La cuestión
de control del Estado sobre el cuerpo de la mujer es una conexión que
constituye un giro en toda la historia del capitalismo desde su principio hasta
ahora.
Desde los orígenes, el capitalismo siempre ha necesitado controlar el cuerpo de
las mujeres porque es un sistema de explotación que privilegia el trabajo como
fuente de su riqueza de acumulación. El capitalismo debe controlar todas las
fuentes de la fuerza de trabajo, todas las fuentes que producen los
trabajadores, y el cuerpo de la mujer es la primera fuente de esa riqueza.
La caza de
brujas llevada a cabo en los siglos XVI y XVII fue una persecución sin
precedentes en la historia de la humanidad porque fue la primera vez en la que
toda una población de mujeres fueron acusadas de ser "los seres más
abominables del mundo".
Comienza en
Europa una legislación que penaliza el aborto y es así como las mujeres que
hacen uso del mismo son condenadas en muchos países a muerte a través de la
decapitación. Al mismo tiempo cuando se descubre la importancia de la fuerza de
trabajo, se introduce toda un red de policías de vigilancia que controlan a las
mujeres embarazadas para forzarlas a declarar su embarazo, para impedirles
cometer algo contra el feto.
Precisamente
así es cómo el capitalismo crea una teoría de la población entre "los que
son nacidos y la producción de la riqueza". Si tienes muchos trabajadores,
muchos cuerpos, tienes muchas riquezas. Esta
conexión permite entender por qué en toda su historia el capitalismo ha
controlado siempre el cuerpo y la sexualidad de la mujer.
El cuerpo de
la mujer empieza a ser visto como una máquina para la producción de fuerza de trabajo. El útero es mirado literalmente como
una fábrica de trabajadores. El control del cuerpo de las mujeres no solo es
una cuestión económica, sino también política. El cuerpo de la mujer es la
última frontera del capitalismo. Quieren conquistar el cuerpo de la mujer
porque el capitalismo depende de él. Si las mujeres se ponen en huelga y no
producen niños, el capitalismo se para. Si no está el control sobre el cuerpo
de la mujer, no hay control de la fuerza de trabajo
Por eso, la cuestión del aborto es la cuestión
de la procreación que se ha tratado en todos los movimientos sociales.
Silvia
Federici (1942, Parma, Italia) es un escritora, profesora y activista feminista
estadounidense situada en el movimiento autónomo o autonomismo dentro de la
tradición marxista. Es autora del conocido libro de 2004 "Calibán y la bruja.
Mujeres, cuerpo y acumulación originaria".