Elizabeth
Hobbs Keckley (febrero de 1818 - mayo de 1907) Activista civil, antigua esclava,
que se convirtió en una exitosa costurera, y escritora. Pionera
en la historia de la moda de EEUU, fue conocida como la modista personal y confidente
de Mary Todd Lincoln , la Primera Dama .
Como una mujer esclavizada, era propiedad de
su padre, Armistead Burwell , y más tarde de su hija, que era su media hermana,
Anne Burwell Garland . Se convirtió en
la niñera de un bebé cuando tenía cuatro años.
Recibió un trato brutal, que incluyó ser violada y azotada hasta sangrar,
por parte de los miembros de la familia de Burwell y un amigo de la
familia.
Cuando
se convirtió en costurera, la familia Garland descubrió que era económicamente
ventajoso que ella hiciera ropa para otros.
El dinero que ganó ayudó a mantener a la familia Garland de diecisiete
miembros de la familia.
En
noviembre de 1855, compró la libertad de ella y su hijo en St. Louis ,
Missouri.
En
1860 Keckley se mudó a Washington, DC donde estableció un negocio de confección que creció
para incluir un personal de 20 costureras.
Sus clientes eran esposas de políticos de élite, incluidos Varina Davis
, esposa de Jefferson Davis , y Mary Anna Custis Lee , esposa de Robert E. Lee
.
Elizabeth
Keckley fue una pionera en la historia de la moda norteamericana. Una hazaña
poco común en aquella época para una mujer.
Mucho
menos para una madre soltera, negra y exesclava. Su talento, su determinación y
su habilidad con los tejidos hicieron que consiguiera el puesto más deseado:
vestir a la primera dama.
Pero
Keckley no fue ‘solo’ la modista más influyente. En un periodo en el que era
ilegal que un esclavo negro aprendiera a leer, también se convirtió en
escritora y activista, prestando apoyo a muchos de los negros que llegaban a
Washington escapando de la esclavitud.
Su
situación no mejoró según fue cumpliendo años, todo lo contrario. Cuando tenía
poco más de veinte años fue violada repetidamente por un blanco y dio a luz a
su único hijo, Geoge: “Si mi pobre niño alguna vez se sintió humillado a causa
de su nacimiento, no podría culpar a su madre porque Dios sabe que ella no
deseaba darle vida. Debe culpar a los edictos de esa sociedad que no
consideraba delito socavar la virtud de niñas en mi posición”. Su matrimonio
años después tampoco salió bien, el señor Keckley se convirtió en “una carga en
lugar de un compañero” y terminó abandonándole.
En
Saint Louis, empezó a coser para mujeres blancas, para evitar que vendieran a
su madre, y terminó sustentando con sus ingresos a toda la familia arruinada
dueña de Keckley, su madre y su hijo. En la ciudad de Misuri se labró pronto un
nombre entre las mujeres de la alta sociedad que se convirtieron en sus
principales aliadas y apoyos. Entre todas consiguieron los 1.200 dólares con
los que Lizzie compró su libertad en 1855.
“Me
criaron para ser resistente, me enseñaron a confiar en mí misma y a estar
siempre preparada para ayudar a los demás. Creo que el desarrollo de estos
valores es lo que me ha permitido triunfar sobre tantas dificultades”, reflexionaba
la costurera. Había aprendido a cortar y coser de su madre, en su plantación,
pero tenía un talento innato para intuir qué les sentaba mejor a las mujeres.
En
los mismos años en los que Charles Worth inventaba el oficio de couturier en
París, Keckley, ya en Washington, escapaba a los límites del oficio de modista
aconsejando a sus clientas sobre estilos y cortes.
Se
convirtió en una de las primeras afroamericanas en publicar un libro tres años
después del asesinato de Abraham Lincoln. Su relato, que hoy es considerado el
testimonio más valioso sobre la vida doméstica del presidente fue considerado
el abuso de una negra que se tomó demasiadas libertades. A Mary tampoco le
gustó y rompió la relación con su amiga, que vio cómo su negocio menguaba cada
día. Entonces se dedicó a la enseñanza: a regalarles un oficio a decenas de
jóvenes mujeres negras que, como ella, acababan de escapar de la esclavitud.
Murió
en 1907 igual que había nacido, sin nada, en uno de los refugios que había
ayudado a construir durante la Guerra Civil. Pero en sus 89 años de vida
desafió todas las barreras y con su audacia cambió la historia de la moda y la
historia en general.