viernes, 27 de noviembre de 2015

Alicia en el País de las Maravillas



Respondona, curiosa, resuelta, divertida, la joven heroína de Lewis Carroll ha cumplido 150 años y mantiene intacto su encanto

A. Aburrimiento. Eso es lo que siente la protagonista al comienzo de su aventura. Su hermana lee un libro sin dibujos ni diálogos, ¿y cuál es el propósito de un libro sin dibujos ni diálogos?, se pregunta Alicia. Su lógica es perfectamente válida a la hora de enfrentarse a este libro: nada de introducciones ni de los sesudos ensayos que a menudo preceden las ediciones de esta historia. Como dice el Grifo (una criatura que es mitad león, mitad dragón): ¡las aventuras primero!

B. Buenos. Ni buenos ni malos, ni lobos malvados, ni hadas madrinas, en el mundo en el que Alicia cae de golpe no hay nada de esto, hay personajes simpáticos y antipáticos, mucho excéntrico, algún triste y más de un tirano.

C. Conejo Blanco. Va vestido con librea, lleva prisa y corre de un lado a otro. Alicia, la niña aburrida, decide seguirle y acaba colándose por la madriguera. El Conejo hace breves apariciones a lo largo del libro: corre por el hall con el abanico mágico y los guantes, intenta expulsar a la agigantada Alicia de su casa y no falta a la cita del partido de cróquet.





D. Dina. Este es el nombre de la gata de Alicia, y ella, algo incauta, confiesa echarla de menos y lo menciona delante del ratón. Inquieta ante el silencio del roedor, piensa que es “un ratón francés”, y al tratar de hablar este idioma se le escapa una frase sobre Dina y provoca su furia y desprecio. No deja de acordarse de la gata, pero aprende la lección y en adelante se muerde la lengua siempre que el nombre le viene a la cabeza.

E. Enigmas. Adivinanzas, acertijos, trabalenguas, en el País de las Maravillas hay mucho de todo esto y la lógica que Alicia intenta usar en sus conversaciones no parece funcionar, pero resulta graciosa. ¿Decir lo que uno piensa es lo mismo que pensar lo que uno dice?

F. Flamenco. Su cuello largo y su pico convierten a esta ave en un perfecto mazo de cróquet, al menos así es como juegan la reina de corazones y su corte el partido al que Alicia es invitada. Esto hace especialmente complicado pasar las bolas (en este caso, puercoespines) por los aros. El flamenco a menudo gira el cuello en lugar de golpear y, si Alicia se despista, sale corriendo.


La reina Victoria fue una fan total del libro y le pidió a Carroll que le dedicara su siguiente obra



G. Ganadores. Después de un chapuzón en el agua salada de las lágrimas, todos convienen, incluida Alicia, que hay que secarse. Se organiza una carrera en círculo sin duración definida y, cuando esta termina, están de acuerdo en que todos son ganadores. ¿Los premios? Unas chucherías que ella lleva en el bolsillo y un dedal que Alicia recibe con mucha pompa.

H. Historias. Como toda buena trama, la de Alicia está llena de historias dentro de historias. Está el cuento de la Falsa Tortuga (muy llorona) que la reina se empeña en que escuche (pero que Alicia no llega nunca a entender), o ese otro relato que el Lirón narra sobre las tres niñas que viven en un pozo y sacan del fondo todas las palabras que empiezan por eme. Alicia evidentemente se queja porque no comprende cómo se vive en el fondo de un pozo.

I. Infancia. Es el territorio que explora e interpreta Alicia. Pero, ¿es este un libro de adultos disfrazado de clásico infantil? La discusión ha perseguido a Alicia casi desde su nacimiento; antes de publicar un borrador ampliado, Carroll se lo dio al escritor George McDonald: él y su hijo quedaron fascinados. Como apuntó Virginia Woolf, con Alicia todos nos volvemos niños. Ahora una exposición en el Victoria and Albert Museum of Childhood recorre su influencia en la moda infantil.

J. Jardín. El precioso jardín que se atisba desde el agujero de una cerradura es lo que tienta a la inquieta Alicia y adonde quiere llegar. Tendrá que cambiar de tamaño varias veces, acordarse de coger la llave antes de encoger para poder meterse por la puerta y demás engorrosos aprendizajes. Cuando finalmente llega, ahí están los jardineros que se equivocaron al sembrar las rosas blancas y tratan de pintarlas de rojo.





K. Kilómetros. Aproximadamente tres kilómetros río arriba es la distancia que recorrieron la verdadera Alice Liddell y sus hermanas en la barca mientras remaban Charles Lutwidge Dodgson (Lewis Carroll) y Robinson Duckworth. Fue allí, y durante el pícnic posterior, cuando, a petición de las niñas, surgió la primera versión oral del cuento.

L. Lágrimas. Le caen sin parar a Alicia cuando se vuelve giganta, llora aunque no quiere y se repite a sí misma que no debe hacerlo. Y su orgullosa intuición no la engaña porque luego, convertida en una Alicia diminuta, tendrá que nadar en ese mar que ha creado con su llanto.

M. Merienda. Al tratarse de una niña inglesa, consiste en un té, bastante loco por cierto, que comparte con el Sombrero, el Lirón y la Liebre de Marzo.

N. Nonsense. Es el arte de las bromas con el lenguaje, una figura literaria de la que Carroll era un maestro, y su Alicia, el mejor ejemplo.

O. Oruga. Fuma en pipa y está plácidamente tumbada sobre una seta (por eso fascinó en los setenta); encaja en la categoría de personaje impertinente. La oruga no está para contemplaciones, no entiende a qué vienen los nervios de Alicia. ¿Qué hay de malo en cambiar de tamaño?

P. Prohibición. El libro fue prohibido en China en 1931 porque los animales no deben hablar.

Q. Quejica. Como todos los niños, Alicia no se salva de esto y la acusan varias veces de serlo.




R. Reina de Corazones. Caprichosa, voluble, iracunda y autoritaria, esta reina es capaz de mandar la decapitación de una cabeza (la del Gato de Cheshire) sin cuerpo.

S. Subterráneo. En la versión manuscrita del libro de Carroll para la verdadera Alice Liddell, el mundo de Alicia no era maravilloso, sino “subterráneo”. El metro de Londres en esos años ya estaba en construcción y Julio Verne situó su novela en el centro de la tierra apenas dos años después de que naciera Alicia.

T. Tortuga. La Falsa Tortuga existía realmente en tiempo de Ca­rroll, era la “falsa sopa de tortuga” que se preparaba con huesos.

U. Universal. Alicia ha sido traducida a 174 idiomas, incluido el esperanto.

V. Victoriana. La reina Victoria fue una fan total del libro y le pidió a Carroll que le dedicara su siguiente obra. Tuvo que conformarse con un tratado de matemáticas.


W. Wonderland. Traducido como País de las Maravillas, wonder es también duda y pregunta, y land, tierra. ¿Territorio de preguntas?

X. éXito. La recepción de la crítica fue tibia, pero el éxito con los lectores abrumador. En 1903 se hizo la primera adaptación al cine.

Y. Yacía Alicia en el regazo de su hermana cuando despierta.

Z. Zampabollos. Aquí radica el problema de Alicia, no hay tarta a la que se resista y cada bocado implica un cambio de tamaño. No han faltado las interpretaciones gastronómicas-psicológicas del libro.

Andrea Aguilar