Con el nombre de Hermandad Lírica se suele
designar a un grupo de mujeres poetas pertenecientes
al Romanticismo que se relacionaron y se dieron apoyo
mutuo a través de la literatura y del relato de sus inquietudes vitales
en España en el siglo XIX
Sus primeras publicaciones están en torno a 1840. La
figura central fue la poeta Carolina
Coronado. Crearon un corpus compacto de versos de amor dirigidos
primordialmente a otras mujeres, a menudo poetas. Dos décadas después,
desapareció esta solidaridad y además su corpus literario y su autoría femenina
empezaron a ser desacreditados e ignorados.
Mantenían una correspondencia intensa siendo su
principal promotora Coronado. Así formarían parte de este grupo además de
ella, Vicenta García Miranda, Teresa Verdejo y Durán, Amalia
Fenollosa, Rogelia León, Pilar Sinués, Ángela
Grassi, Manuela Cambronero, Dolores Cabrera y Heredia y Robustiana Armiño, entre otras.
Habían nacido en torno al año 1820, pertenecían a
familias de la burguesía acomodada, fueron autodidactas, coincidieron
en sus intereses poéticos y humanos, en las amistades literarias, en ciertos
puntos geográficos y en varias publicaciones femeninas.
El Romanticismo proporcionó a las mujeres, incluso a
las de ideología más conservadora, la convicción de su derecho a
expresarse líricamente, a pesar de que la palabra poetisa se
utilizaba para ridiculizar a las mujeres que ponían en práctica esta
convicción, como expresó Rosario de Acuña en su poema Poetisa.
Necesitaban desahogarse por la asfixia que producía en muchas de ellas el
encierro obligado en el ámbito doméstico.
Las mujeres que se atrevieron a escribir e
intentaron ser escritoras reconocidas tuvieron que enfrentarse a
las adversidades culturales e históricas que las relegaban a un
segundo plano. Por ello, desarrollaron estrategias que les ayudaron a
sobrevivir como autoras.
Tres fueron las pioneras: Josefa Massanés, Gertrudis Gómez de Avellaneda y
Carolina Coronado, que publicaron libros entre 1841 y 1843. Lo que hacían
primero era publicar en una revista y, después, pasaban sus
creaciones a un libro de poesía, para lo que fue importante la ayuda de
escritoras ya consagradas.
Publicaron en innumerables revistas especializadas
para mujeres. Varias escritoras llegaron a ser directoras de estas revistas:
Angela Grassi de El correo de la Moda de Madrid y Faustina Sáez de Melgar de La
Violeta. La mayoría comenzó a escribir en pueblos o ciudades de provincias
aunque cuando llegaron a ser escritoras profesionales se trasladaron a Madrid
o Barcelona.
Temas
Carolina Coronado escribió una serie titulada Cantos
de Safo con la que quiso recuperar la memoria de la poeta griega Safo
de Mitilene y poner en juego su deseo de libertad y genealogía
femenina buscando referentes en la conquista de la autoría literaria.
Uno de los temas principales era el amor y la
amistad, que se materializa en poemas de reconocimiento en un cruce entre
sentimientos y reglas poéticas.
Tomaron de sus colegas masculinos el vocabulario y
las fórmulas de la poesía erótica, que les ayudó a expresar en sus poemas una
hermandad espiritual de ayuda mutua. Siendo Coronado el centro de esta red
de sororidad,
fue quien recibió más dedicatorias.
Alguno de estos poemas pueden ser equívocos ya que
hay una indefinición del objeto erótico y de la relación entre la voz lírica y
el destinatario del poema. Un claro ejemplo es Dolores Cabrera y Heredia.
Otro tema que abunda en sus escritos es el tema del
destino doloroso de la mujer que va desde la melancolía de Fenollosa hasta
la exhortación de García Miranda en su poema A
las españolas publicado en 1851.
También defendieron el valor de la inteligencia de
la mujer, tan denostado por sus colegas masculinos. Destaca el poema de Cabrera
y Heredia, El hastío. No reivindicaban derechos políticos, sino el
acceso de las mujeres a la cultura impresa, a la actividad intelectual y a la
expresión literaria.