miércoles, 22 de junio de 2016

Juana María de la Vega. Revolucionaria liberal y Mecenas


Juana María de la Vega, condesa de Espoz y Mina (La Coruña, 7 de marzo de 1805-22 de junio de 1872) Activista y escritora liberal española. Promotora de conspiraciones políticas liberales y de nuevas propuestas sociales en el siglo XIX.

Se ha dicho de ella  que era "una de las mujeres más ilustres de cuantas han enaltecido el nombre de España", y que su nombre debería figurar además en el panteón literario femenino junto con Gertrudis Gómez de Avellaneda, Cecilia Böhl de Faber, Carolina Coronado  , Rosalía de Castro y Concepción Arenal


Juana de Vega recibió una completa formación en letras y humanidades y le inculcaron el gusto por la lectura y la cultura en general, que mantuvo el resto de su vida. La influencia de sus padres se resume haciendo referencia a los dos ejes que marcaron su vida: a su padre le debe su Juana su activismo político y a su madre su discreción y su pasión por ayudar a lxs más desfavorecidxs.

Casada con el guerrillero y militar liberal Francisco Espoz y Mina, tras su muerte fue aya y camarera mayor de la reina Isabel II de España durante su minoría de edad entre 1841 y 1843. Circunstancia que aprovechó para educarla en los principios liberales

Después volvió a La Coruña, donde residiría hasta su muerte y donde desplegó un intenso activismo político y social liberal, que compaginó con la escritura de dos obras de memorias, la última inacabada, en las que vindicó la figura de su esposo, convertido en un héroe de la Revolución liberal española.

En sus memorias habla de las intrigas de las que  era objeto su marido; de la efervescencia política que estaba dividiendo a los liberales y de la creación de sociedades secretas de la mujer.  Un vuelo a la libertad, cuando todo estaba perdido para el régimen constitucional, acompañada de su padre  en un viaje difícil y peligroso que la llevó a Portugal, Francia e Inglaterra, donde finalmente pudo reunirse con Mina de marzo de 1824.

Ese mundo era, de hecho, de  hombres, pero no sólo fueron protagonistas ellos, Juana María de la Vega al exilio en Londres tuvo que añadir las dificultades económicas y los planes de conspiración.

En la edición de 1910 de la obra en la que recoge su experiencia como aya y camarera mayor de Isabel II, publicada por el Congreso de los Diputados presidido por el liberal José Canalejas se afirmó que era "una de las mujeres más ilustres de cuantas han enaltecido el nombre de España”

 




No podemos olvidar la labor de mecenas y de ayuda a los más desfavorecidxs de Juana María de la Vega:

En 1852, la Condesa de Espoz y Mina conoció a un joven violinista, Pablo Sarasate, del que se convertiría en protectora  sufragando todos los gastos de sus estudios en Madrid. Sarasate fue uno de los mejores músicos españoles de su época


Otra muestra de su mecenazgo cultural fue su apoyo a los Juegos Florales de 1861, celebrados en Coruña, que constituyen un punto de partida del Rexurdimento, el movimiento de recuperación del idioma gallego para la actividad literaria, después de siglos de arrinconamiento.

Unos años antes, entre 1853 y 1854, con ocasión de la grave crisis sanitaria provocada por la epidemia de cólera que asoló la ciudad, el acalde pide a Juana de Vega que, a través de la Asociación de Señoras que encabeza, movilice a las damas de la ciudad y se haga cargo de la dirección y mantenimiento del hospital provisional que fue preciso habilitar, así como de acoger bajo su tutela el nuevo Hospicio.

Como reconocimiento a su labor, en noviembre de 1854 se le concedió el título de Duquesa de la Caridad con Grandeza de España, que no quiso aceptar, porque, a pesar de todas estas distinciones y del respeto del que gozaba, nunca olvidó los orígenes humildes de su familia y de su marido y se mantuvo alejada de las fiestas de sociedad, no haciendo gala de sus títulos y dedicándose a la ayuda de los necesitados.

Rechazó incluso la pretensión del Ayuntamiento de levantarle una estatua, alegando que debían usarse esos recursos públicos en dar “pan y trabajo”.

Además, fue amiga y dio su apoyo de forma decidida a Concepción Arenal, la más importante activista y pensadora social del siglo XIX español, que se había trasladado a Coruña en 1863.

En 1868, Juana de Vega coincidió con ella en reclamar públicamente peticiones de indulto para los condenados a muerte y en protestar por la supresión de las Conferencias de San Vicente de Paúl, que ayudaban a los pobres y que al final el gobierno revoca.

Juana de Vega también había intercedido en 1862 para pedir el indulto de dos protestantes condenados a pena de cárcel por motivos religiosos.

La labor de la Condesa de Espoz y Mina es fundamental para conseguir que Galicia llegue a contar con un Hospital Psiquiátrico moderno en Conxo .

Comentando su larga lucha, un periódico madrileño destacaba, de entre las numerosas virtudes de la Condesa, “una voluntad perseverante”. En esa misma década, Juana de Vega impulsó y presidió la delegación local de la Cruz Roja, la primera gran ONG civil, cuya Asamblea Internacional la nombró socia de mérito

El activismo liberal y social lo compaginó como hemos dicho anteriormente, con la escritura, asumiendo que con ello transgredía los límites de la “feminidad” al realizar una actividad concebida como masculina  porque en sus obras iba a tratar de los asuntos públicos, entonces considerados ajenos a las mujeres