Aunque
no se le dé la importancia que realmente tiene, la concepción romántica del
amor hace mucho daño, porque es por donde se cuela el machismo en las
relaciones reales. Hace sentir a las jóvenes que tienen una especie de contrato
de por vida con su pareja y que si él es violento, es porque se lo merecen; lo
que aumenta la sensación de culpabilidad. A ellos les obliga a demostrar celos
y dominio para reafirmar su amor.
Tras años de avances en igualdad, los expertos
alertan de que falla la educación y de que sigue dominando una visión romántica
del amor en la que las chicas lo aguantan todo, seducidas por una figura
dominante y protectora. Según los sociólogos, los adolescentes se saben la
teoría y racionalmente rechazan la violencia, pero alertan de que el nivel de
machismo es demasiado elevado. Así pues, los/as jóvenes van interiorizando la
teoría pero en la práctica aún les cuesta, sobre todo, porque se sigue
transmitiendo la idea del amor romántico y es necesario que entiendan que no se
trata de que te quieran más, sino de que te quieran mejor.
Los
centros de atención a malos tratos coinciden en que cada vez son más jóvenes
las chicas que acuden a pedir ayuda. Aunque la mayoría de las víctimas
adolescentes tienen entre 15 y 17 años, los puntos especializados llegan a
recibir a niñas de 12 y 13. “En estas edades estamos luchando contra el amor,
no contra el maltratador”, informan los
responsable de los grupos más jóvenes de la Comisión para la Investigación de
Malos tratos a mujeres.
En
las terapias con las jóvenes se profundiza primero en sus sentimientos hacia
estas situaciones; y luego en el qué significa el comportamiento machista.
Aunque el goteo no cesa y no deja de preocupar la violencia física, la forma
más habitual de malos tratos entre jóvenes es el dominio psicológico, según
detectan los especialistas: el control sobre la ropa que se ponen las novias,
su maquillaje, las amistades con las que salen o dónde pasan el tiempo.
Las
nuevas tecnologías emergen como una nueva herramienta de vigilancia. Ejercen un
control agobiante para las chicas. A través de Whatsapp o Facebook pueden saber
en todo momento dónde están, qué están haciendo y con quién. Las hostigan
pidiéndoles pruebas: si dicen que están viendo la televisión, les piden qué
película echan en un canal, y si les cuentan que están en el baño, las obligan
a tirar de la cadena para demostrarlo. Este atosigamiento se dispara en el
momento de la ruptura, cuando el acosador utiliza cualquier mecanismo para
mantener el control sobre su expareja. Otra de las modalidades del acoso a
través de Internet consiste en difundir imágenes privadas, insultos o
humillaciones en las redes sociales.
Muchas
jóvenes no solo consienten estas actitudes sino que las justifican bajo la
creencia de que "los celos son una expresión del amor". De acuerdo
con el último estudio de "Igualdad y Prevención de la violencia de género
en la adolescencia", dirigido por Díaz-Aguado, casi tres de cada diez
chicas han escuchado con frecuencia aquello de "si está celoso, es que te
quiere".No entienden que un comportamiento posesivo es el caldo de cultivo
de la violencia de género. El mito del amor romántico contribuye a que las
jóvenes no sepan detectar los síntomas: "el amor no lo puede todo y quien
bien te quiere no te hará sufrir".
Además,
hay que destacar que el comportamiento de los jóvenes en sus primeras parejas
funciona principalmente por imitación. Actúan de manera análoga a sus
referentes, entre los que destacan su familia, su entorno social y los medios
de comunicación, especialmente la televisión. “Internet, el cine, las series...
nos hacen asumir ciertos roles y normalizar la violencia. «Hay un discurso
absolutamente sexista en buena parte de la cultura audiovisual que consumen. Un
discurso en el que se prestigia la agresividad como símbolo de masculinidad. Y
es un bombardeo constante, que les llega de programas de TV , de
videojuegos violentos, anuncios e incluso de estilos musicales como el
reggaeton», explica el sociólogo Xavier Martínez Celorrrio.
Historias
como Crepúsculo o Cincuenta sombras de Grey son muy nocivas porque hacen pensar
a las chicas que pueden con los malotes”.
Asimismo,
el machismo está todavía muy arraigado en una parte del inconsciente colectivo.
La educación en la igualdad afecta a algunos aspectos, pero no cala en todos
porque hay hombres que aún necesitan construir su identidad a partir del dominio
y de la posesión sobre la mujer. Estamos en un momento de polarización en que
se ha asumido el empoderamiento de la mujer en la sociedad, pero todavía no se
acaba de admitir que es necesario cierto desempoderamiento de los hombres”,
alega Hilario Sáez, sociólogo de Hombres para la Igualdad. Lo que sí constata
en talleres en los institutos es que hay adolescentes que se siguen declarando
machistas: “Para mandar entre hombres, hay que distinguirse de las mujeres y de
los niños. A esa edad, hay que ser el más fuerte y eso se va haciendo mediante
pruebas de masculinidad. Tienen mucha presión y el que más habla, habla por los
demás. Siempre se le suman otros que quieren ser identificados con el fuerte”.
"Mientras
las actitudes machistas sigan construyendo la identidad masculina, las cosas
seguirán como hasta ahora", afirma Pescador. Este sociólogo asegura que
una posible solución es elaborar desde el principio actitudes masculinas que no
impliquen machismo. Roles masculinos y posiciones de poder que no impliquen ese
bagaje.
Amelia
Valcárcel, catedrática de Filosofía y experta en estudios de género, apuntaba
en la misma dirección
sobre este tipo de violencia: "Si el aprendizaje viril se sigue realizando
en términos de superioridad respecto de las mujeres, la libertad de ellas no
estará garantizada".