jueves, 9 de julio de 2020

Elizabeth Keckley.Activista civil, antigua esclava, escritora y pionera en la historia de la moda en EEUU

 
Elizabeth Hobbs Keckley (febrero de 1818 - mayo de 1907) Activista civil, antigua esclava, que se convirtió en una exitosa costurera, y escritora. Pionera en la historia de la moda de EEUU, fue  conocida como la modista personal y confidente de Mary Todd Lincoln , la Primera Dama .


 Como una mujer esclavizada, era propiedad de su padre, Armistead Burwell , y más tarde de su hija, que era su media hermana, Anne Burwell Garland .  Se convirtió en la niñera de un bebé cuando tenía cuatro años.  Recibió un trato brutal, que incluyó ser violada y azotada hasta sangrar, por parte de los miembros de la familia de Burwell y un amigo de la familia. 

Cuando se convirtió en costurera, la familia Garland descubrió que era económicamente ventajoso que ella hiciera ropa para otros.  El dinero que ganó ayudó a mantener a la familia Garland de diecisiete miembros de la familia.

En noviembre de 1855, compró la libertad de ella y su hijo en St. Louis , Missouri. 

En 1860 Keckley se mudó a Washington, DC donde  estableció un negocio de confección que creció para incluir un personal de 20 costureras.  Sus clientes eran esposas de políticos de élite, incluidos Varina Davis , esposa de Jefferson Davis , y Mary Anna Custis Lee , esposa de Robert E. Lee .




Elizabeth Keckley fue una pionera en la historia de la moda norteamericana. Una hazaña poco común en aquella época para una mujer.

Mucho menos para una madre soltera, negra y exesclava. Su talento, su determinación y su habilidad con los tejidos hicieron que consiguiera el puesto más deseado: vestir a la primera dama.

Pero Keckley no fue ‘solo’ la modista más influyente. En un periodo en el que era ilegal que un esclavo negro aprendiera a leer, también se convirtió en escritora y activista, prestando apoyo a muchos de los negros que llegaban a Washington escapando de la esclavitud.




Su situación no mejoró según fue cumpliendo años, todo lo contrario. Cuando tenía poco más de veinte años fue violada repetidamente por un blanco y dio a luz a su único hijo, Geoge: “Si mi pobre niño alguna vez se sintió humillado a causa de su nacimiento, no podría culpar a su madre porque Dios sabe que ella no deseaba darle vida. Debe culpar a los edictos de esa sociedad que no consideraba delito socavar la virtud de niñas en mi posición”. Su matrimonio años después tampoco salió bien, el señor Keckley se convirtió en “una carga en lugar de un compañero” y terminó abandonándole.

En Saint Louis, empezó a coser para mujeres blancas, para evitar que vendieran a su madre, y terminó sustentando con sus ingresos a toda la familia arruinada dueña de Keckley, su madre y su hijo. En la ciudad de Misuri se labró pronto un nombre entre las mujeres de la alta sociedad que se convirtieron en sus principales aliadas y apoyos. Entre todas consiguieron los 1.200 dólares con los que Lizzie compró su libertad en 1855.

“Me criaron para ser resistente, me enseñaron a confiar en mí misma y a estar siempre preparada para ayudar a los demás. Creo que el desarrollo de estos valores es lo que me ha permitido triunfar sobre tantas dificultades”, reflexionaba la costurera. Había aprendido a cortar y coser de su madre, en su plantación, pero tenía un talento innato para intuir qué les sentaba mejor a las mujeres.

En los mismos años en los que Charles Worth inventaba el oficio de couturier en París, Keckley, ya en Washington, escapaba a los límites del oficio de modista aconsejando a sus clientas sobre estilos y cortes.


Se convirtió en una de las primeras afroamericanas en publicar un libro tres años después del asesinato de Abraham Lincoln. Su relato, que hoy es considerado el testimonio más valioso sobre la vida doméstica del presidente fue considerado el abuso de una negra que se tomó demasiadas libertades. A Mary tampoco le gustó y rompió la relación con su amiga, que vio cómo su negocio menguaba cada día. Entonces se dedicó a la enseñanza: a regalarles un oficio a decenas de jóvenes mujeres negras que, como ella, acababan de escapar de la esclavitud.


Murió en 1907 igual que había nacido, sin nada, en uno de los refugios que había ayudado a construir durante la Guerra Civil. Pero en sus 89 años de vida desafió todas las barreras y con su audacia cambió la historia de la moda y la historia en general.