Que
el concepto de “belleza”, como un valor normativo, está construido socialmente y que en cada país o incluso en
cada rincón del mundo el patriarcado determina el contenido de esa construcción
con el objetivo de reproducir su hegemonía sobre las mujeres queda claro viendo
los distintos estereotipos de belleza que rigen
o han regido a lo largo del tiempo o del espacio. Mientras en Occidente una báscula cuyos números aumentan puede ser
un drama para muchas Mujeres ya que el canon de belleza impuesto es la delgadez,
esta misma delgadez puede ser un drama para las mujeres a las que se las “obliga”
a ser gordas .En África, el ideal tradicional de mujer bella es el de una mujer
gorda y se extiende desde el sur de Marruecos hasta el río Senegal. Pero es en Mauritania, en el norte de Malí, Níger rural, Nigeria
y zona norte de Camerún donde el engorde
de las niñas es una práctica generalizada. Este ideal de gordura también existe
en algunas partes de Asia y como forma patológica
en los EEUU.
Para
ilustrar los distintos ejemplos he elegido a las Mujeres Gordas de Botero. Me gustan .Se
las ve libres en esos cuerpos excesivos, contentas con sus redondeces, flexibles,
y hasta saludables. Pienso que han sido ellas mismas las que han elegido su
propio cuerpo y que disfrutan en él. Ellas son las que van a ilustrar a las
otras mujeres “gordas” .Esas que son obligadas, atacadas y castigadas por un
“mito de la belleza”que ellas no han elegido.
Las
Mujeres en Mauritania
A
las niñas y mujeres más gordas se las considera bellas, ricas y adaptadas
socialmente mientras que a las delgadas, inferiores y una vergüenza para las
familias de la sociedad mauritana .Por eso existen las “granjas de engorde,”
donde se recluye a niñas en un régimen de internado y se las alimentaba con una
dieta hipercalórica de carnes rojas, mantequilla y leche de camella, hasta
adquirir la consistencia necesaria para atraer al buen marido. El engorde o
“lebluh,” está íntimamente ligado al matrimonio temprano y a menudo involucra a
una niña de cinco, siete o nueve que se ve obligada a comer en exceso para
lograr la redondez y corpulencia femenina, para que pueda casarse tan joven
como sea posible. Las niñas sufren, pero se le dice que la gordura les traerá “felicidad”.
Las matronas utilizan palos que ruedan sobre los muslos de la chica, para
romper el tejido y acelerar el proceso”. Aunque estas granjas siguen existiendo
en las zonas rurales, hoy en día los métodos de engorde son otros, mucho más
modernos. Las jóvenes mauritanas recurren a pastillas o jarabes para ganar peso
que se venden libremente en el mercado, sin necesidad de receta médica, a
veces, recurren a productos de engorde animal. Para seguir siendo gordas, como
adultas, toman hormonas animales o comprar medicamentos recetados para mejorar
el apetito, con efectos secundarios.
Las
Mujeres nigerianas
Las
nigerianas luchan por ser obesas para mejorar su estatus social. Las más
adineradas acuden a centros de sobrepeso antes de casarse. Los hombres
nigerianos quieren que sus esposas sean gordas para que nadie pueda decir que
no tienen dinero. Sólo las personas adineradas pueden
permitirse acudir a ellos, y a ellas les está reservada la fama y la gloria que
les proporciona el sobrepeso. Los centros acogen a mujeres que van a casarse y
que se preocupan por los kilos tanto como las novias occidentales, aunque en el
sentido inverso. Los maridos quieren
tener una esposa con muchos kilos. Para muchos hombres si una mujer no es gorda y no ha pasado por
ese proceso no está lista para casarse.
Los
Hombres Cebadores de Mujeres
Son
hombres que literalmente “ceban” a sus esposas hasta límites patológicos .Se
dice que estos hombres tienen una atracción sexual patológica, ya que les atrae
su esposa cuando tiene sobrepeso. Es un cuadro que se ha descrito
principalmente en EEUU, aunque se sospecha que puede haber muchos casos en
Europa. Las explicaciones que se han dado para esta forma de “tortura” es que
el hombre teme perder a su compañera y decide “cebarla” para que pierda su autonomía
y sólo pueda ser él quien cuide de ella. Además, piensan que con una obesidad de 170 kilos
o de 200 ya nadie la querrá, por lo que no se irá con otro hombre.