martes, 29 de septiembre de 2020

Charlotte Perkins Gilman.La precursora de la ciencia-ficción feminista moderna.

 
Charlotte  Perkins Gilman (Hartford, Connecticut, 3 de julio de 1860 –17 de agosto de 1935)  Activista, defensora de los derechos civiles de las mujeres, escritora e intelectual estadounidense. Su utopía Herland (1915), es considerada la precursora  de la ciencia-ficción feminista moderna. Imaginó un mundo en el que la mujer se libera de su dependencia económica y vital del hombre


Su obra más conocida es El papel de pared  amarillo​ publicada en 1892, un relato breve con tintes autobiográficos escrito tras una profunda depresión postparto.

Su figura servirá de modelo para futuras generaciones de mujeres debido a sus ideas y su estilo de vida poco ortodoxo para la época.

Entre 1894–1895 Gilman editó el semanal literario The Impress, que se publicaba por la Pacific Coast Women’s Press Association (anteriormente el Bulletin). Acabó a las 20 semanas debido a la crítica social que suscitaba su estilo de vida, que incluía ser una madre poco natural y una mujer que se había divorciado de su marido.
 
Después de cuatro meses de conferencias que acabaron en abril de 1897, Gilman comenzó a pensar sobre las relaciones de género y la economía en la vida estadounidense, lo que le llevó a crear el primer esbozo de Las mujeres y la economía. El libro fue publicado en el año siguiente (Women and Economics, 1898) y colocó a Gilman en el foco de atención internacional

En 1903 escribió uno de sus libros más aclamados por la crítica, The Home: Its Work and Influence, que ampliaba el contenido de Women and Economics, afirmando que las mujeres están oprimidas en sus casas y que el entorno en el que viven debe modificarse por su salud mental.

 
Entre los viajes y la escritura, su carrera como figura literaria estaba asegurada. Charlotte extenderá su prolífico periodo creativo, comenzando la publicación como editora y escritora de la revista "The Forerunner" que desde 1909 hasta 1916 dará difusión a gran parte de su ficción.

En 1925, finaliza su autobiografía, The Living of Charlotte Perkins Gilman, que se publicará más tarde a título póstumo. Así mismo, continuará dando conferencias reivindicando la independencia económica de las mujeres.

Perkins Gilman creía que la igualdad entre hombre y mujer era imprescindible para avanzar socialmente. La educación, el voto, los derechos reproductivos de la mujer fueron temas sobre los que la autora escribió artículos y ensayos. Pero ¿cómo imaginaba esta científica social la sociedad perfecta? El país de las mujeres está poblado por unas amazonas pacíficas cuya religión es la maternidad, un país en el que hace 2.000 años no existe un solo hombre. La causa de su ausencia es una enfermedad que los aniquiló. Poco después ocurrió un milagro: una mujer dio a luz sin ser fecundada por varón y de ella nacieron otras con el mismo don de la partenogénesis, y así, poco a poco, fueron repoblando el país. A este lugar pacífico y armónico llegan tres exploradores que irán aprendiendo los avances sociales, económicos y políticos de las mujeres. Mientras ellos estudian su idioma, su cultura y su historia, ellas harán lo propio con el mundo del que provienen los hombres, dando así oportunidad de exponer todos los males contemporáneos: pobreza, hacinamiento e insalubridad en las ciudades, explotación de la mujer, guerras. Ellos se maravillan ante la independencia e inteligencia de las mujeres, ellas se horrorizan ante costumbres como el matrimonio, que somete a la mujer a una vida de encierro, pasividad y dependencia.
 
En Mujeres y economía, Perkins Gilman había reflexionado sobre la relación entre hombre y mujer como la única del mundo animal que se había convertido en una relación económica. El hombre, porque alimenta a la mujer, “se convierte en la mayor fuerza modificadora de su condición económica”, decía, y frena así el impulso de la mujer de crear y expresarse, convirtiéndola en débil e incompetente. El país de las mujeres es el resultado de la liberación de esa dependencia económica que es también vital. Los tres exploradores se sorprenden de la capacidad de subsistir sin hombres: hay coches eléctricos, edificios perfectamente construidos, ciudades limpias, se han erradicado las enfermedades y las guerras. Aquello que doblegaba a la mujer en el pasado, la maternidad, se transforma en amor perfecto y en la mayor forma de sororidad.
 
En 1934, tras la repentina muerte de su marido de una hemorragia cerebral, Gilman regresa a Pasadena (California), junto a su hija. Al poco tiempo, se le diagnosticará un cáncer de pecho incurable. Apenas un año después, en 1935, Charlotte, firme defensora de la eutanasia para los enfermos terminales, decidirá no continuar viviendo con su enfermedad y se suicidará con una sobredosis de cloroformo el 17 de agosto de 1935 muriendo rápida y tranquilamente.


En su nota de suicidio escribirá: "Cuando toda la utilidad ha terminado, cuando uno tiene la certeza de una muerte inminente e ineludible, es el más simple de los derechos humanos elegir una muerte fácil y rápida en lugar de una muerte lenta y horrible”.