Leonor
Serrano (Hinojosas de Calatrava, provincia de Ciudad Real, 22 de febrero de
1890 - Madrid, 24 de abril de 1942) Pedagoga, jurista, abogada y escritora
feminista española.
A
los seis años se topó con la reina Regente entre estas calles que la vieron
nacer. No sabemos cuáles fueron los motivos de la visita de la reina a
Hinojosas, pero lo que sí sabemos es que se quedó perpleja al observarla y
decidió becarla.
En
1898 viajó a Madrid y estudió en la Escuela Superior de Magisterio.
En
1914 viajó hasta Roma para dar un paso más en el tema educativo y estudiar el
método de la doctora María Montessori.
En
Barcelona, donde poseía una plaza como inspectora de escuelas, insistió para
que el Ayuntamiento adoptase este método, el método
Montessori, con un objetivo claro: asegurar que los niños preescolares
empezaran su formación y ayudar a las madres a escapar de esas cuatro paredes
que las retienen en casa, ir más allá hacia una nueva cultura donde se
conciliase la vida familiar y la laboral.
Leonor
supuso un punto clave en las investigaciones en la enseñanza de párvulos y fue
la que propuso ampliar la edad en la Escuela Obligatoria además de apostar por
la enseñanza en los adultos.
Como
mujer y feminista en su época defendió el derecho al voto, el pecado mortal de Clara Campoamor. Ese mismo derecho que
no defendían muchos diputados afirmando que las mujeres eran inferiores e
incapaces intelectualmente porque éramos diferentes “naturalmente”, o porque
“las mujeres tenían características negativas por naturaleza”*. Primero,
decían, había que culturizarnos, educarnos. Y después, “si eso”, poder votar.
En el año 1900 era una mujer la que estudiaba por cada 15.000. Y entre los años
1919 y 1920 ascendió al 2%.
Leonor
Serrano llegó a ser pedagoga, jurista, abogada y escritora. Una persona que
luchó por muchos derechos, entre ellos la lucha en contra del analfabetismo.
Pero
la Guerra Civil fue la cuesta que más dura se le hizo. Su marido, Josep Xandri
Pich, y su hijo Andreu fallecieron en los bombardeos.
Marchó
a Francia, como tantos otros exiliados, y en 1939 viajó a Madrid. Además de a
su marido y a su hijo, le arrebataron también su sueldo y su empleo. Pudo mal
vivir el resto de sus días dando clase, aportando a la sociedad de la época
aquello que mejor sabía hacer: educar.
Murió
en 1942, antes de que el Tribunal Militar la condenara.
Fuente:blogs.elpais.com/mujeres