Cansada de caminar
bajo una blasfemia secular
-el hambre, los embarazos, los
golpes-
un día decidí volar.
Fue tan fácil:
un suave salto, un empujón
y -pez metafísico-
subvertí las leyes de la
gravedad
universal.
No el vuelo
-desesperación alada-
perturbó a curas y carceleros
sino mi libertad
a la que se le gritaba:
¡Es el escándalo! ¡El escándalo!
¡Mátenla!
M.T. D'Antea