Nettie
Stevens (Cavendish (Vermont), 7 de julio de 1861-4 de mayo de 1912) Genetista
estadounidense.
La
primera investigadora, junto a Edmund Beecher Wilson, en describir las bases cromosómicas del sexo.
Stevens
amplió con éxito los campos de la Embriología
y la Citogenética.
Nettie
asistió a una escuela pública donde descubrió sus capacidades intelectuales
rápidamente.
Completó
en dos años un curso de cuatro años en la Westfield Normal School (ahora
Westfield State College) de Massachusetts.
Se
graduó como primera de su clase. Tanto Nettie como su hermana Emma obtuvieron
calificaciones excelentes y fueron las dos de las tres primeras mujeres que se
graduaron, en 1880, en Westford en un periodo de once años.
Se
vio obligada a trabajar después de graduarse, para ganarse la vida, de maestra
de escuela y de bibliotecaria, y como tenía interés por continuar estudiando
para poder dedicarse a la investigación, estuvo esos años ahorrando dinero para
poder acceder a la Universidad.
No
pudo volver a estudiar hasta 1896 cuando, con 35 años se matriculó en la
Universidad de Stanford donde completó su licenciatura en 1899.
En 1900 completó los estudios de maestría y
llevó a cabo su tesis doctoral "Studies on Ciliate Infusoria", que
fue su primer trabajo publicado y apareció en los Proceedings of the California
Academy of Science.
En
1903, se doctoró en el Bryn Mawr College de Filadelfia, Pennsylvania, en la
misma facultad en la que se encontraban dos de los grandes biólogos de la época
Edmund B. Wilson y Thomas H. Morgan. La influencia de estos dos biólogos fue
decisiva en la carrera de Stevens.
Sus
excelentes resultados propiciaron que la científica obtuviera una beca para
estudiar en el extranjero.
Entre
1901 y 1902, viajó a Europa para ampliar
su experiencia investigadora; trabajó intensamente en la Estación de Zoología
de Nápoles y, además, pasó un tiempo en el Instituto de Zoología de la
Universidad de Würzburg, en el laboratorio de Theodor
Boveri; centro al que volvió en 1908 y permaneció durante un año. Boveri
estaba investigando el problema del papel de los cromosomas en la herencia y,
probablemente, fue allí donde Stevens desarrolló un profundo interés en la
materia.
En
los años alrededor del cambio del siglo XIX al XX, los investigadores estaban
explorando la relación existente entre los cromosomas y la herencia. Aunque el
comportamiento de los cromosomas ya se había descrito y explicado, las
especulaciones sobre su vínculo con la herencia mendeliana todavía permanecía sin
confirmación experimental. Existían sospechas de que la herencia del sexo
podría estar relacionada a cromosomas morfológicamente diferentes, lo que
insinuaba la posibilidad de conectar un rasgo particular con un cromosoma
específico.
El
interés de Stevens por el problema de cómo se determina el sexo y su relación
con los cromosomas había empezado a cobrar forma en su mente alrededor de 1903.
Le fue concedida una beca para investigar en concreto problemas relacionados
con la determinación del sexo.
En
1905 publicó su trascendente trabajo titulado Studies in Spermatogenesis with
Special Reference to the "Accessory Chromosome , resultado de una
investigación en el escarabajo Tenebrio molitor. Sus pesquisas la llevaron a
estudiar la diferenciación celular en embriones y luego en el análisis de los
cromosomas. Observando estos últimos, la científica constató, en primer lugar,
que los cromosomas existen como estructuras parejas en las células, en vez de
largos bucles o hilos como muchos todavía sostenían, dando fin así a un largo
debate.
Stevens
comprobó que las células somáticas de la hembra contenían 20 cromosomas
grandes, es decir, diez parejas mayores, mientras que las masculinas tenían 19
grandes y 1 pequeña, es decir, 9 parejas de cromosomas grandes y una
constituida por un grande y otro pequeño. La investigadora llegó a la
conclusión de que los espermatozoides que poseían un cromosoma pequeño eran los
que determinaban el sexo masculino, y aquellos que tenían los diez cromosomas
del mismo tamaño determinaban el sexo femenino. En otras palabras, considerando
que en la terminología moderna el cromosoma pequeño se llama Y, mientras que su
pareja homóloga llama X.
Nettie
Stevens descubrió que el sexo está determinado por una única diferencia entre
dos clases de espermatozoides: los que poseen el cromosoma X y los que poseen
el cromosoma Y. En sus artículos, que eran dos monografías de 75 páginas,
Stevens concluía correctamente que un óvulo fecundado por un espermatozoide
portador de X producía una hembra y, por el contrario, si el espermatozoide llevaba
el cromosoma Y, daría lugar a un macho.
El
ya prestigioso biólogo EB Wilson, estaba realizando sus propias investigaciones
sobre la determinación del sexo, al tiempo que lo hacía Stevens, e incluso
publicó en 1905 sus resultados, que coincidían con los obtenidos por la
científica. El eco provocado por ambos trabajos fue muy fuerte, ya que no
solamente se terminaba con un largo debate sobre si el sexo era el resultado de
la herencia o de la influencia del ambiente en que se desarrollaba el embrión,
sino que se ponía de manifiesto el primer vínculo real e indiscutible entre los
caracteres hereditarios y los cromosomas.
Con
frecuencia se ha otorgado a Wilson el mérito de este descubrimiento, pero son
numerosos los expertos en el tema que ponen en duda actualmente que los hechos
fueran esos. Si bien Wilson publicó resultados similares a los de Stevens,
aunque obtenidos con otros insectos, en el artículo de dos páginas escrito a la
revista Science, el autor dice que sus hallazgos «concuerdan con las
observaciones de Stevens en el escarabajo Tenebrio». Esto refleja que Wilson
era conocedor del trabajo de Stevens y que reconocía su prioridad. Parece pues
innegable que los dos científicos llegaron a la misma conclusión de forma casi
simultánea pero con total independencia.
A
pesar de ello siempre se le atribuye a Stevens un papel secundario, como de
asistente de Wilson y por eso muchos libros de texto le atribuyen a él los
resultados, tan solo por el hecho de que era un investigador más reconocido,(y
yo añado por el hecho de ser ella una mujer y ya sabemos que el sexismo en la
Ciencia ha sido una de sus constantes ) Incluso se ha llegado a atribuir el
descubrimiento solo a Thomas Hunt Morgan, sobre todo después de que
fue reconocido con el Premio Nobel.
En
1908 publicó un artículo sobre las células germinales de los dípteros que
estableció los fundamentos de la futura citogenética
de Drosophila.
Publicó cerca de cuarenta artículos, la mayoría de valor irrefutable.
Recibió el PREMIO ELLEN RICHARDS por su artículo «A study of the hermano cells
of Aphis rosae and Aphis œnotheræ».