¿Qué
mujer al conocer la vida de las aves y sus roles sexuales no ha fantaseado
alguna vez con ser una de ellas?. La Naturaleza ha decidido que en las aves
sean los machos quienes exhiben en sus
plumajes coloraciones llamativas, mientras que las hembras deben pasar
físicamente desapercibidas, para proteger a la especie de los depredadores. Son
los machos quienes deben ser bellos, no las hembras. Sin embargo, en la especie
humana son las mujeres quienes son “obligadas” a ser bellas. Y como señala Susan
Sontag "No está mal ser bella, lo que está mal es la obligación de
serlo". El cuerpo de las mujeres ha sido, desde tiempos inmemoriales,
objeto de control y dominio por parte del patriarcado, quien dicta en cada momento
sus cánones de belleza. Apenas treinta años separan la rotundidad exuberante de
Mae West de la extrema delgadez de Twiggy. Hace ya siglos Mary Wollstonecraft
escribía:"Enseñadas desde su infancia que la belleza es el cetro de las
mujeres, la mente se amolda al cuerpo y, errante en su dorada jaula, sólo busca
adornar su prisión" Desgraciadamente esta frase sigue vigente. En la sociedad actual, ya
desde pequeñas, las niñas son
“domesticadas”, a través del cine, la televisión,
las revistas o la publicidad para desear una apariencia imposible de conseguir. Se las
empuja para que caigan en la trampa de construir “cuerpos sociales” inexistentes,
fuera de toda realidad.
A esto hay que añadir que la pérdida de peso en Occidente se ha vuelto obsesiva. El terror a la báscula de las mujeres, ya sean delgadas o gordas se ha vuelto crónico. Naomi Wolf lo expresa nítidamente:” Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres; una población tranquilamente loca es una población dócil”. Mujeres desdichadas y dóciles que además consumen. Porque una persona insatisfecha es una persona consumista. Y las fábricas de crear “necesidades innecesarias”, léase pastillas para adelgazar, pastillas para curar la frustración por no adelgazar, cirugías estéticas, cremas milagrosas, cabellos siempre sedosos, modas cíclicas y caprichosas, etc,etc…lo saben. Y no van a soltar a sus presas tan fácilmente. Luchan con todos los medios posibles ante el miedo de que un día las mujeres se liberen de “la obligación de ser bellas”, que tanto las oprime, y digan ¡basta!.
Porque no hay nada más revolucionario y liberador que alguien que se gusta a sí mismo/a. Alguien que está contento/a con lo que es. Esas personas son verdaderamente peligrosas. Son personas que prefieren medirse en Alegrías y Risas en lugar de en Centímetros y Kilos. Personas que pasan de los cánones de belleza impuestos y comen, se visten, y se peinan como quieren. Personas que no tienen miedo ni a la belleza ni a la fealdad.
A esto hay que añadir que la pérdida de peso en Occidente se ha vuelto obsesiva. El terror a la báscula de las mujeres, ya sean delgadas o gordas se ha vuelto crónico. Naomi Wolf lo expresa nítidamente:” Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres. Está obsesionada con la obediencia de éstas. La dieta es el sedante político más potente en la historia de las mujeres; una población tranquilamente loca es una población dócil”. Mujeres desdichadas y dóciles que además consumen. Porque una persona insatisfecha es una persona consumista. Y las fábricas de crear “necesidades innecesarias”, léase pastillas para adelgazar, pastillas para curar la frustración por no adelgazar, cirugías estéticas, cremas milagrosas, cabellos siempre sedosos, modas cíclicas y caprichosas, etc,etc…lo saben. Y no van a soltar a sus presas tan fácilmente. Luchan con todos los medios posibles ante el miedo de que un día las mujeres se liberen de “la obligación de ser bellas”, que tanto las oprime, y digan ¡basta!.
Porque no hay nada más revolucionario y liberador que alguien que se gusta a sí mismo/a. Alguien que está contento/a con lo que es. Esas personas son verdaderamente peligrosas. Son personas que prefieren medirse en Alegrías y Risas en lugar de en Centímetros y Kilos. Personas que pasan de los cánones de belleza impuestos y comen, se visten, y se peinan como quieren. Personas que no tienen miedo ni a la belleza ni a la fealdad.
Por
cierto, hablando de belleza y fealdad, el
refranero español, al que se le
puede acusar de todo menos de misógino, recoge el siguiente refrán: “La mujer y
la osa cuanto más fea más hermosa”.¡Ay!. Perdón, perdón. Me dicen que no. Que
el refrán es:”El hombre y el oso, cuanto
más feo más hermoso”. Me recuerdan que el día que se repartieron los
privilegios, las mujeres ni siquiera eran una costilla. ¡Qué despistada soy!
Aunque pensándolo bien, ¿quién querría ser una osa pudiendo ser una “pájara”? Término que el diccionario, por una vez y sin que
sirva de precedente, define como” Mujer astuta, sagaz y cautelosa”. Lo dicho: quiero
ser Pájara. Y si es “una pájara de cuidado “, mejor.