Matilde
Landa Vaz (Badajoz, 24 de junio de 1904 – Palma de Mallorca, 26 de septiembre
de 1942) Luchadora antifascista, militante del Partido Comunista de España
(PCE).
Actualmente
es considerada uno de los símbolos más significativos del movimiento de las
mujeres contra la dictadura franquista.
La
recuperación de la biografía de Matilde Landa, hasta entonces olvidada, se
inició en la década de los años 1970, y está ampliamente documentada en el
libro del historiador David Ginard i Féron, “Matilde Landa. De la Institución
Libre de Enseñanza a las prisiones franquistas”.
La historia de
Matilde Landa es estremecedora. Dirigente del PCE, Landa formó parte durante la
Guerra Civil de la sección de información popular del subsecretariado de
Propaganda del Gobierno Republicano donde recorría la España republicana
organizando conferencias para levantar la moral a los combatientes
republicanos. Además, fue voluntaria en el Socorro Rojo Internacional, donde
colaboró en la evacuación de Málaga.
Condenada
a muerte tras la victoria de las tropas franquistas, Matilde ingresó en la
cárcel de Ventas de Madrid, donde permanecían alrededor de 10.000 presas.
Desde
dentro, con el permiso de la directora de la prisión, compañera de la
residencia de estudiantes, montó la llamada Oficina de Penadas, que se
encontraba en su misma celda. Se trataba de una máquina de escribir en la que
Matilde escribía recursos para que sus compañeras no fueran fusiladas una vez
escuchados sus casos.
En
poco tiempo se convirtió en la reclusa más carismática. La joven comunista se
había convertido en un símbolo de dignidad y resistencia para sus compañeras
reclusas. Un amigo de la familia, cercano al régimen franquista, intercedió
para que no fuera ejecutada. A cambio, el régimen la condenó a 30 años de
prisión que debían cumplirse fuera de la península. Fue entonces cuando
trasladaron a Landa a Mallorca. Era el mes de agosto de 1940.
Landa
se convirtió entonces en el objetivo propagandístico de la Iglesia balear. Su
conversión al catolicismo sería una gran arma propagandística y minaría la
moral de los vencidos. No bastaba con vencer. Había que humillar y convertir a
los derrotados. Matilde fue apartada del resto de presos y sólo podía hablar
con Bárbara Pons, de Acción Católica, quien se encargaba de que finalmente
aceptara la conversión al catolicismo.
Allí,
el régimen franquista le ofreció a la dirigente comunista mejoras en la
alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su
bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios. El 26 de
septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se
precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Prefirió la
muerte a renunciar a sus convicciones ideológicas.
Minutos
antes de su suicidio, Landa escribió una carta a su hija donde, de manera
encubierta, se despedió de ella rogándole perdón. La ceremonia de su bautizo ya
estaba preparada: "Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras
de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor
del pecho no me deja pensar, Carmencilla (...). No puedo ver sin llorar los
rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me
convierto. Tú sabes, Camencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más
desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los
caprichos de los mayores. No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme
(...). Quien sobra soy yo (...). Espero que me sigas queriendo y que te
acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que
tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis", escribió
Landa antes de su suicidio en una carta que recoge Antoni Tugores en la obra
Víctimes invisibles.
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información en : Mujerícolas:
Mujeres Antifascistas que Lucharon por la Libertad