Lucretia Mott
La
Declaración de Séneca Falls (1848, estado de Nueva York), también llamada”La Declaración
de Sentimientos” es considerada como el momento fundacional del feminismo estadounidense.
La participación de las mujeres en la lucha por la abolición de la esclavitud
les hizo darse cuenta de que ellas mismas estaban también sometidas. La
Declaración fue firmada por 68 mujeres y 32 hombres siendo Lucrecia Motti y Elizabeth Cady
Stanton quienes la promovieron. En ella se pedía igualdad de propiedad, de
salario en el trabajo, de derecho en la custodia de los hijos, derecho de hacer
contratos, de llevar a alguien a los tribunales y de ser llevada (comparecía el
marido en sustitución de la mujer), de prestar testimonio y de votar. Un punto
importante en la declaración es la aplicación del principio de legitimidad
política, algunas de las presentes hicieron suyo el principio de "no
taxation without representation", heredado de la revolución americana, que
animaba a no pagar impuestos mientras que las mujeres no pudiesen votar. La
declaración de sentimientos es la primera acción colectiva organizada de
mujeres a favor de los derechos de las
mujeres. A la convención de Seneca Falls le van a seguir una serie de reuniones
con el mismo propósito en Rochester
(1948), Akron (1851) y Worcester (1851)
Declaración
de Seneca Falls (1848)
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La
"Declaración de Seneca Falls" es un documento basado en la Declaración
de Independencia de los Estados Unidos en el que denunciaban las restricciones,
sobre todo políticas, a las que estaban sometidas las mujeres: no poder votar,
ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a
organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas.
CONSIDERANDO:
Que
está convenido que el gran precepto de la naturaleza es que "el hombre ha
de perseguir su verdadera y sustancial felicidad". Blackstone en sus
Comentarios (1) señala que puesto que esta Ley de la naturaleza es coetánea con
la humanidad y fue dictada por Dios, tiene evidentemente primacía sobre
cualquier otra. Es obligatoria en toda la tierra, en todos los países y en
todos los tiempos; ninguna ley humana tiene valor si la contradice, y aquellas
que son válidas derivan toda su fuerza, todo su valor y toda su autoridad
mediata e inmediatamente de ella; en consecuencia:
DECIDIMOS:
Que
todas aquellas leyes que sean conflictivas en alguna manera con la verdadera y
sustancial felicidad de la mujer, son contrarias al gran precepto de la
naturaleza y no tienen validez, pues este precepto tiene primacía sobre
cualquier otro.
Que
todas las leyes que impidan que la mujer ocupe en la sociedad la posición que
su conciencia le dicte, o que la sitúen en una posición inferior a la del
hombre, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y, por lo tanto, no
tienen ni fuerza ni autoridad.
Que
la mujer es igual al hombre - que así lo pretendió el Creador- y que por el
bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal.
Que
las mujeres de este país deben ser informadas en cuanto a las leyes bajo la
cuales viven, que no deben seguir proclamando su degradación, declarándose
satisfechas con su actual situación ni su ignorancia, aseverando que tienen
todos los derechos que desean.
Que
puesto que el hombre pretende ser superior intelectualmente y admite que la
mujer lo es moralmente, es preeminente deber suyo animarla a que hable y
predique en todas las reuniones religiosas.
Que
la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el comportamiento
que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre, y las mismas
infracciones sean juzgadas con igual severidad, tanto en el hombre como en la
mujer.
Que
la acusación de falta de delicadeza y de decoro con que con tanta frecuencia se
inculpa a la mujer cuando dirige la palabra en público, proviene, y con muy
mala intención, de los que con su asistencia fomentan su aparición en los
escenarios, en los conciertos y en los circos.
Que
la mujer se ha mantenido satisfecha durante demasiado tiempo dentro de unos
límites determinados que unas costumbres corrompidas y una tergiversada interpretación
de las Sagradas Escrituras han señalado para ella, y que ya es hora de que se
mueva en el medio más amplio que el Creador le ha asignado
Que
es deber de las mujeres de este país asegurarse el sagrado derecho del voto.
Que
la igualdad de los derechos humanos es consecuencia del hecho de que toda la
raza humana es idéntica en cuanto a capacidad y responsabilidad.
Que
habiendo sido investida por el Creador con los mismos dones y con la misma conciencia
de responsabilidad para ejercerlos, está demostrado que la mujer, lo mismo que
el hombre, tiene el deber y el derecho de promover toda causa justa por todos
los medios justos; y en lo que se refiere a los grandes temas religiosos y
morales, resulta muy en especial evidente su derecho a impartir con su hermano
sus enseñanzas, tanto en público como en privado, por escrito o de palabra, o a
través de cualquier medio adecuado, en cualquiera asamblea que valga la pena
celebrar; y por ser esto una verdad evidente que emana de los principios de
implantación divina de la naturaleza humana, cualquier costumbre o imposición
que le sea adversa, tanto si es moderna como si lleva la sanción canosa de la
antigüedad, debe ser considerada como una evidente falsedad y en contra de la
humanidad.
Que
la rapidez y el éxito de nuestra causa depende del celo y de los esfuerzos,
tanto de los hombres como de las mujeres, para derribar el monopolio de los
púlpitos y para conseguir que la mujer participe equitativamente en los
diferentes oficios, profesiones y negocios.
No conocía esta información,nunca había oído hablar de ella.
ResponderEliminarQue la misma proporción de virtud, delicadeza y refinamiento en el comportamiento que se exige a la mujer en la sociedad, sea exigido al hombre..todavía andamos en esas..
Eliminar¡y ha llovido desde 1848!