Seamos
sinceras. Las mujeres nunca hemos sabido que hacer con nuestras vidas.
Afortunadamente, a lo largo de los siglos los hombres han definido, determinado,
establecido, fijado, decretado, acordado, estipulado, y aconsejado como debíamos vivir. Nos han dirigido por el
camino correcto de lo que debíamos hacer
y de lo que no debíamos hacer. Y si esos hombres eran religiosos, no sé sabe
por qué motivo, facultad oculta, o don divino, sabían mucho más, y con más
acierto, cómo debían vivir “las pobres mujeres”. Hay muchos ejemplos de esos
hombres que han ayudado a poner metas a las vidas de las mujeres, a orientarlas
en la confusión que las caracteriza, pero nadie como el religioso agustino
español Fray Luis de León con su guía “La
perfecta casada “ .Comprobadlo por vosotras mismas: “Puesto que Dios no dotó a
las mujeres ni del ingenio que piden los negocios mayores ni de las fuerzas a
que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son y
conténtense con lo que es de su suerte, y entiendan en su casa y anden en ella,
pues las hizo Dios para la casa y los hijos. Como son los hombres para lo
público, así las mujeres para el encerramiento; y como es de los hombres hablar
y salir a la calle, así es de ellas encerrarse y callarse. Y así es que, las que en sus casas cerradas y
ocupadas las mejoran (no darán así a sus maridos motivos de celos ni se pondrán
ellas en peligro), andando fuera de ellas las destruyen. Y las que andando en
su casas y cuidando a los hijos ganarían las voluntades de sus maridos, visitando
las calles corrompen los corazones ajenos y dan motivo de queja y desasosiego a
sus maridos.... Ninguna causa tenéis para salir de casa, que no sea grave y
severa porque, o es visita de algún fiel enfermo, o es por ir a misa o el oír
la Palabra de Dios (......) Ha de saber también la mujer regir su casa y su
familia. Conviene saber coser, cocinar y fregar...”. Y no piense que las crió Dios y las dio al
hombre sólo para que le guarden la casa, sino también para que la consuelen y
alegren. Para que en ella el marido cansado y enojado encuentre descanso y los
hijos amor y la familia piedad.” Qué majo, ¿no?
Así
virtuosas jóvenes eran amaestradas por doquier por desinteresados moralistas. Y
como la naturaleza femenina es ignorante para las letras y el saber siempre es
peligroso, es conveniente mantener al sexo femenino lejos de cualquier peligro,
por eso las mujeres eran enseñadas a través de grabados o dibujos. Como este
grabado de finales del siglo XVIII o principios del XIX, donde se ejemplariza la
hija virtuosa frente a la hija viciosa. Porque, el ejemplo clama al cielo: se
necesita ser viciosa de la plancha, para preferir seguir planchando antes que
entregarse a las risas lujuriosas a las que se entrega inocentemente la hija virtuosa.
La
verdad, nunca entenderé porque hay mujeres tan viciosas.