viernes, 4 de diciembre de 2015

La Forma de Vestir, la Cultura de la Violación y el Sexismo.




Esto es lo que significa ser mujer en este mundo:

Es tomarse el sexismo con humor porque sentimos que no tenemos otra opción.



Es que se te revuelva el estómago por tener que "seguir el rollo" para progresar.



Es sentirse avergonzada y arrepentida por no haberse enfrentado a ese tío que parecía intimidante pero que probablemente fuera inofensivo en el fondo. Probablemente.



Es sacar el teléfono y tener el dedo preparado sobre el botón de llamar cuando volvemos solas a casa por la noche.



Es colocarse las llaves entre los dedos por si se necesitara un arma al salir del coche.



Es mentir y decir que tenemos novio simplemente porque hay tíos que no aceptan un no como respuesta.



Es estar en un sitio lleno de gente y tener que darse la vuelta para ver quién ha sido el que te ha tocado el culo.



Es saber que, aunque sepamos quién ha sido, no le diremos nada.



Es saludar educadamente al ir a buscar tu coche en el parking de un centro comercial al hombre que te ha dicho hola al pasar. Es fingir que no le has oído farfullar porque no te has parado a hablar con él. ¿Te crees demasiado como para pararte a hablar conmigo? ¿A ti qué te pasa? Pfff... Qué zorra.



Es no contárselo a nuestros amigos, a nuestros familiares o nuestras parejas porque es algo normal, parte de nuestras vidas.



Es ese recuerdo que nos viene a la mente de la vez en la que abusaron de nosotras, nos atacaron o nos violaron.



Son las historias que nos cuentan entre lágrimas nuestras amigas de la vez en la que abusaron de ellas, las atacaron o las violaron.



Es darse cuenta de que los peligros que percibimos cada vez que tenemos que enfrentarnos a una de estas situaciones no son imaginaciones nuestras. Porque conocemos a demasiadas mujeres de las que han abusado, a las que han atacado o violado.










Es posible que haya muchos hombres que no sean conscientes de esto. Habrán oído cosas que hayan pasado, alguna vez las habrán visto y las habrán intentado detener. Pero es muy probable que no tengan ni idea de lo frecuentemente que pasan. O de todo lo que influyen en lo que decimos o hacemos y en nuestra manera de actuar.



Quizá sea necesario explicarlo mejor. Quizá sea necesario que nosotras mismas dejemos de ignorarlo, de restarle importancia.



No es que los hombres que se encogen de hombros cuando una mujer habla de sexismo sean malos, es que simplemente no han vivido nuestra realidad. Si no hablamos de lo que tenemos que pasar y presenciar cada día, ¿cómo van a saber lo que es?



A lo mejor, los hombres buenos que conocemos no tienen ni idea de que lidiamos con este tipo de cosas a diario.



Puede que nos parezca algo tan normal que ni siquiera se nos haya ocurrido que deberíamos decírselo.



Se me ha ocurrido pensar que no saben el alcance del problema y que no siempre entienden que se trata de nuestra realidad. Así que no siempre me entienden cuando me enervo al oír que alguien hace un comentario sobre el vestido tan ajustado que lleva Menganita. Cuando me supera el sexismo que tengo que presenciar y experimentar a diario, cuando veo las cosas por las que tienen que pasar mi hija y sus amigas. No se dan cuenta de que eso es solo la punta del iceberg.



Quizá me esté dando cuenta de que no se puede esperar que los hombres entiendan lo generalizado que está el sexismo si no hablamos de ello y si no lo señalamos cuando lo tenemos delante. Quizá esté empezando a darme cuenta de que los hombres no son conscientes de que las mujeres tenemos que estar alerta incluso cuando entramos a una tienda. Tenemos que estar atentas, inconscientemente, a las posibles amenazas que pueda presentar cada entorno.





Eso es lo que significa ser mujer:



Estamos sexualizadas incluso antes de poder entender lo que significa. Nos convertimos en mujeres cuando nuestras mentes aún son inocentes. Recibimos miradas y comentarios de hombres adultos. Nos sentimos incómodas pero no sabemos qué hacer, así que seguimos con nuestras vidas. Desde que somos pequeñas, aprendemos que enfrentarnos a situaciones de cierto tipo probablemente nos pondrá en peligro. Somos conscientes de que somos más pequeñas y más débiles físicamente. Que los hombres son capaces de hacer con nosotras lo que quieran si se lo proponen. Y por eso nos vemos reducidas y no avanzamos.



Así que, la próxima vez que una mujer hable de que le incomoda que le digan piropos cuando va por la calle, no la ningunees: escúchala.



La próxima vez que tu mujer se queje de que su jefe le llama "cielo" en el trabajo, no te encojas de hombros apáticamente: escucha.



La próxima vez que oigas a una mujer hablar del lenguaje sexista, no la menosprecies: escucha.



La próxima vez que tu novia te diga que la forma de hablar de ese tío con el que se ha encontrado en la gasolinera le ha hecho sentirse incómoda, no te encojas de hombros: escucha.



Escucha porque tu realidad no es la misma que la suya.



Escucha porque sus preocupaciones son válidas, no son exageraciones.



Escucha porque tu chica conoce personalmente a una víctima de abuso o de violación y sabe que podría pasarle a ella también.



Escucha porque hasta el comentario más simple de un extraño puede hacer que se estremezca de miedo.



Escucha porque puede que esté intentando que sus hijas nunca tengan que vivir lo que ha tenido que vivir ella.



Escucha porque nunca hay nada malo en escuchar.



Simplemente, escucha.




Texto: Gretchen Kelly