miércoles, 9 de diciembre de 2015

La Mentira del Patriarcado



Ser humillada por ser mujer. Ser denigrada por ser mujer. Morir. Morir por ser mujer. Durante décadas la violencia machista ha sido no solo invisible, sino aceptada; aún lo es hoy en muchos rincones del mundo.

Jane Caputi, una estadounidense docente, activista y experta en feminicidio lo define como “un crimen nacido del sexismo y del sistema de supremacía masculina”. Pero no siempre fue así. “El patriarcado fue inventado hace unos 7.000 años. Como parte de la propaganda patriarcal nos venden que ha existido siempre, pero es una mentira”. Y tampoco lo es en todas partes: “Hay zonas en China, África o América en la que no existe”. Aunque añade que cubre como una telaraña porque el patriarcado “es imperialista, trata de conquistarlo todo”.

Caputi habla de “desprecio”, “miedo” o “vergüenza”. “A menudo los hombres mantienen su honor dominando a la mujer”. Así se siente muchas mujeres cuyos  maridos tras cada discusión, con o sin violencia física, remachan con un “aquí mando yo”. Es parte de la cultura, según la estadounidense, la creencia todavía extendida de que los hombres más deseados son dominantes. “En las culturas populares los héroes son hombres violentos, altamente individualistas, que dominan a las mujeres y las usan como objetos sexuales, por lo general”.


Opresión ideológica, represión física, una cultura en la que el erotismo se basa en la sumisión de la mujer y la dominación masculina y una enseñanza insuficiente son los ingredientes justos para que el heteropatriarcado siga vigente. “Aunque se está desmoronando”, apunta Caputi. “Hay ya una resistencia mundial, a la que también los hombres se unen”. Aunque es difícil cuando desde todos los ámbitos se contribuye a crear una sociedad basada en lo que la experta denomina “terrorismo machista”. “En la religión el símbolo de Dios es un varón, un modelo para los hombres, y las mujeres pueden tener dos tipos de conducta: vírgenes o putas. Por poner un ejemplo”.

Romper con ese sistema estereotipado es lo que clama Caputi, “negarse a ese tipo de mensajes y crear unos nuevos. Todo esto solo es una construcción social que hemos aprendido, pero podemos desaprenderla, podemos cambiar”. ¿Cómo? “Tenemos que empezar por todas partes. Educar a los niños en el respeto mutuo y la igualdad es un primer paso. Incorporar esta idea en la vida diaria de cada uno es la única forma de que se pueda crear un movimiento de masas, un movimiento que transforme la conciencia pero también la práctica”, sentencia Caputi.

Texto: Isabel Valdés