viernes, 30 de mayo de 2014

La “cultura de la violación"




"La violación entró en el derecho por la puerta trasera, como si fuera un crimen contra la propiedad de algunos hombres por otros hombres. Las mujeres, por supuesto fueron consideradas la propiedad".

Susan Brownmiller






La violación es un delito grave porque atenta contra  los derechos fundamentales del ser humano. Los agresores hacen uso de la fuerza, ya sea física o emocional, para dominar o amedrentar a sus víctimas, con el fin de satisfacer su deseo o impulso sexual. A través de la Historia, y todavía hoy en muchas culturas, las relaciones sexuales no consentidas con un esclavo/a, enemigo/a de  guerra, una prostituta o un miembro/a de una minoría racial o étnica no se considera una violación. A través de la Historia, también, se discutió sobre si la honestidad de la víctima era un requisito para configurar el delito de violación. Así  por mucho tiempo se ha creído que la honestidad de la víctima debía ser necesaria, sin embargo, afortunadamente, en nuestros días y al menos en las leyes, al ser la libertad sexual el bien jurídicamente tutelado, no es necesario que la mujer sea honesta o virgen. Actualmente, en la mayor parte de las legislaciones, el factor determinante para que se tipifique el delito de violación es la falta de consentimiento por parte de la víctima. 





La expresión "cultura de la violación" trata de describir una sociedad donde está normalizada la violencia sexual contra las mujeres y contra las sexualidades no normativas. El término "rape culture" comenzó a utilizarse en los setenta, y su naturalización supone pensar que la violencia sexual siempre ha sucedido y siempre sucederá. Está íntimamente relacionada con ciertas estrategias discursivas como la culpabilización de la "víctima" o el “slut-shaming”, intentar que una mujer se sienta culpable por tener ciertos comportamientos sexuales que no se ajustan a las expectativas normativas de género.






La “cultura de la violación", es una cultura en la que se cree: Que los piropos son galantería. Que las mujeres actúan indiferentes sólo porque les gusta hacerse las difíciles. Que "no" no siempre significa "no". Que las mujeres "se buscan" que las agredan sexualmente en la calle por la forma en que se visten. Que los hombres son incapaces de controlar sus instintos. Que es comprensible - o menos alarmante- que a una mujer la violen si estaba borracha. Que a las mujeres "no hay que pegarles porque se enamoran". Que el abuso sexual por cuenta del cónyuge no cuenta como violación.  Que los hombres no pueden parar.  Que a las mujeres hay que enseñarles a cuidarse de ser violadas. Que es imposible enseñar a los hombres a no violar.  LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN ES NUESTRA CULTURA








Reflexionar sobre el concepto de consentimiento es sencillo: "sí" quiere decir "sí", "no" quiere decir "no". Chantajear emocionalmente a la pareja, seguir intentándolo aunque no muestre participación, insistencia ante falta de interés e intentos por marcharse... quiere decir "no".

¿Drogas o alcohol? Si la persona no puede tenerse en pie, si está ausente,  si está inconsciente evidentemente quiere decir "no". Y el hecho de que te hayas acostado antes con ella, de que antes tuviera ganas, de que sea tu pareja, sigue queriendo decir "no". Hay mil maneras de decir "no" y solo una de decir "sí". No es tan complicado.




Por otra parte, las mujeres  siempre  estamos escuchando consejos para no ser violadas: no te vistas así, no salgas a estas horas, no bebas tanto; sin embargo, te van a violar lleves la ropa que lleves, salgas a la hora a la que salgas y bebas o te drogues lo que quieras beber o drogarte.
Lo que hay que hacer urgentemente es educar en el consentimiento y acabar con la cultura de la violación.



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El documental Miss Representation pretende denunciar el sexismo presente en la televisión, el cine, las revistas y demás medios. Mediante escenas de reality shows, series, películas, y programas informativos, el documental deja claro que la mujer, incluso cuando ocupa cargos de poder es constantemente juzgada, y en muchos casos ridiculizada, por su apariencia, algo que desvía la atención acerca de lo que realmente importa, el trabajo que está realizando. Llama la atención sobre  la forma en que las mujeres reales se ven a sí mismas y son vistas por el resto de la sociedad. Estamos consumiendo historias contadas por hombres, para hombres, porque en algún momento alguien nos convenció a todos de que las historias de hombres son las historias de la humanidad, mientras que las de las mujeres son “cosas de chicas”. Elijamos películas escritas por mujeres, dirigidas por mujeres; elijamos películas con personajes femeninos ricos, reales, auténticos, y dejemos de consumir contenido basura que retrate a las mujeres como objetos sexuales, vacíos, sin ningún objetivo o meta en la vida, sin personalidad de ninguna índole, que sólo existen para satisfacer las necesidades de los hombres y que fomentan “La Cultura de la Violación”. Se trata de concienciar y educar a los/as jóvenes con el fin de evitar que sufran los problemas psicológicos que se derivan de una cultura en que la mujer es tratada como un objeto, y acribillada diariamente con mensajes que fomentan sus inseguridades. Algo que, sin duda, la aleja y complica su acceso a puestos de poder y a la posibilidad de cambiar el statu quo.



 No os perdáis tampoco estos documentales sobre "la cosificación" de las Mujeres