Mujer
Fatal —de la expresión francesa femme fatale— es un personaje tipo, normalmente
una villana que usa la sexualidad para atrapar al “desventurado” héroe. Se la
suele representar como sexualmente insaciable. Aunque suele ser malvada,
también hay mujeres fatales que en algunas historias hacen de antiheroínas e
incluso de heroínas.
En
la actualidad, el arquetipo suele ser visto como un personaje que
constantemente cruza la línea entre la bondad y la maldad, actuando sin
escrúpulos sea cual sea su voluntad.
Las
mujeres fatales han existido, en una u otra forma, en la mitología y el folclor
en prácticamente todas las culturas.
Entre
los primeros ejemplos están la diosa sumeria Ishtar y la bíblica Dalila.
Ištar
o Ishtar era la diosa babilónica del amor y la guerra, de la vida, de la
fertilidad, y patrona de otros temas menores. Se asociaba principalmente con la
sexualidad
Dalila
(en hebreo דְּלִילָה, ‘[la que] debilitó’, ‘desarraigó’ o ‘empobreció’, de la
raíz dal, ‘débil’ o ‘pobre’) era la «mujer en el valle de Soreq» a la que amó
Sansón y que fue su perdición en el bíblico Libro de los Jueces (capítulo 16).
La
mujer fatal se hizo omnipresente en la cultura occidental a finales del siglo
XIX y principios del XX, y aparece en las obras de Oscar Wilde, Edvard Munch y
Gustav Klimt, entre otros. Algunos consideran esta popularización como una
reacción a los movimientos feministas y al cambio de roles de la mujer en el
tiempo. Con la introducción del cine negro en los años 1940, la mujer fatal
empezó a florecer en la cultura pop, apareciendo en thrillers de espionaje e
historietas como The Spirit de Will Eisner, o Terry y los piratas de Milton
Caniff.
Uno
de los ejemplos más significativos de la femme fatale fue Margaretha Geertruida
Zelle (Leeuwarden, Países Bajos, 7 de agosto de 1876 - Vincennes, cerca de
París, 15 de octubre de 1917) más conocida como Mata Hari, fue una famosa bailarina,
actriz y espía, condenada a muerte por espionaje y ejecutada por fusilamiento
en 1917, durante la I Guerra Mundial). La palabra matahari significa, en idioma
malayo, sol y literalmente "ojo del día".
En
el mundo anglosajón, la mujer fatal es con frecuencia de origen extranjero. Con
frecuencia se la retrata como una especie de vampiro sexual, cuyos oscuros
apetitos se creía que eran capaces de arrebatar la virilidad y la independencia
de sus amantes, convirtiéndolos en una máscara vacía de sí mismos. Solo
escapando de sus abrazos podía rescatarse al héroe. En este sentido, en la
jerga estadounidense antigua se solía llamar a las mujeres fatales vamps, una
palabra asociada con las modas de los años 1920. El término vamp era un apócope
de vampire, ‘vampiro’, llamado así porque los personajes extraían la vida de
sus víctimas no necesariamente bebiendo su sangre sino mediante explotación
sexual y económica. Un retrato clásico de mujer fatal fue el personaje de
Justine en El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell.
En
la ópera y el teatro musical, la mujer fatal suele ser interpretada por una
mezzosoprano dramática y es a veces contraste o la enemiga de la ingenua o la
dama en apuros.
La
imagen arquetípica de la dominatrix sadomasoquista enfundada en cuero negro que
se genera en Europa hacia los años 30 del siglo XX constituye otra derivada del
mito de la mujer fatal.
Algunos
argumentan que este personaje tiene su contrapartida masculina. Algunos
ejemplos podrían ser Heathcliff de Cumbres Borrascosas o muchos de los héroes
de los libros de Lord Byron.
En Japón, las
ninjas femeninas, llamadas Kunoichi, representadas en incontables ocasiones,
son famosas y legendarias por ser entrenadas con métodos propios de las mujeres
fatales, usando su sexualidad con la misma fluidez que sus mortíferas
habilidades para asesinar.
Las
kunoichi son mujeres ninja o practicantes de ninpo. Fueron utilizadas como
asesinas y espías.
El
entrenamiento habitual de las kunoichi difería radicalmente en el conjunto de
habilidades del ninja, si bien mantenían un núcleo común: taijutsu, kenjutsu,
ninjutsu, etc. Se las instruía específicamente en un grupo de destrezas único
que sólo una mujer podía usar. Este abanico técnico convertía a la kunoichi en
una versátil herramienta contra el hombre. Normalmente no tenía conciencia de
tener compañeras, ya que el comandante la mantenía constantemente en la
creencia de ser la única pupila, ya que así se aseguraba la eficacia y lealtad
de ésta a través del vínculo emocional.
La
principal jonin ninja de clanes femeninos fue Chiyome Mochizuki de la familia
ninja de Koga, quien entrenaba niñas huérfanas e indigentes dándoles trato de
monjas y utilizando sus servicios como espías.
Las
Kunoichi, servían como espías seduciendo
señores feudales para matarlos o conseguir información importante. Se dice que
la belleza de las Kunoichi era tan grande que no había hombre que se resistiera
a su mortal seducción.
Las
ninja fueron entrenadas principalmente para la seducción y es por ello que su
enseñanza también abarcaba las relaciones sexuales, llegando incluso hasta el
matrimonio para cumplir la misión.
Durante
los primeros años, las practicantes de ninjutsu siguen el mismo entrenamiento
que sus contra partes masculinas, practicando junto a ellos. Luego, su
entrenamiento se centra más en los disfraces, venenos, y el uso de su género a
una ventaja. Por lo general, se disfrazan de geishas, prostitutas, artistas,
adivinas así como de empleadas domésticas, lo que les permitiría muchas
oportunidades para obtener información o acercarse a una víctima.
Las
prendas femeninas ofrecían la posibilidad de esconder armas entre los pliegues
de ropa. Aprendían a usar el Tessen o abanico japonés, así como a aprovechar
los palillos para sujetar el pelo en forma de Bo shuriken.
En
español existe la palabra Vampiresa que es el término con el cual se designa en
español a la mujer fatal o mujer que aprovecha su capacidad de seducción
amorosa para lucrarse a costa de aquellos a quienes seduce y es traducción de
"vamp" en inglés que se usó en la película A Fool There Was /1915),
protagonizada por Theda Bara, quien se convirtió así en el icono de ese
arquetipo en el cine. La película estaba basada en una obra de teatro inspirada
a su vez en el poema "El Vampiro" de Rudyard Kipling. En filmes
subsiguientes, en la literatura y en la cultura popular el término se usa
mayormente para personajes, reales o ficticios, no fantásticos o diferenciados
del vampiro femenino y con las características definidas por la RAE.