad de los ochenta publicó tres novelas, basadas en temas de la
mujer y sus problemas amorosos, que alcanzaron una buena repercusión, La
enredadera, Porque éramos jóvenes y El vergel, pero su triunfo más importante
lo alcanzaría en los noventa con otras tres novelas basadas en las vidas de
algunas mujeres maestras, republicanas y exiliadas: Historia de una maestra, Mujeres
de negro y La fuerza del destino, que alcanzaron una gran repercusión popular.
Y tras un relato infantil, la recuperación de Fiebre, unas "confesiones de
una abuela", y otra novela más, El enigma, sobre el fracaso de las
relaciones amorosas, entrega esta memoria de su propia vida, En la distancia,
que es una especie de recopilación vital, de testamento, de testimonio y de
resumen de muchas otras existencias que han marcado nuestras vidas personales y
colectivas.
Añadiría
el sentido de conservación de la naturaleza que inspiran muchos de sus últimos
libros, y la habilidad y sabiduría que ha adquirido en sus descripciones de esa
misma naturaleza en la que deposita al fin y al cabo las esperanzas finales
En
2003 obtuvo el Premio Castilla y León de las Letras
Historia de una maestra
Historia
de una maestra es un viaje por la memoria colectiva de un país, España, antes
de que ésta se rompiera en dos. Es la narración de su vida que Gabriela, la
protagonista, le hace a su hija Juana. Una vida que comenzó con consistencia
aquel día en el que se acabó la carrera de magisterio en Oviedo y se abrieron
las puertas de su futuro. Y ese día, en esa ciudad del norte, tenía lugar la
boda entre una jovencita de buena familia con un tal Francisco Franco, al que
consideraban poca cosa para ella. Un hombre que marcaría el destino de Gabriela
igual que marcó el de todos los españoles, sin saberlo entonces. Era el año
1923 y nadie sabía todavía quién era ese militar bajito, feo y de vocecilla
insulsa. Y la historia de España parecía avanzar hacia un futuro lleno de luz
que se truncaría con la Guerra Civil.
La
novela está dividida en tres partes: El comienzo del sueño, El sueño y El final
del sueño. En la primera parte, la
historia de Gabriela nos lleva a uno de esos pueblos sin nombre de la provincia
de León, un pueblo donde la vida era hostil, el frío se pegaba a los huesos y
las noches eternas. Poco después, cuando la profesora tuvo la oportunidad de
elegir el lugar donde quería dar clase, eligió lo que nadie quería: la Guinea
Española. Esa parte me ha conmovido especialmente, por el entusiasmo de la
protagonista, por entregarse a esos niños de caras negras y dientes blancos y
radiantes, porque el corazón se encoge cuando un pequeño recibe con alegría
aquello que más valor tiene: una lección aprendida. Y porque, a pesar de todo,
algunas cosas no han cambiado tanto y "el hambre de África no terminará
nunca. África es la víctima del hombre blanco", tal y como señala la
protagonista.
La
segunda parte coincide con el regreso a la Península de la profesora, después
de tener que dejar Guinea por una enfermedad. Fueron los años del sueño. De la
República que hizo tanto por la educación. Hay aquí un pasaje que me ha
emocionado hasta las lágrimas en el que se relata una misión pedagógica de
aquellos años. Y la última parte, la más triste, es la que condujo a España a
esa guerra. Gabriela y su marido, Ezequiel, daban clases entonces en Los valles
y la revolución de Asturias de 1934 marcaría su vida.
Historia
de una maestra es una novela que desprende ternura y belleza. Desprende amor por
la educación, por la cultura que hace a los hombres justos y libres. La pasión
de enseñar a leer a los niños negros de Guinea, a los niños y niñas de los
pueblos humildes de Castilla. El valor de la cultura alejada de las doctrinas
religiosas que moldean los pensamientos.
En
este libro brillan sentimientos cargados de autenticidad. Desde la más pura
alegría republicana que se palpita entre sus páginas hasta la congoja que
invadió los cuerpos de tantos maestros que veían como su sueño se desintegraba
por la barbarie.
(Reseña de Cajón
de historias)
Las
frases:
La
República había conseguido despertar en muchas inteligencias el deseo de
aprender, y en los maestrxs, el deseo de enseñar con más pasión que nunca.
Educar
para la convivencia. Educar para adquirir conciencia de la justicia. Educar en
la igualdad para que no se pierda un solo talento por la falta de
oportunidades.
“Yo
me decía: No puede existir dedicación más hermosa que ésta. Compartir con los
niños lo que yo sabía, despertar en ellos el deseo de averiguar por su cuenta
las causas de los fenómenos, las razones de los hechos históricos. Ese era el
milagro de una profesión que estaba
empezando a vivir y que me mantenía contenta a pesar de la nieve y la
cocina oscura, a pesar de lo poco que aparentemente me daban y lo mucho que yo
tenía que dar.”
Al
principio te será difícil pero ya te irás acostumbrando. Los chicos son como
animales pero hay que domarles. Y cuando no respondan, palo...
Estoy
convencida de que lo entendían. Y aprendí una cosa más: que tan importantes
eran esas lecciones como las otras, las oficiales, las obligadas por principio,
porque todas guardaban relación entre sí, si pretendíamos educar de verdad a
aquellos hombres y mujeres en ciernes.
Yo
iba a enseñar y al mismo tiempo a aprender.
En
resumen, yo fui maestra porque las
condiciones económicas de mi familia así lo determinaron.... Lo que sí es
cierto es que cuando niña ya andaba yo jugando con la idea de ser maestra.
Tenía una maestra joven y alegre y muy
paciente y los niños la adorábamos. No sé si la influencia de la maestra
también pesó en mi ánimo junto a las opiniones de mi padre.
…
la educación y la cultura para ser capaces de sacar el país adelante…habrá que
intentarlo todo si queremos que nuestros hijos lleguen a ser un día libres y,
educados como los niños de Francia o Inglaterra...
«Ya
saben hablar», me decía. «Han aprendido a expresar lo que piensan...»
“La
escuela es del Estado, la paga el Estado y eso quiere decir que es de todos,
los listos y los tontos, los aplicados y los vagos. Todos tienen derecho a
recibir una buena educación.”
“Educar
para la convivencia. Educar para adquirir conciencia de la justicia. Educar en
la igualdad para que no se pierda un solo talento por falta de
oportunidades...”
“El
trabajo era mi medicina, mi estímulo, lo único que me conservaba firmemente
asentada en la realidad.”