Eulàlia
Grau (Tarrasa, Barcelona, 1946) o "Eulàlia", tal como firma sus
obras. Artista española.
Su
opción estética no se entiende sin un firme compromiso ético: ocupa un lugar
destacado entre las prácticas artísticas que constituyen el espacio de
expresión de los feminismos de finales de la modernidad, y forman parte de los
movimientos de opinión que impulsan profundos cambios en la sociedad durante
los últimos años de la dictadura de Franco y la Transición.
Es
una de las artistas más significativas con respecto a uno de los episodios de
cambio más importantes de la sociedad catalana, lo que va de la dictadura de
Franco a la primera transición.
Su
trabajo es fruto de un profundo compromiso ético que pone en evidencia la
manipulación de la imagen y la discriminación de la mujer.
También
denuncia la corrupción, el abuso de poder y la manipulación social.
Nunca
he pintado ángeles dorados
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Eulàlia
Grau utiliza técnicas como el collage y
el fotomontaje para construir un vocabulario iconográfico impactante.
Ha
sido considerada una autora a medio camino entre el papel del artista de
vanguardia y la activista.
Inició
su trabajo a principios de los setenta. Desde 1973 realiza una serie de telas
emulsionadas, serigrafías, libros, carteles, intervenciones en revistas, películas
y montajes fotográficos en los que desarrolla un discurso muy crítico.
Aborda
temas como la desigualdad social que se hace evidente en las diferentes
tipologías de viviendas y hábitos domésticos, o en la forma en que se aplica la
justicia.
Desde
una perspectiva feminista muy reivindicativa, analiza la discriminación de la
mujer en la sociedad del momento.
Y
también la cultura de la muerte, y las formas coactivas de mantenimiento del
orden a través de la policía, el ejército o las
prisiones.
A partir
de imágenes extraídas de los medios de comunicación, que documentan la sociedad
del momento, analiza la presencia recurrente de la violencia, la masificación o
la técnica en la vida cotidiana.
Su
obra reflexiona sobre el sistema económico y social capitalista, sobre cómo se
perpetúa a través de los sistemas de control y de mantenimiento del orden
público que ejercen la escuela, la familia, la prensa o la televisión.
Constituye
una reflexión de carácter ético sobre ciertos elementos perniciosos característicos
de nuestra sociedad, como las estructuras de consolidación del poder, del
triunfo y del fracaso, la producción desenfrenada y el consumo, las luchas
sociales, la guerra, o cuáles son los medios represivos e impositivos.
La
artista denuncia el modo en que la prensa de la época, en línea con los poderes
económico y político, sirve a los intereses de una sociedad vigilada,
censurada, injusta y machista.
Los
medios propagan modelos sociales de dominación económica y cultural, y formas
de violencia ideológica y física.
La
obra de Eulàlia se ha convertido en el documento de un periodo de cambios y
crisis que presenta incómodos paralelismos con el presente.