Anne Sexton (Massachusetts
,9 de Noviembre de 1928 – 4 de Octubre de 1974) Poeta estadounidense,
reconocida por su poesía confesional.
En
1967 obtuvo el premio Pulitzer de poesía.
Sexton
ofrece al lector una visión íntima de la angustia emocional que caracterizó su
vida. Anne convirtió la experiencia de ser mujer en el tema central en su
poesía, es la figura moderna del poeta confesionalista, a pesar de que soportó
críticas por tratar asuntos tales como la menstruación, el aborto y la drogadicción.
En
1945, estudió en un colegio-pensión, la Rogers Hall School, en Lowell (Massachussets).
En
1948 se casó con Alfred Muller Sexton II. Vivieron juntos hasta su divorcio en 1973,
y tuvieron dos hijas, Linda Gray Sexton (1953), que más tarde se haría
novelista, y Joyce Sexton (1955).
En
1954 se le diagnosticó depresión postparto, sufrió su primer colapso
nervioso, y fue admitida en el hospital Westwood Lodge.
En
1955, después del nacimiento de su segunda hija, Sexton sufrió otra crisis y
fue hospitalizada de nuevo; sus hijas fueron enviadas a vivir con sus abuelos paternos.
Ese mismo año, en su cumpleaños intentó suicidarse.
Su
médico, el doctor Martin Orne, la alentó a escribir poesía y en 1957 se unió a
un taller de poesía animada por John Holmes.
Poco
después sus poemas conocieron cierto reconocimiento, sobre todo con sus
publicaciones en varias revistas de prestigio estadounidenses como el New
Yorker, Harper's Magazine o Saturday Review.
Su mentor, W.D. Snodgrass, intentó desarrollar su creatividad.
Su poema "Heart's Needle" la inspiró para escribir "The Double
Image", poema sobre las relaciones entre madre e hija.
En
el atelier de John Holmes, conoció a la poetisa Maxine
Kumin, de quien no se separó hasta el final de su vida y con quien escribió
4 libros infantiles (publicados entre 1963 y 1975).
En
otro taller conoció a Sylvia
Plath, animada por Robert Lowell.
Y
más tarde dirigirá sus propios talleres en el Boston
College, el Oberlin College y la Colgate University.
Sexton
fue una mujer reconocida y premiada en su tiempo, becada para escribir sus
libros, profesora titular en la Universidad de Boston, ganadora del Pulitzer de
poesía en 1967 por su libro Live or Die (Vive o muere), y luego
jurado del prestigioso premio. También le fue otorgada, en agosto de 1959, la
beca Robert Frost para asistir a la conferencia de escritores de Bread
Loaf, y en 1965 le fue otorgado un viaje subvencionado por el Congreso por la Libertad de la Cultura.
Su poesía confesional la convirtió en una de las escritoras más famosas de su
país.
La
característica de su lírica es el uso del material autobiográfico y su precisa
transformación en materia poética. Su poesía muestra desde muy pronto un
comportamiento contradictorio desarrollado desde la niñez. Por un lado, es una
mujer atractiva, alegre y fuerte. Por otro, una mujer convencida de que sufre
“un dolor insoportable”, lo que la convierte irremediablemente en un ser
marginal. Ahí entra la enfermedad mental y su tabla de salvación: la poesía.
Siempre
intensa, no dejaba indiferente a nadie. “Quien acude al don de Anne Sexton no
puede salvarse de su mensaje amenazador”.“Ese mensaje amenazador”, es la duda
entra la vida y la muerte que la acompañó durante toda su existencia. Esa
dualidad se la expresó en una carta a Saul Bellow y él le respondió con una
cita de Herzog: ‘Con un gran aliento, atrapado y mantenido en su pecho,
combatió su tristeza por su solitaria vida. ¡No llores, idiota! Vive o muere,
pero no envenenes todo…”. Cita que Sexton usaría para abrir su celebrado Vive o
muere (1966), en el que ella se decide claramente por la vida. Pero el
desequilibrio psicológico, que arrancó en el primer posparto, creando en ella
una horrible mala conciencia, la siguió acompañando. Ni siquiera su triunfo
total, que llegó después de este libro, los cuatro honoris causa que recibió, o
la capacidad de convocatoria de sus recitales, fueron suficientes.
El
4 de octubre de 1974, cuando se puso el abrigo de piel que había heredado de su
madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su
casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida. Poco
importaba su enorme talento, su fama, su belleza, el éxito de su obra en el
ámbito literario y académico. Tampoco sus dos hijas. Años antes le había
reprochado a su amiga Sylvia Plath que
le hubiese robado la gran idea. “¡Ladrona!”, escribió Sexton. “¿Cómo te has
metido dentro, / te has metido abajo sola / en la muerte a la que deseé tanto y
tanto tiempo?”.
Anne
Sexton escribió que los suicidas tienen un lenguaje especial: “Como carpinteros
quieren saber qué herramientas. Nunca sin embargo por qué construir”. En Cartas
para el Doctor Y, que dejó inédito hasta después de su muerte, invoca tozuda su
única suerte: “Muerte, / necesito mi pequeña adicción a ti, / necesito esa
vocecita que, / hasta cuando asciendo desde el mar, / toda una mujer, completa,
/ dice mátame, mátame”.
Anne
Sexton at home reading Wanting to Die
Deseando morir (Anne Sexton)
Ahora que lo preguntas,
la mayor parte de los días no puedo
recordar.
Camino vestida, sin marcas de ese
viaje.
Luego la casi innombrable lascivia
regresa.
Ni siquiera entonces tengo nada
contra la vida.
Conozco bien las hojas de hierba
que mencionas,
los muebles que has puesto al sol.
Pero los suicidas poseen un
lenguaje especial.
Al igual que carpinteros, quieren
saber con qué herramientas.
Nunca preguntan por qué construir.
En dos ocasiones me he expresado
con tanta sencillez,
he poseído al enemigo, comido al
enemigo,
he aceptado su destreza, su magia.
De este modo, grave y pensativa,
más tibia que el aceite o el agua,
he descansado, babeando por el
agujero de mi boca.
No se me ocurrió exponer mi cuerpo
a la aguja.
Hasta la córnea y la orina sobrante
se perdieron.
Los suicidas ya han traicionado el
cuerpo.
Nacidos sin vida, no siempre
mueren,
pero deslumbrados, no pueden
olvidar una droga tan dulce
que hasta los niños mirarían con
una sonrisa.
¡Empujar toda esa vida bajo tu
lengua!
que, por sí misma, se convierte en
pasión.
La muerte es un hueso triste, lleno
de golpes, dirías,
y a pesar de todo ella me espera,
año tras año,
para reparar delicadamente una
vieja herida,
para liberar mi aliento de su
dañina prisión.
Balanceándose allí, a veces se
encuentran los suicidas,
rabiosos ante el fruto, una luna inflada,
Dejando el pan que confundieron con
un beso
Dejando la página del libro abierto
descuidadamente
Algo sin decir, el teléfono
descolgado
Y el amor, cualquiera que haya
sido, una infección
Anne Sexton - Menstruation At
Forty(Menstruación a los 40)