"La violación entró en
el derecho por la puerta trasera, como si fuera un crimen contra la propiedad
de algunos hombres por otros hombres. Las mujeres, por supuesto fueron
consideradas la propiedad".
Susan Brownmiller
La
violación es un delito grave porque atenta contra los derechos fundamentales del ser humano. Los
agresores hacen uso de la fuerza, ya sea física o emocional, para dominar o
amedrentar a sus víctimas, con el fin de satisfacer su deseo o impulso sexual. A
través de la Historia, y todavía hoy en muchas culturas, las relaciones
sexuales no consentidas con un esclavo/a, enemigo/a de guerra, una prostituta o un miembro/a de una
minoría racial o étnica no se considera una violación. A través de la Historia,
también, se discutió sobre si la honestidad de la víctima era un requisito para
configurar el delito de violación. Así por mucho tiempo se ha creído que la
honestidad de la víctima debía ser necesaria, sin embargo, afortunadamente, en
nuestros días y al menos en las leyes, al ser la libertad sexual el bien jurídicamente
tutelado, no es necesario que la mujer sea honesta o virgen. Actualmente, en la
mayor parte de las legislaciones, el factor determinante para que se tipifique
el delito de violación es la falta de consentimiento por parte de la víctima.
La
expresión "cultura de la violación" trata de describir una sociedad
donde está normalizada la violencia sexual contra las mujeres y contra las
sexualidades no normativas. El término "rape culture" comenzó a utilizarse
en los setenta, y su naturalización supone pensar que la violencia sexual
siempre ha sucedido y siempre sucederá. Está íntimamente relacionada con
ciertas estrategias discursivas como la culpabilización de la
"víctima" o el “slut-shaming”, intentar que una mujer se sienta
culpable por tener ciertos comportamientos sexuales que no se ajustan a las expectativas
normativas de género.
La
“cultura de la violación", es una cultura en la que se cree: Que los
piropos son galantería. Que las mujeres actúan indiferentes sólo porque les
gusta hacerse las difíciles. Que "no" no siempre significa
"no". Que las mujeres "se buscan" que las agredan
sexualmente en la calle por la forma en que se visten. Que los hombres son
incapaces de controlar sus instintos. Que es comprensible - o menos alarmante-
que a una mujer la violen si estaba borracha. Que a las mujeres "no hay
que pegarles porque se enamoran". Que el abuso sexual por cuenta del
cónyuge no cuenta como violación. Que
los hombres no pueden parar. Que a las
mujeres hay que enseñarles a cuidarse de ser violadas. Que es imposible enseñar
a los hombres a no violar. LA CULTURA DE
LA VIOLACIÓN ES NUESTRA CULTURA
Reflexionar
sobre el concepto de consentimiento es sencillo: "sí" quiere decir
"sí", "no" quiere decir "no". Chantajear
emocionalmente a la pareja, seguir intentándolo aunque no muestre
participación, insistencia ante falta de interés e intentos por marcharse... quiere
decir "no".
¿Drogas
o alcohol? Si la persona no puede tenerse en pie, si está ausente, si está inconsciente evidentemente quiere
decir "no". Y el hecho de que te hayas acostado antes con ella, de
que antes tuviera ganas, de que sea tu pareja, sigue queriendo decir
"no". Hay mil maneras de decir "no" y solo una de decir
"sí". No es tan complicado.
Por
otra parte, las mujeres siempre estamos escuchando consejos para no ser
violadas: no te vistas así, no salgas a estas horas, no bebas tanto; sin
embargo, te van a violar lleves la ropa que lleves, salgas a la hora a la que
salgas y bebas o te drogues lo que quieras beber o drogarte.
Lo
que hay que hacer urgentemente es educar en el consentimiento y acabar con la
cultura de la violación.
El documental Miss Representation pretende denunciar el
sexismo presente en la televisión, el cine, las revistas y demás medios. Mediante
escenas de reality shows, series, películas, y programas informativos, el
documental deja claro que la mujer, incluso cuando ocupa cargos de poder es
constantemente juzgada, y en muchos casos ridiculizada, por su apariencia, algo
que desvía la atención acerca de lo que realmente importa, el trabajo que está
realizando. Llama la atención
sobre la forma
en que las mujeres reales se ven a sí mismas y son vistas por el resto de la
sociedad. Estamos consumiendo historias contadas por hombres, para hombres,
porque en algún momento alguien nos convenció a todos de que las historias de
hombres son las historias de la humanidad, mientras que las de las mujeres son
“cosas de chicas”. Elijamos películas escritas por mujeres, dirigidas por
mujeres; elijamos películas con personajes femeninos ricos, reales, auténticos,
y dejemos de consumir contenido basura que retrate a las mujeres como objetos
sexuales, vacíos, sin ningún objetivo o meta en la vida, sin personalidad de
ninguna índole, que sólo existen para satisfacer las necesidades de los hombres
y que fomentan “La Cultura de la Violación”. Se trata de concienciar y educar
a los/as jóvenes con el fin de evitar que sufran los problemas psicológicos que
se derivan de una cultura en que la mujer es tratada como un objeto, y
acribillada diariamente con mensajes que fomentan sus inseguridades. Algo que,
sin duda, la aleja y complica su acceso a puestos de poder y a la posibilidad
de cambiar el statu quo.