En cualquier sociedad
machista la violencia se presenta envuelta
por la normalidad y por lo común, como si fuera algo propio de las relaciones
de pareja. Y, también, desgraciadamente, como si fuera propia del amor. He
conocido a mujeres que presumían de los celos de su pareja, como si los celos fueran
algo inherente al amor. Pero cuando las relaciones interpersonales giran sobre
mecanismos de control y posesión dan lugar a comportamientos agresivos. Lo peor
de todo es que dichos comportamientos pueden llegar a matar. Nunca entenderé lo
que pasa por la mente del asesino para llegar a ese extremo. Quizá tiene que
ver con la “cosificación” de la mujer que la educación machista se encarga de enseñar.
La mujer es una posesión. “La maté porque era mía” dicen, como quien rompe un
objeto porque también es suyo. Aunque realmente lo que nos está diciendo el
asesino es:”La maté porque NO era mía”. Incomprensible.
Ahora, lo que nunca, nunca entenderé es la secuencia que se da en muchos de los
feminicidios. El hombre mata a su pareja y después se suicida. Algo funciona
mal. Alguien le tendría que decir a semejante sujeto que en lo que se refiere a
la Violencia de Género el orden de los factores SÍ altera el producto.
La secuencia debe ser:
Primero: El hombre se suicida
Luego …. Bueno, luego ya se verá. Lo importante es que se cumpla la primera secuencia.
Luego …. Bueno, luego ya se verá. Lo importante es que se cumpla la primera secuencia.
Porque el orden de los factores, contraviniendo las leyes matemáticas,
altera el producto. Hablando de violencia estoy segura que a las matemáticas no les importan que sus leyes
se puedan alterar.