Ser niña no es fácil en ninguna parte del
mundo. Ni siquiera en los países occidentales, donde los padres eligen tener
una niña antes que un niño. Si esto es así en los países donde existen derechos
reconocidos para las niñas, en los países donde ser niña es ser menos que los
muebles que adornan la casa, muchas niñas son obligadas a disfrazarse de chicos
por sus padres. En Afganistán es una práctica común, pero se hace ocultamente.
Condenada por el Islam, esta tradición es un tabú. En una sociedad
extremadamente patriarcal, nacer niña es una carga. Ir vestidas como un niño es
una forma de escapar a esa condición. Se hacen pasar por chicos para poder
trabajar, estudiar, divertirse y vivir. Poco a poco, aprenden a ser libres.
1.Niñas
que se hacen pasar por niños por “el estigma social” que supone no tener niños:
En
una sociedad patriarcal, el niño asegura el futuro del linaje. Es una cuestión
de honor para muchos afganos .Esto lleva a algunos padres a tratar de cambiar
el género de sus hijas. Así, durante años las visten de niño para poder
presentarlas a familiares y amigos como vástago heredero. Se trata de una
práctica centenaria que recientemente ha suscitado condenas por parte de grupos
de defensa de los derechos humanos.
2.Niñas
que se hacen pasar por niños para poder trabajar:
El
documental“Niña, tú serás niño” acompaña a cuatro chicas que fueron elegidas para convertirse en el
hijo varón que sus padres anhelaban. Shabina se ha convertido recientemente en
bacha posh (expresión en dari que significa literalmente vestida de niño) para
ayudar a su padre gravemente discapacitado y responsabilizarse de todo. El
padre de Shabina tiene miedo a la calle, pues es a la calle adonde ella sale
cada día a recoger basura y papel desechado, que luego vende a los
recicladores. Allí se junta con otros niños. Todos la llaman Zahid, su nombre
de varón, su nombre de calle.
Mariam
es un bacha posh desde los cuatro años. Hoy es una adolescente que se niega a
volver al redil. La única concesión que hace es llevar el velo para ir a la
escuela. Los padres de Mariam piensan que es el momento para que ella cambie de
nuevo y vuelva a ser una chica pero ella está desesperada y se aferra a su
identidad masculina. Naheed echa de menos la libertad que ser hombre le dio y
continúa rebelándose contra la sociedad jugando al fútbol. Actualmente, ha
encontrado un pequeño trabajo: es la encargada de la maquetación de la revista
de la Federación de Fútbol de Afganistán. Es un refugio para ella. Aquí, nadie
la juzga por su pasado o sus opciones.
Jack
tiene claro que nunca volverá a ser una mujer. Hubo un tiempo en el que Jack se
llamaba Belquis, una niña que había nacido en una familia sin varones. Para
evitar el deshonor de no tener un hijo, los padres decidieron convertir a su
hija pequeña en un bacha posh. Pero incluso después de tener hermanos, Jack no
quiso volver a ser Belquis. Ha conservado su ropa de chico, en contra de la
opinión de todo el mundo. Tiene ahora 25 años y está a punto de ir a Europa
para dar una conferencia sobre las mujeres en Afganistán.
Naheed
echa de menos la libertad que ser hombre le dio
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