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Alternativas a los juguetes comerciales:
1• Compañía activa y 100% disponible de parte
de los padres a la hora del juego.
2•
Mucho juego al aire libre, caminatas por la naturaleza y salidas al parque.
3•
Herramientas y utensilios reales pero con tamaño apropiado a una niña/o. (Por
ejemplo un kit de jardinería para empezar el huerto familiar, un set de
accesorios de cocina para hacer participes a los niños de la preparación de los
alimentos para la familia, etc)
4•
Juguetes que inviten a la invención y construcción como bloques de madera,
cajas de cartón, telas, piedras, etc.
5•
Instrumentos musicales reales
6•
Libros y cuentos
7•
Material para arte; dejemos a un lado los libros para colorear y los crayones,
los/as niños/as deberían experimentar el arte libre a través de pinceles, arcilla,
acuarelas, lienzos, etc.
8•
Instrumentos para explorar como un microscopio, una lupa, un arenero, etc.
9•
Cualquier juguete que invite al niño/a a retar su propia motricidad: baleros,
yoyos, patinetas, patines, tabla para olas, etc.
10•
Materiales que desafíen su mente y su mundo como rompecabezas, armables, un
globo terráqueo, un kit de bordado, una cometa, etc.(1)
Si
quieres regalar juguetes comerciales, NO compres juegos sexistas. Es decir, juegos asociados por la sociedad a las niñas que
suelen estar relacionados con los cuidados, el atractivo físico y las
habilidades domésticas, mientras que los percibidos como propios de los niños
giran en torno a la competencia, la violencia y la aventura.
La
campaña inglesa Let Toys Be Toys (dejad que los juguetes sean juguetes) ha
conseguido que grandes empresas de Reino Unido como Marks & Spencer,
Toys’R’Us o Boots retiren las
distinciones explícitas de sexo de sus productos infantiles. La juguetería
española Toy Planet ha ido más allá. Hace dos años lanzó unas fotos en sus
redes sociales que mostraban, entre otras escenas, a una niña jugando con un
camión y a un niño con una casa de muñecas. Este año más catálogos incorporan
imágenes inclusivas, entre ellos el de Toys’R’Us, que en España no clasifica
sus productos por sexo. Otras tiendas, como Imaginarium, distribuyen sus
productos en disposiciones multicolores, por edades y por tipo de juguete, más
que por sexos. Aunque los productores gigantes, como Disney, siguen guiándose
por el modelo convencional.
La publicidad sintetiza la realidad para que
la sociedad se identifique. Los fabricantes tienen una capacidad de decisión
limitada cuando producen merchandising de grandes películas o series. Pero
¿provocan realmente algún problema los juguetes diferenciados por sexo?
La investigadora Rebecca Hains, profesora de
Comunicación en la Universidad de Salem (Massachusetts) y autora del libro The
Princess Problem (el problema de las princesas), explica: “Según diversos
estudios neuropsicológicos, las diferencias innatas son menores de lo que
generalmente se cree. Aunque pensemos que no educamos a los niños de forma diferenciada,
reciben una socialización distinta”. El problema, dice, es que la cultura
princesa –libros, películas, series y merchandising– enseña a las niñas que
deben aspirar a ser guapas y pasivas.
Otro
inconveniente es que los pequeños se preocupan y autolimitan para no realizar
actividades incorrectas, es decir, no asociadas a su sexo. La psicopedagoga Ana
del Pozo, de la Fundación Fuhem Educación Ecosocial en Madrid, sostiene que el
aprendizaje de los roles comienza desde la cuna. “A través del juego se aprenden
todas las competencias necesarias para la vida real, desde el cuidado hasta la
psicomotricidad, la cooperación y la expresión de afecto”. Todas estas
habilidades, añade, son igual de necesarias para el desarrollo de todos los
pequeños.
En
cuanto a los colores, rosa para las niñas y azul para los niños, una asignación
aparentemente rígida, es en realidad una invención moderna. Como cuenta la
historiadora Jo Barraclough Paoletti en su libro Pink and Blue (Rosa y Azul),
las primeras referencias a estos colores como diferenciadores de sexo surgieron
en artículos de psicología de la segunda mitad del siglo XIX, pero la división
no se afianzó hasta los sesenta del XX. “El verdadero boom llegó en los años
ochenta”, dice Rebecca Hains. “Con el nacimiento de la televisión por cable,
los anunciantes comenzaron a dirigirse directamente a los niños. En esa década
aparecieron los primeros manuales de mercadotecnia infantil. Y la cultura de la
princesificación cogió velocidad en 1989, con el éxito de La sirenita, de Walt
Disney”. Hoy resulta habitual que una bicicleta se fabrique por separado en
colores masculinos –rojos, grises, azules– y femeninos –rosas y pasteles–. “Se
hace para vender más”.
Pero
“Con el ejemplo es como mejor se enseña. Si no les pones límites, no tienen por
qué encontrárselos ellxs”.
Recursos
para padres
La
tienda en línea A Mighty Girl (Una Niña Poderosa) nació hace tres años a manos
de un matrimonio de informáticos estadounidenses que estaban interesados en la
igualdad de género y el antirracismo. Hoy poseen un catálogo de 7.000 libros
(incluida una pequeña sección en español) y juguetes divididos por categorías y
edades, además de material para padres.
La
librería madrileña Mujeres y Cía de orientación feminista, contiene una sección
de material infantil.
Las
miembros de la asociación española Club de Malasmadres se definen como
"alérgicas a la ñoñería, con ganas de cambiar el mundo, o al menos de
morir en el intento". Las conversaciones en su blog y en su cuenta de
Twitter abordan temas como el consumo responsable de los regalos de Navidad o
el autocuidado.
La
campaña británica Let Toys Be Toys presiona desde 2012 a grandes empresas y
almacenes de su país para que eliminen las divisiones por género de sus tiendas
y catálogos online. Componen listas de regalos recomendados que evitan la
segregación por sexo en el ámbito educativo.(2)
Fuente:
(1)
apuntesdemamá.com.
#InfanciaUnplugged
(2)
elpaissemanal@elpais.es