viernes, 18 de diciembre de 2015

Mujeres Migrantes



Desde la esclavización de las víctimas de trata hasta explotación de las trabajadoras domésticas, hay millones de mujeres migrantes corriendo riesgos que dan pruebas de la carencia de protecciones adecuadas a sus derechos y de la ausencia de oportunidades para migrar sin riesgo y legalmente.

Estas se ven forzadas al trabajo sexual, a las tareas domésticas no legisladas, o a trabajar en fábricas en donde se las explota.


Si bien el trabajo doméstico aparenta ser un trabajo seguro que le ha permitido a millones de mujeres migrantes a mejorar su calidad de vida y la de los suyos, muchas el realizar el trabajo a "puertas cerradas" o de "puertas hacia adentro" puede acarrear ciertos riesgos como la violencia por medio de ataques físicos, violaciones y un índice de trabajo que puede resultar abrumador.





Por otra parte, la migración forzada conlleva riesgos para todos los afectados, las mujeres y las niñas están sujetas por añadidura a otros riesgos particulares: al huir, al encontrar refugio temporal y al asentarse. Aproximadamente la mitad de los refugiados del mundo son mujeres. En cambio, las mujeres constituyen una proporción menor de los solicitantes de asilo debido a que con frecuencia se hace caso omiso de las denuncias de persecución por motivos de género.

Cuando estallan conflictos armados, son en gran medida las mujeres y las niñas quienes absorben la carga de atender a los niñxs, lxs ancianxs y lxs discapacitadxs. Las milicias armadas suelen hacer víctimas de violación a las mujeres y las niñas. Muchas se ven obligadas a soportar embarazos no deseados, infección con el VIH y lesiones y enfermedades del aparato reproductor. Se estima que, en cualquier momento, un 25% de todas las mujeres refugiadas en edad de procrear están embarazadas. 


Algunos grupos de mujeres, entre ellas, cabezas de familia, excombatientes, ancianas, discapacitadas, viudas, jóvenes madres y adolescentes no acompañadas, son más vulnerables y requieren protección y apoyo especiales






Las mujeres refugiadas enfrentan riesgos concretos. Aun cuando las alojadas en campamentos suelen tener mejor acceso a servicios de salud reproductiva que la población en general, es verdad que sus voces no son oídas por igual cuando se trata de planificar emplazamientos, o adoptar medidas de consolidación de la paz y de reasentamiento. Ésta es una grave omisión que, en última instancia, menoscaba las tareas de reconstrucción.

Las mujeres son las más vulnerables ya que corren mayor riesgo de violaciones y a otras formas de violencia por motivos de género. Por eso:


• Es preciso revisar las políticas de migración desde una perspectiva de género y derechos humanos. Las políticas que hacen caso omiso de las diferencias fundamentales entre hombres y mujeres en cuanto a la experiencia de la migración, probablemente han de fracasar.

• Es necesario eliminar las disposiciones discriminatorias y velar por que las mujeres tengan iguales oportunidades de migrar en condiciones legales y de seguridad; así se podría contribuir a reducir la explotación, la migración irregular, el contrabando y la trata de seres humanos. Esto puede posibilitar que las mujeres se mantengan a sí mismas y a sus familias sin correr riesgos indebidos y puede ayudar a los países a eliminar ingentes empresas ilícitas.

• Los encargados de formular políticas pueden contribuir a proporcionar alternativas a la migración, eliminando la discriminación por motivos de género y ampliando las oportunidades de las mujeres y las niñas en los países de origen.




• Intensificar las medidas para reducir la pobreza y la desigualdad entre hombres y mujeres también sería un factor clave para prevenir la explotación y la trata de mujeres y niñas.

• La enorme escasez de análisis de datos y de investigaciones en relación con las mujeres migrantes refleja hasta qué punto se ha hecho caso omiso de ellas. Se necesitan mayores investigaciones y análisis para mejorar las políticas y la conducción de la migración.


• Con frecuencia, las mujeres migrantes tienen condición de "familiar a cargo". Sus visados y su permanencia en un país dependen de sus esposos, de otros parientes masculinos, o de sus empleadores. En algunos países, esta situación de las mujeres casadas también significa que no se les permite trabajar, con lo cual se agrava su dependencia y su vulnerabilidad. Esto a veces las obliga a buscar trabajo en sectores de explotación y no reglamentados de la economía o empleos muy por debajo de sus calificaciones ("desperdicio de cerebros") o, en muchos casos, a padecer reiterados abusos.

• La violencia doméstica contra las mujeres migrantes es un grave problema. Los países de destino deberían adoptar políticas que respondan a las necesidades y los intereses de las víctimas de violencia por motivos de género y de sus hijos, y también deberían considerar la posibilidad de otorgarles condición independiente, permisos de trabajo, acceso a servicios sociales y de salud, y apoyo para recibir educación y enseñanza de oficios.

• Todas las mujeres y las niñas, sea cual fuere su condición de documentadas o indocumentadas, merecen tener acceso a los servicios y la protección. Ninguna mujer debería tener que soportar abusos debido simplemente a que su visado depende de un esposo que la maltrata o de un empleador, o porque teme ser detenida o deportada.

• La pobreza y las limitadas oportunidades impulsan a muchas mujeres a buscar en el extranjero esposos más pudientes, como se pone de manifiesto en el comercio mundial de novias. Otras son vendidas u obligadas a contraer matrimonio con extranjeros. Las políticas y las reglamentaciones deberían protegerlas contra esas relaciones abusivas o  matrimonios forzados.

Fuente: ttp://www.unfpa.org/swp/2006/spanish/introduction.html