La Vanguardia
feminista en los años setenta muestra la
esencia del tipo de arte politizado, de demanda y con aspiraciones de mejora
social que proponía el grupo pionero de creadoras que se implicaron en el
llamado movimiento de liberación de la mujer, iniciado en los EE UU a finales
de los años sesenta y extendido por el mundo con gran intensidad
Las
artistas de la primera generación de arte feminista de vanguardia se dedicaron
a "socavar los estereotipos de una manera subversiva"
En
sus obras, las artistas de la Vanguardia feminista deconstruyen la
"imagen secular que tienen los hombres de la mujer", indagan cómo es
percibida ésta, y crean una representación completamente nueva de ella en las
artes plásticas, constituyendo una identidad propia en la sociedad. Entre los
temas centrales figuran la adjudicación unidimensional del papel de la mujer
como madre, ama de casa y esposa, la sexualidad femenina, el uso de su propio
cuerpo, la belleza y la violencia contra la mujer.
Así,
las artistas del vanguardismo feminista minan subversivamente todos los
estereotipos ancestrales sobre el papel de la mujer.
Martha
Rosler (EE UU, 1943) utiliza la
exageración para criticar el papel tradicionalmente doméstico de las mujeres.
Presenta de forma tajante y simplificada el rol
en la cocina y el hogar.
En
Birgit
Jürgenssen (Viena, 1949 - ídem,
2003) la cocina se convierte en su atuendo diario y está indivisiblemente unido
a ella. Es en esas puestas en escena de los cometidos tradicionales donde las
artistas investigan, jugando con la cámara, con la mascarada y el atuendo como
medio de autorrepresentación, sobre los conceptos de identidad y femineidad
construídos por la sociedad. En una de sus fotos una mujer aparece con un nido con huevos sobre el sexo
como parodia de la maternidad entendida como único destino o se ata una olla al
cuello como si se tratase de un uniforme de trabajo. Contra la relegación de
las mujeres al papel de ama de casa y madre
Jugando
a la mascarada y el cambio de identidad como medio de autorepresentación
activa, las fotógrafas. Numerosas artistas recurren concientemente a los nuevos
medios de entonces, históricamente inmunes, como la fotografía, el cine y el
vídeo, y utilizan las acciones artísticas como modo de expresión. El imperio de
la pintura llega a su fin. El auge de los nuevos medios, como la fotografía, la
cinematografía, el vídeo, así como las nuevas posibilidades de expresión, como
las acciones artísticas y performances vino de perlas a las artistas que
lograron así hacerse oír en el escenario más allá de la pintura dominada por
los hombres.
(EE UU, 1940-1993) (http://www.hannahwilke.com/)
y Martha Wilson (http://www.marthawilson.com/
)(EE UU, 1947) desafían lo convencional y dinamitan los clichés de feminidad.
De una manera similar.
Lynn
Hershman Leeson (EE UU, 1941) creó
el álter ego de ficción Roberta Breitmore y promulgó este personaje como su
propia representación durante años. Otras firmas de mujeres de esta generación
de rupturistas son Ana
Mendieta (Cuba, 1948 - EE UU, 1985),
que exploró las ideas de pertenencia y relación con la tierra; Gina
Pane (Francia, 1939-1990), una
artista corporal, y la creadora
interdisciplinar vasca Esther Ferrer. (1937). Todas ellas forman parte del Arte
feminista de los años setenta