Esto es lo que significa ser mujer en este mundo:
Es tomarse el sexismo con humor porque sentimos que no
tenemos otra opción.
Es que se te revuelva el estómago por tener que "seguir
el rollo" para progresar.
Es sentirse avergonzada y arrepentida por no haberse
enfrentado a ese tío que parecía intimidante pero que probablemente fuera
inofensivo en el fondo. Probablemente.
Es sacar el teléfono y tener el dedo preparado sobre el
botón de llamar cuando volvemos solas a casa por la noche.
Es colocarse las llaves entre los dedos por si se necesitara
un arma al salir del coche.
Es mentir y decir que tenemos novio simplemente porque hay
tíos que no aceptan un no como respuesta.
Es estar en un sitio lleno de gente y tener que darse la
vuelta para ver quién ha sido el que te ha tocado el culo.
Es saber que, aunque sepamos quién ha sido, no le diremos
nada.
Es saludar educadamente al ir a buscar tu coche en el
parking de un centro comercial al hombre que te ha dicho hola al pasar. Es
fingir que no le has oído farfullar porque no te has parado a hablar con él.
¿Te crees demasiado como para pararte a hablar conmigo? ¿A ti qué te pasa?
Pfff... Qué zorra.
Es no contárselo a nuestros amigos, a nuestros familiares o
nuestras parejas porque es algo normal, parte de nuestras vidas.
Es ese recuerdo que nos viene a la mente de la vez en la que
abusaron de nosotras, nos atacaron o nos violaron.
Son las historias que nos cuentan entre lágrimas nuestras
amigas de la vez en la que abusaron de ellas, las atacaron o las violaron.
Es darse cuenta de que los peligros que percibimos cada vez
que tenemos que enfrentarnos a una de estas situaciones no son imaginaciones
nuestras. Porque conocemos a demasiadas mujeres de las que han abusado, a las
que han atacado o violado.
Es posible que haya muchos hombres que no sean conscientes
de esto. Habrán oído cosas que hayan pasado, alguna vez las habrán visto y las
habrán intentado detener. Pero es muy probable que no tengan ni idea de lo
frecuentemente que pasan. O de todo lo que influyen en lo que decimos o hacemos
y en nuestra manera de actuar.
Quizá sea necesario explicarlo mejor. Quizá sea necesario
que nosotras mismas dejemos de ignorarlo, de restarle importancia.
No es que los hombres que se encogen de hombros cuando una
mujer habla de sexismo sean malos, es que simplemente no han vivido nuestra
realidad. Si no hablamos de lo que tenemos que pasar y presenciar cada día,
¿cómo van a saber lo que es?
A lo mejor, los hombres buenos que conocemos no tienen ni
idea de que lidiamos con este tipo de cosas a diario.
Puede que nos parezca algo tan normal que ni siquiera se nos
haya ocurrido que deberíamos decírselo.
Se me ha ocurrido pensar que no saben el alcance del problema
y que no siempre entienden que se trata de nuestra realidad. Así que no siempre
me entienden cuando me enervo al oír que alguien hace un comentario sobre el
vestido tan ajustado que lleva Menganita. Cuando me supera el sexismo que tengo
que presenciar y experimentar a diario, cuando veo las cosas por las que tienen
que pasar mi hija y sus amigas. No se dan cuenta de que eso es solo la punta
del iceberg.
Quizá me esté dando cuenta de que no se puede esperar que
los hombres entiendan lo generalizado que está el sexismo si no hablamos de
ello y si no lo señalamos cuando lo tenemos delante. Quizá esté empezando a
darme cuenta de que los hombres no son conscientes de que las mujeres tenemos
que estar alerta incluso cuando entramos a una tienda. Tenemos que estar
atentas, inconscientemente, a las posibles amenazas que pueda presentar cada
entorno.
Eso es lo que significa ser mujer:
Estamos sexualizadas incluso antes de poder entender lo que
significa. Nos convertimos en mujeres cuando nuestras mentes aún son inocentes.
Recibimos miradas y comentarios de hombres adultos. Nos sentimos incómodas pero
no sabemos qué hacer, así que seguimos con nuestras vidas. Desde que somos
pequeñas, aprendemos que enfrentarnos a situaciones de cierto tipo
probablemente nos pondrá en peligro. Somos conscientes de que somos más
pequeñas y más débiles físicamente. Que los hombres son capaces de hacer con
nosotras lo que quieran si se lo proponen. Y por eso nos vemos reducidas y no
avanzamos.
Así que, la próxima vez que una mujer hable de que le
incomoda que le digan piropos cuando va por la calle, no la ningunees:
escúchala.
La próxima vez que tu mujer se queje de que su jefe le llama
"cielo" en el trabajo, no te encojas de hombros apáticamente:
escucha.
La próxima vez que oigas a una mujer hablar del lenguaje
sexista, no la menosprecies: escucha.
La próxima vez que tu novia te diga que la forma de hablar
de ese tío con el que se ha encontrado en la gasolinera le ha hecho sentirse
incómoda, no te encojas de hombros: escucha.
Escucha porque tu realidad no es la misma que la suya.
Escucha porque sus preocupaciones son válidas, no son
exageraciones.
Escucha porque tu chica conoce personalmente a una víctima
de abuso o de violación y sabe que podría pasarle a ella también.
Escucha porque hasta el comentario más simple de un extraño
puede hacer que se estremezca de miedo.
Escucha porque puede que esté intentando que sus hijas nunca
tengan que vivir lo que ha tenido que vivir ella.
Escucha porque nunca hay nada malo en escuchar.
Simplemente, escucha.
Texto: Gretchen Kelly