Juana María de la Vega, condesa de Espoz y Mina (La Coruña, 7 de marzo de 1805-22 de junio de 1872) Activista y escritora liberal española. Promotora de conspiraciones políticas liberales y de nuevas propuestas sociales en el siglo XIX.
Se
ha dicho de ella que era "una de
las mujeres más ilustres de cuantas han enaltecido el nombre de España",
y que su nombre debería figurar además en el panteón literario femenino junto
con Gertrudis
Gómez de Avellaneda, Cecilia Böhl de Faber, Carolina
Coronado , Rosalía
de Castro y Concepción
Arenal
Juana
de Vega recibió una completa formación en letras y humanidades y le inculcaron
el gusto por la lectura y la cultura en general, que mantuvo el resto de su
vida. La influencia de sus padres se resume haciendo referencia a los dos ejes
que marcaron su vida: a su padre le debe su Juana su activismo político y a su
madre su discreción y su pasión por ayudar a lxs más desfavorecidxs.
Casada
con el guerrillero y militar liberal Francisco Espoz y Mina, tras su muerte fue
aya y camarera mayor de la reina Isabel II de España durante su minoría de edad
entre 1841 y 1843. Circunstancia que aprovechó para educarla en los principios
liberales
Después
volvió a La Coruña, donde residiría hasta su muerte y donde desplegó un intenso
activismo político y social liberal, que compaginó con la escritura de dos
obras de memorias, la última inacabada, en las que vindicó la figura de su
esposo, convertido en un héroe de la Revolución liberal española.
En
sus memorias habla de las intrigas de las que era objeto su marido; de la efervescencia
política que estaba dividiendo a los liberales y de la creación de sociedades
secretas de la mujer. Un vuelo a la
libertad, cuando todo estaba perdido para el régimen constitucional, acompañada
de su padre en un viaje difícil y
peligroso que la llevó a Portugal, Francia e Inglaterra, donde finalmente pudo
reunirse con Mina de marzo de 1824.
Ese
mundo era, de hecho, de hombres, pero no
sólo fueron protagonistas ellos, Juana María de la Vega al exilio en Londres tuvo
que añadir las dificultades económicas y los planes de conspiración.
En
la edición de 1910 de la obra en la que recoge su experiencia como aya y
camarera mayor de Isabel II, publicada por el Congreso de los Diputados
presidido por el liberal José
Canalejas se afirmó que era "una de las mujeres más ilustres de
cuantas han enaltecido el nombre de España”
No
podemos olvidar la labor de mecenas y de ayuda a los más desfavorecidxs de Juana
María de la Vega:
En
1852, la Condesa de Espoz y Mina conoció a un joven violinista, Pablo Sarasate,
del que se convertiría en protectora sufragando todos los gastos de sus estudios en
Madrid. Sarasate fue uno de los mejores músicos españoles de su época
Otra
muestra de su mecenazgo cultural fue su apoyo a los Juegos Florales de 1861,
celebrados en Coruña, que constituyen un punto de partida del Rexurdimento,
el movimiento de recuperación del idioma gallego para la actividad literaria,
después de siglos de arrinconamiento.
Unos
años antes, entre 1853 y 1854, con ocasión de la grave crisis sanitaria
provocada por la epidemia de cólera que asoló la ciudad, el acalde pide a Juana
de Vega que, a través de la Asociación de Señoras que encabeza, movilice a las
damas de la ciudad y se haga cargo de la dirección y mantenimiento del hospital
provisional que fue preciso habilitar, así como de acoger bajo su tutela el
nuevo Hospicio.
Como
reconocimiento a su labor, en noviembre de 1854 se le concedió el título de
Duquesa de la Caridad con Grandeza de España, que no quiso aceptar, porque, a
pesar de todas estas distinciones y del respeto del que gozaba, nunca olvidó
los orígenes humildes de su familia y de su marido y se mantuvo alejada de las
fiestas de sociedad, no haciendo gala de sus títulos y dedicándose a la ayuda
de los necesitados.
Rechazó
incluso la pretensión del Ayuntamiento de levantarle una estatua, alegando que
debían usarse esos recursos públicos en dar “pan y trabajo”.
Además,
fue amiga y dio su apoyo de forma decidida a Concepción
Arenal, la más importante activista y pensadora social del siglo XIX
español, que se había trasladado a Coruña en 1863.
En
1868, Juana de Vega coincidió con ella en reclamar públicamente peticiones de
indulto para los condenados a muerte y en protestar por la supresión de las
Conferencias de San Vicente de Paúl, que ayudaban a los pobres y que al final
el gobierno revoca.
Juana
de Vega también había intercedido en 1862 para pedir el indulto de dos
protestantes condenados a pena de cárcel por motivos religiosos.
La
labor de la Condesa de Espoz y Mina es fundamental para conseguir que Galicia
llegue a contar con un Hospital Psiquiátrico moderno en Conxo .
Comentando
su larga lucha, un periódico madrileño destacaba, de entre las numerosas
virtudes de la Condesa, “una voluntad perseverante”. En esa misma década, Juana
de Vega impulsó y presidió la delegación local de la Cruz Roja, la primera gran
ONG civil, cuya Asamblea Internacional la nombró socia de mérito
El
activismo liberal y social lo compaginó como hemos dicho anteriormente, con la escritura,
asumiendo que con ello transgredía los límites de la “feminidad” al realizar
una actividad concebida como masculina porque en sus obras iba a tratar de los
asuntos públicos, entonces considerados ajenos a las mujeres