Lola Vendetta, una chica de veintidós pocos años es la
creación irreverente y alter ego de la ilustradora Raquel Orilla Rossy.
La ilustradora escribe en cada dibujo un memorial de
agravios. Feminista incansable, denuncia los roles históricos establecidos y la
escasa igualdad de género.
Otro aspecto que distingue la figura de Lola Vendetta es el
tratamiento de los efectos fisiológicos de la feminidad. Se conoce el orgullo
de haber nacido mujer y la reivindicación antropológica de que las mujeres han
sido, desde siempre, el verdadero sexo fuerte.
La sangre menstrual o el embarazo son signos de una cultura
de la fertilidad que, al contrario de los ritos de los ancestrxs, ahora parece
ser contemplada con repulsión y ocultismo. Lola expone con la contundencia que
la particulariza el día a día del universo femenino. Sin ahorrarnos visiones
sanguinolentas. No espere que alguien pregunte a qué huelen las nubes. El ciclo
continúa y todo fluye como el líquido vital.
Lola es una especie de Mafalda que ha crecido y que se ha
imbuido de la estética de las películas del director Quentin Tarantino. Aquella
Mafalda original, tira diaria de cómic inventada por el dibujante Quino en
1964, era una niña lúcida, de espíritu reflexivo, nada optimista y partidaria
de la no violencia, que interpelaba sobre las cosas y manifestaba en no pocas
oportunidades la inconsistencia de la vida de los adultos.
Lola Vendetta también cuestiona los parámetros
convencionales, pero a diferencia del arquetipo de Quino no se comporta como
una filósofa pasiva. Ella pasa a la acción.
Y así se expresa Lola Vendetta. Un personaje complejo que
sobrevive a las tribulaciones de la existencia con cáusticas dosis de humor.
Raquel Orilla Rossy ha concebido una justiciera con carácter
que quizás llegará a icono del nuevo feminismo. Por edad, actitud e ideas, dos
o tres generaciones de chicas jóvenes pueden sentirse identificadas.
Sus propuestas feministas son potentes. Desde que en 1973
Quino renunciará a las historietas de Mafalda, se echaba de menos una voz de la
conciencia que fuera tan aguda e irónica. Este vacío parece que ya se ha
llenado. El discurso de Lola Vendetta es tan afilado como el corte siempre
rápido de su katana